Escritores del cincuenta
La semana pr¨®xima se celebrar¨¢ en El Escorial un curso sobre los escritores del cincuenta, la denominada "generaci¨®n del medio siglo". Una llamada m¨¢s de atenci¨®n sobre un pu?ado de escritores que interesan de forma creciente. Ha habido otras de signo editorial en lo que va de a?o: se ha publicado una nueva edici¨®n de los Cuentos completos de Ignacio Aldecoa y se ha reeditado su ¨²ltima y formidable. novela, Parte de una historia. Tambi¨¦n, ha visto la luz un libro de poemas sat¨ªricos, y conmovedores de Juan Garc¨ªa Hortelano mientras Francisco Brines ha publicado, otro con la buena marca de la casa y Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald ha lanzado el primero y espI¨¦ndido volumen de sus memorias que est¨¢n destinadas a convertirse, con las de Carlos Barral, en las memorias de la generaci¨®n.Importante generaci¨®n: ven¨ªan de una guerra, pero no fueron sus n¨¢ufragos, s¨ª sus ni?os m¨¢s o menos asombrados y perplejos, como los del Patio de armas, de Aldecoa. Creyeron en una literatura moderna rigurosa, equilibrada entre las exigencias, est¨¦ticas y las necesidades ¨¦ticas. Hablo de los mejores, no de quienes pulularon fraudulentos en entornos m¨¢s confusos.Cometieron errores: Jaime Gil de Biedma inspir¨® una de las antolog¨ªas m¨¢s mendaces que se han publicado en Espa?a en lo que va de siglo (Veinte a?os de poes¨ªa espa?ola), en donde era posible leer a poetas de la Falange y a poetas nacionalcat¨®licos, pero, en cambio, no se pod¨ªa leer un solo verso de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, proscrito por burgu¨¦s y se?orito de casino de pueblo, ya que no por fascista, aunque esto n o se dec¨ªa, pues era dif¨ªcil decirlo de quien hab¨ªa muerto en el destierro y S¨®lo volvi¨® tra¨ªdo por otros y con los pies por delante. Cometieron errores, s¨ª: Barral, exquisito. lector de poes¨ªa latina, traductor de Rilke, l¨ªrico ¨¢tico y elegante, difusor en Espa?a de la mejor literatura europea, no dud¨® en amparar la novela socialrealista, decidido a enganchar cultura y resistencia pol¨ªtica a toda costa y aun a riesgo de devaluar la literatura. Abrirse camino como escritores y como grupo de presi¨®n -esto quiso ser tambi¨¦n la llamada "escuela de Barcelona"- excusaba cualquier operaci¨®n, por discutible que fuera. Por eso, Barral, lanzado de hoz y coz a un izquierdismo sin fisuras, proscribi¨® de su editorial el nombre y la obra de Ignacio Aldecoa, a quien hac¨ªa reo de un pasado, y m¨¢s que problem¨¢tico falangismo (que habr¨ªa debido ver en gentes bastante m¨¢s pr¨®ximas a ¨¦l). Las ambig¨¹edades y las confusas batallas por, la poes¨ªa y la literatura social son d¨¦bitos notorios de una parte de la generaci¨®n.
Pero fueron muchos m¨¢s los aciertos. Por hablar s¨®lo de algunos de los que ya se fueron: Gil de Biedma escribi¨® una poes¨ªa perdurable, que se va abriendo camino en Europa y cuya ascendencia, hoy, sobre la l¨ªrica espa?ola es enorme; Barral se convirti¨®, con dos de sus libros memoriales, en uno de los mejores prosistas de su tiempo, due?o y se?or como era de un estilo lujoso y acerado, bello, incisivo e inclemente; Aldecoa dej¨® una obra narrativa de absoluta envergadura,de mirada vasta y fraterna, pero tambi¨¦n tr¨¢gica y doliente, sobre el mundo, que se plasm¨® en un castellano de seductora andadura mental vascongada y de hermosura definitiva en su fraseo, su vocabulario y sus im¨¢genes; Alfonso Grosso, devastado por la historia y otros fantasmas oscuros, logr¨® salvarse de los fuegos doctrinarios y escribir un par de libros muy notables, que lo sit¨²an bastante por encima del regionalismo al que algunos, para salvarlo, quieren adscribirlo.
Los vivos siguen y gozan de buena salud. Han resistido embates y descalificaciones, y acreditan un pulso literario vigoroso y palpitante. Leer aquello, tan hondo -s¨ª- de "en viejo pa¨ªs ineficiente...", de Gil de Biedma, o alg¨²n cuento, terrestre y solidario, de Aldecoa (?Patio de armas? ?Balada del Manzanares?), sigue siendo un placer y una aventura luminosa que compensa, por seguir hablando de este pa¨ªs y de esta lengua, de tanta estupidez radiada, amarga y cotidiana.
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