M¨¢s de 20 'rapados' aterrorizan a dos mujeres y un hombre egipcio
"?Deprisa, deprisa que nos matan!" fue lo ¨²nico que Mar¨ªa Fern¨¢ndez, de 50 a?os, pudo decir a su compa?ero, Mohamed Halbert, de la mismaedad, y a su amiga, Agustina Gil Gonz¨¢lez, de 62, cuando vio que m¨¢s de 20 rapados se dirig¨ªan hacia ellos, el jueves por la noche, haciendo ostentaci¨®n de sendos bates de b¨¦isbol.
Los tres amigos, huyendo del calor de la noche, se fueron a charlar a un banco de la plaza de Manuel Becerra. Mar¨ªa vio c¨®mo un joven, de unos 25 a?os, que paseaba a su perro, los miraba de forma descarada y muy pendiente de lo que hablaban. En ese momento comentaban aspectos de la vida cotidiana ¨¢rabe. Poco despu¨¦s, el individuo pas¨® delante de ellos, se les qued¨® mirando de frente y se march¨®.En cinco minutos, una pandilla de j¨®venes, de entre 18 y 22 a?os, dice Mar¨ªa, todos "ni?os pijos y de clase bien", porque iban vestidos con muy buena ropa, con el pelo muy rapado, pertrechados con bates de b¨¦isbol y con las camisas enrolladas en los brazos, se dirig¨ªan hacia ellos. Dos de los rapados esperaban en la salida del parque m¨¢s cercana al lugar donde los tres amigos estaban sentados.
"Un resorte intuitivo me hizo entender que ven¨ªan a por nosotros porque est¨¢bamos con un hombre de rasgos ¨¢rabes muy definidos", confiesa Mar¨ªa. Salieron a toda velocidad por otra puerta del parque que daba a la calle de Manuel Becerra, donde ten¨ªan aparcado el coche. Se metieron en ¨¦l. El sem¨¢foro estaba verde, pero a la altura del paso de cebra, se encontraron con la calle cortada por la pandilla de j¨®venes.
Mar¨ªa, la conductora, dio un r¨¢pido volantazo y huyeron por otra calle, en direcci¨®n prohibida, hacia la comisar¨ªa de Las Ventas. Antes de que acabaran su relato, cuatro coches patrulla se dirigieron hacia la zona, pero los rapados hab¨ªan desaparecido. "Acaban ustedes de nacer", les dijo la polic¨ªa, a?adiendo que, en Madrid, hoy en d¨ªa, ir por la calle con un ¨¢rabe puede implicar la muerte. Los agentes les aclararon que los rapados llevan las camisas en el brazo para ocultar sus caras cuando apalean a alguien.
Las dos amigas dijeron, con una expresi¨®n de terror dibujada en el rostro, que hab¨ªan vivido la experiencia mas horrible de sus vidas: "No la olvidaremos jam¨¢s", a?adieron.
. Su amigo es un ingeniero que reside en Madrid desde hace diez a?os y no quiso aparecer en la fotograf¨ªa porque teme que los agresores intenten dar con ¨¦l.
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