Humanos
Una de las ventajas indirectas de todoel asunto de los GAL es, probablemente, la de constatar que quienes se han ocupado de la persecuci¨®n del crimen -com¨²n o pol¨ªtico; crimen al fin y al cabo- por vocaci¨®n o, cuan do menos, profesi¨®n, resultan ser tan humanos, tan pr¨®ximos y fr¨¢giles como el resto de los mortales. Acostumbrados como est¨¢bamos los que pasamos la pubertad, juventud e incipiente madurez en el anterior r¨¦gimen a identificar a los comisarios con una raza de h¨¦roes o de vi llanos, seg¨²n los vicios, las necesidades de subsistencia o las ideolog¨ªas de cada cual, el espect¨¢culo de los ¨²ltimos d¨ªas en el que comisarios como el se?or Planchuelo, ex jefes superiores de polic¨ªa de Bilbao como el se?or ?lfaorez, e incluso ex directores gene rales de Seguridad como el se?or San crist¨®bal, denuncian y acusan a los presuntos responsables del tinglado ampar¨¢ndose en la original tesis de que "yo era un mandado" resulta ab solutamente conmovedor. Es verdad que con tan humano comportarmiento lo que hemos gana do en verosimilitud psicol¨®gica lo he mos perdido en desmitificaci¨®n juvenil. ?D¨®nde est¨¢n los aguerridos de fensores del orden que paseaban por los pasillos de las comisar¨ªas con la seguridad que da el saberse portado res de las recias esencias patrias? ?D¨®lide el desplante y comentario chulescos ante el delincuente com¨²n o pol¨ªtico, o incluso -si as¨ª lo requer¨ªa el gui¨®n- las palmaditas paterna les en la espalda del detenido? Todo aquello se derrumb¨® con tanto arre pentimiento de ¨²ltima hora. Pero as¨ª es la vida, un sube y baja de galanura y estatus, de presuntos hero¨ªsmos y evidentes derrumbes personales. A unos les saca de quicio los recordatorios de las hemerotecas; a otros, el intuir que pueden llegar a su frir el peso de la ley por un qu¨ªtame all¨¢ algo m¨¢s de 20 asesinatos por razones de Estado. Pero eso es lo que hay. Lo dem¨¢s es literatura.
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