El Tour se cobr¨® una v¨ªctima, pero no hubo drama
La muerte del italiano Casartelli en el puerto de Aspet no alter¨® el duro camino de la carrera
La carrera continu¨®. Los m¨¢s fuertes acudieron a probar fortuna en las faldas de Tourmalet. Los ramos de flores adornar podio seg¨²n es costumbre. Horas antes, un corredor hab¨ªa fallecido en plena carrera producto de una fatal ca¨ªda, pero la consternaci¨®n qued¨® para m¨¢s tarde. No hubo drama. Hoy, quiz¨¢s haya un minuto de silencio. Quiz¨¢s se retire el equipo Motorola, donde militaba Fabio Casartelli, en se?al de duelo. El ciclismo se rige por otra escala de valores: un accidente, una enfermedad, hasta la muerte, forman parte de la carrera. El Tour sigue su camino. Nadie mira para atr¨¢s en la carretera.Esa frialdad sorprende a muchos aficionados. Un accidentado es una baja. Las extremas condiciones del ciclismo explican que los ciclistas se comporten en muchas ocasiones con una incomprensible insensibilidad. El cuidado de los accidentados es tarea de la retaguardia: nadie abandona la carrera mientras ¨¦sta no acaba. No hay misericordia. No figura en el c¨®digo de conducta de los ciclistas.Y todo sigui¨®
La noticia del fallecimiento sorprendi¨® al pelot¨®n camino del Tourmalet. Y la carrera sigui¨® su curso como si nada hubiera pasado. Fabio Casartelli era un abandono m¨¢s, como cualquier otro de los 70 corredores que han dejado el Tour por diversas razones. Casartelli acab¨® su vida y su carrera en el kil¨®metro 34. La organizaci¨®n elabor¨® un comunicado de dos l¨ªneas. "V¨ªctima de una ca¨ªda en el puerto de Aspet y trasladado al hospital de Tarbes, ha muerto". As¨ª de breve.
La ca¨ªda de Casartelli se hab¨ªa producido poco despu¨¦s de producirse las primeras maniobras. El franc¨¦s Richard Virenque se hab¨ªa inclinado por un acto de honestidad. Atac¨® desde el primero de los seis puertos de la jornada para dejar por sentado que su segundo t¨ªtulo de Rey de la Monta?a no ven¨ªa precedido de una actitud oportunista. Su incre¨ªble esfuerzo durante casi 175 kil¨®metros le recompens¨® doblemente: no s¨®lo se adjudic¨® la etapa reina del Tour sino que coron¨® en cabeza los seis puertos. Virenque se congraci¨® consigo mismo y su liderato en la monta?a qued¨® resuelto sin discusi¨®n posible. Nada de lo que sucedi¨® detr¨¢s suyo modific¨® los acontecimientos: su ataque no tuvo r¨¦plica.La etapa, en definitiva el Tour entero, comenz¨® a decidirse en el Tourmalet. All¨ª fue donde Chiappucci supo que no pod¨ªa esperar por Pantani, situado como estaba tras la c iza de Virenque y en compa?¨ªa de Escart¨ªn, Buenahora, Mauri y Aparicio. All¨ª fue donde Riis tante¨® las fuerzas de Jalabert en su esfuerzo por meterse en el podio. Y all¨ª fue donde, finalmente, Indur¨¢in se person¨® como mediador sin llevar su intervenci¨®n m¨¢s all¨¢ del mero papel de notario de lo que all¨ª estaba sucediendo. Indur¨¢in dej¨® maniobrar a Riis, para que nadie pusiera en duda que ¨¦l hab¨ªa perjudicado a Jalabert. Su tarea se limit¨®, en todo caso, a impedir que Z¨¹lle tratara de incomodar su jerarqu¨ªa. Dej¨® por sentado, una vez m¨¢s, que tras su rueda est¨¢n las plazas del podio.
Del Tourmalet a la meta nada cambi¨®. El discurso de repiti¨®. Riis contra Jalabert, Zulle sin perder de vista al l¨ªder, Virenque directo a sentenciar su haza?a, Chiappucci perdido en tierra de nadie, Rominger administrando sus escasas energ¨ªas, los espa?oles Escart¨ªn y Mauri escribiendo en el anonimato su particular versi¨®n de la general. E Indur¨¢in como testigo privilegiado. El Tour circulaba a su alrededor.Visto bueno
La etapa reina hizo justicia con una precisi¨®n poco habitual. A excepci¨®n de Pantani, los 16 primeros de la general ocuparon las 15 primeras posiciones de la etapa. Nadie puede poner en duda c¨®mo la dureza del Tour sustituye los efectos de una selecci¨®n natural. Quedan por resolver algunos peque?os detalles. Lo sustancial se reduce a los 27 segundos que separan a Jalabert de Riis. El Tourmalet ha dado el visto bueno al quinto Tour de Indur¨¢in.
El dominio del l¨ªder volvi¨® a quedar patente ayer. Virenque no era enemigo y necesitaba demostrar tambi¨¦n que el ¨ªdolo franc¨¦s puede seguir siendo ¨¦l y no Jalabert. Y lo hizo precisamente el d¨ªa en que Pantani no pudo poner en pr¨¢ctica aquello de que no hay dos sin tres.Pero todo son fuegos de artificio de segundones. Indur¨¢in mueve las marionetas a su antojo desde su altura f¨ªsica y t¨¢ctica. Hoy quedar¨¢ otra posibilidad de ataques, pero la sensaci¨®n de impotencia de todos es absoluta. Riis, para conseguir cinco segundos y Z¨¹lle, para llegar a rueda, acabaron mucho m¨¢s agotados.Hoy la carrera se vestir¨¢ de negro, pero seguir¨¢ su camino. El Motorola tambi¨¦n. Alguien colocar¨¢ un ramo de flores en el kil¨®metro 34, donde Casartelli golpe¨® su rostro con el asfalto. 119 corredores sobreviven a la carrera, pero s¨®lo uno no volver¨¢ jam¨¢s. El puerto de Aspet se cobra una v¨ªctima, como el Mont Ventoux honra la memoria de Tom Simson. Siempre que se hable del puerto de Aspet se hablar¨¢ del joven Casartelli. Forma parte tambi¨¦n del c¨®digo de conducta del ciclismo, duro hasta la insensibilidad, pero tan generoso como para abrirle a un joven corredor italiano un hueco en su historia.
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