Nueva joya del cine independiente
Al cineasta de escuela callejera neoyorquina Alexander Rockwell lo conocemos por la humild¨ªsima y muy interesante,In the soup. Ahora, Rockwell emigra con su c¨¢mara a California Y en Somebody to love nos mete hasta el cuello en las cunetas que rodean los escaparates de Holliywood, con un excelente manejo de tipos y de actores en matrices de comedia al mismo tiempo sentimental y airada, lo que hace desprenderse del filme una pode rosa sensaci¨®n de verdad e intuir en ¨¦l un paso adelante en la carrera de este cineasta, que est¨¢ configurando una mirada propia. Somebody to love es, por esto y m¨¢s, una nueva joya del cine independiente norteamericano.Harvey Keitel es un rostro indispensable. Le debemos una decena de trabajos excepcionales, que le han convertido en uno de los int¨¦rpretes b¨¢sicos del cine estadounidense, en el que da sin parar lecciones de solvencia y hace que su rostro aporte torrencialmente distinci¨®n formal a muchos filmes procedentes de la cada d¨ªa m¨¢s f¨¦rtil cantera de las peque?as producciones marginales, que han dejado a Holywood varado en est¨¦riles arcenes de lujo dentro de la evoluci¨®n -en su caso involuci¨®n actual del cine norteamericano-.
Somebody to love
Direcci¨®n: Alexander Rockwell. EE UU, 19.94. Int¨¦rpretes: Rosie P¨¦rez, Harvey Keitel, A. Quinn, Sam Fuller, Q. Tarantino. Madrid: cine Renoir.
A Anthony Quinn se le identifica sin esfuerzo con una vieja estrella menor, pero m¨¢s honda que muchas mayores, del clasicismo californiano. A Sam Fuller le reconocemos todav¨ªa como un arrugado pero vigoroso rostro c¨ªnico, esc¨¦ptico, libre, insolente, con chispas de genio ardiendo detr¨¢s de unos ojos que poseen un diferenciad¨ªsimo estilo, lo que se nota incluso cuando es s¨®lo actor, como ocurre aqu¨ª. A Quentin Tarantino se le reconoce por su pinta de sonado y por su astucia para poner de moda divertidas exageraciones extraidas del arsenal inagotable, del thriller. En Somebody to love, tambi¨¦n como actor d¨¦ reparto sigue en ello.
Y en Rosie P¨¦rez reconocemos la actriz puertorriquena que logr¨® convertir en una historia visible a la estrepitosa mediocridad de aquel . tramposo enga?a bobos titulado Fearless, que s¨®lo ella ennoblec¨ªa y por el que debi¨® llevarse hace dos a?os un ¨®scar que finalmente le birlaron de manera indecente, para abastecer la demanda de ?o?er¨ªa ambiental que condujo la estatuilla a manos de la ni?a de El piano.
Apoyado en esta estupenda bater¨ªa de rostros, Rockwell organiza un filme de notable gracia, desgarro y originalidad, que nos introduce en el pellejo de un pu?ado de pobres maravillosos diablos y que no se parece a ning¨²n otro de los que ¨²ltimamente nos llegan de California. La creaci¨®n de Harvey Keitel y Rosie P¨¦rez es otra vez una preciosa mezcla de seda y esparto, una combinaci¨®n fascinante, insuperable de pinceladas y brochazos. Y detr¨¢s de ellos se percibe la libertad con que Rockwell les construye y les deja construirse. Peque?o cine hondo y lib¨¦rrimo, hecho con cuatro d¨®lares. Verdadero gran cine americano, maravilla hoy escas¨ªsima.
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