Jorge Sempr¨²n estrena su primer drama dentro de un cementerio de soldados rusos de Weimar
Eduardo Arroyo y el director Gr¨¹ber colaboran en 'L¨ªvida madre, tierna hermana'
En el Festival de Weimar se estren¨®, sobre las tumbas de un cementerio de soldados sovi¨¦ticos, la primera obra teatral del escritor espa?ol Jorge Sempr¨²n, un proyecto en colaboraci¨®n con el pintor espa?ol Eduardo Arroyo y el director teatral alem¨¢n Klaus Michael Gr¨¹ber. L¨ªvida madre, tierna herma na, con la interpretaci¨®n, entre otros, de Hanna Schygulla y Bruno Ganz, dej¨® anonadados y sin capacidad de reacci¨®n a los 220 espectadores que asistieron al estreno el viernes por la noche. La representaci¨®n dur¨® una hora, al aire libre de una tarde de verano.
Las tormentas durante todo el d¨ªa refrescaron el ambiente y la humedad condensada, en el parque de hayas y alg¨²n que otro abedul del palacio Belvedere de Weimar, dieron una magia especial. a la ceremonia.
L¨ªvida madre, tierna hermana es un proyecto que se inici¨® a principios de a?o y en el que Arroyo, Gr¨¹ber y Sempr¨²n trabajaron con el encargo de preparar una obra para el Festival de Weimar. En esta ciudad emblem¨¢tica se dan cita la Alemania de la cultura y de la barbarie. La Weimar de Goethe y Schiller, el punto culminante de la cultura alemana, y al lado el campo de Buchewald, escenario palpable de la barbarienazi.
"La nostalgia de Alemania, tierna hermana... El odio a la l¨ªvida madre", dice la figura central femenina, la actriz Carola Neher (Hanna Shygulla) en un momento de la obra. Este personaje es un verdadero hallazgo que Sempr¨²n rescata del olvido. Actriz famosa en los d¨ªas de la Rep¨²blica de Weimar, comunista exiliada en Mosc¨², privada por los nazis por decreto de su nacionalidad, Neher muri¨® ejecutada en Mosc¨², acusada de "esp¨ªa trotsquista".
Nazismo y estalinismo, los dos grandes temas recurrentes en casi toda la obra de Sempr¨²n, se repiten en la obra. Tambi¨¦n aparecen las figuras de Goethe y del pol¨ªtico socialista franc¨¦s Leon Blum, casi como en su novela sobre Buchenwald, Aquel domingo. Goethe se presenta como un d¨¦spota ilustrado, dotado de una fuerte dosis de cinismo y desprecio por la democracia, a la que atribuye, en su conversaci¨®n con Blum, los desmanes del "canciller Adolfo Hitler y el mariscal Jos¨¦ Stalin". Sempr¨²n refleja el Goethe del "prefiero la injusticia al desorden", al lado de un Blum incapaz de dar al maestro una r¨¦plica adecuada cuando enumera las barbaries del siglo XX (el de Blum) y lo compara con el IX (el de Goethe).
Tiempos y espacios
Sin el menor reparo, Sempr¨²m se salta a la torera tiempos y espacios, sin respetar para nada las unidades cl¨¢sicas de la obra teatral: Goethe dialoga con Blum; la actriz es a veces Carola Neher, v¨ªctima del estalinismo, y otras se presenta como Corona Schr?ter, la actriz favorita de Goethe. Brecht est¨¢ siempre all¨ª, pero no en persona, sino con su poes¨ªa y con toda su ambig¨¹edad: al lado de versos de enorme belleza, un burdo canto al comunismo.
Quedan los musulmanes, el nombre que se daba en los campos de concentraci¨®n a los ¨²ltimos desechos. Sempr¨²n aprovecha este nombre para una pirueta final e introducir la actualidad de la persecuci¨®n de los musulmanes aut¨¦nticos de Bosnia, v¨ªctimas de la limpieza ¨¦tnica.
Al final de la obra, los espectadores quedan perplejos, anonadados y sumidos en un reflexivo silencio, cortado por el grito de la lechuza. No hubo ovaciones, ni saludos. S¨®lo silencio.
La hermosura de una luz entre tumbas
El polifac¨¦tico Eduardo Arroyo, pintor y novelista, con capacidad para lograr una escenificaci¨®n teatral, explica que el problema m¨¢s dif¨ªcil que tuvo que resolver con L¨ªvida madre, tierna hermana en Weimar ha sido evitar que la iluminaci¨®n convirtiese el cementerio de soldados sovi¨¦ticos sobre el que se represent¨® la obra en una especie de piscina iluminada. Ese era el riesgo que se corr¨ªa al haber lanzado los focos sobre el verde. Arroyo ha conseguido que la obra transcurra en una mezcla entre la luz del crep¨²sculo veraniego -se inici¨® a las 21.15- y la iluminaci¨®n tenue, que le da el tono adecuado y cierto toque cinematogr¨¢fico, en el que las escenas de la obra se funden unas con otras.
Explica Arroyo que el trabajo realizado fue a tres manos, con mucho tiempo de presencia sobre el terreno en Weimar, donde pas¨® las ¨²ltimas tres semanas anteriores al estreno. Ya hab¨ªa trabajado Arroyo con Gr¨¹ber, en realidad s¨®lo le interesa trabajar con ¨¦l, y se mostr¨® de acuerdo con el proyecto desde que se puso en marcha en enero de este a?o y el director alem¨¢n le mostr¨® el cementerio sovi¨¦tico como el escenario elegido.
"Convertir el cementerio en un escenario, tratarlo con respeto, era algo que exig¨ªa tocarlo con pinzas", comenta Arroyo, quien resume el motivo central: "Decir cosas bellas en ese lugar". La idea de "hacer teatro en la naturaleza, sin paredes, ni muros", prendi¨® en Arroyo, que consigue con su aportaci¨®n que la obra en ning¨²n momento caiga en una patetismo f¨¢cil o en la caricatura. El personaje de Goethe aparece con una capa de la ¨¦poca, pero sin reflejar la imagen t¨®pica del cuadro en que aparece con ese gorro caracter¨ªstico.
A la pregunta de si le parece posible escenificar la obra en otro lugar, Arroyo responde sin dudarlo: "Se puede hacer en muchos sitios", y cree que un director competente no tendr¨ªa mayores dificultades en situarla en un escenario normal. Claro que, en ese caso, le faltar¨ªa la magia que encierra la representaci¨®n de Weimar, donde se repetir¨¢ siete veces hasta finales de julio.
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