Venezuela, en la encrucijada
El deterioro social y econ¨®mico multiplica las exigencias de un cambio de rumbo
Luis Herrera Campins, presidente venezolano entre 1979 y 1984, resumi¨® la voracidad de muchos nacionales con esta reflexi¨®n: "?ste es el pa¨ªs de las empresas quebradas y los empresarios pr¨®speros" .Al a?o y medio, de la investidura del democristiano Rafael Caldera, cuya honestidad y compromiso con el rearme moral y cultural de la naci¨®n son de agradecer en un continente donde se rob¨® a destajo y por d¨¦cadas, se suceden las cr¨ªticas contra su administraci¨®n.Organizaciones empresariales le imputan ausencia de objetivos claros en el programa econ¨®mico y la mayor¨ªa de los venezolanos reclama que a su decencia sume resultados concretos. Caldera, de 79 a?os, en una entrevista con este diario en Miraflores -la residencia oficial del presidente venezolano-, subray¨® que los problemas heredados son de gran envergadura y que a¨²n es corto el tiempo transcurrido desde la asunci¨®n. presidencial.
"Caldera no se atreve porque teme la explosi¨®n social", adivina el ex presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, que cumple prisi¨®n domiciliaria en su casona de las afueras de Caracas con cargos de desviaci¨®n de fondos p¨²blicos. Posiblemente sea asi porque, adem¨¢s del escaso entusiasmo del jefe del Ejecutivo por el liberalismo econ¨®mico, en el recuerdo de todos est¨¢n los cruentos disturbios registrados en la capital venezolana en 1989, con m¨¢s de 400 muertos, a?o en que P¨¦rez ejecut¨® a la brava algunas de las medidas de ajuste recomendadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Sectores empresariales, financieros, inversionistas: y parte de la poblaci¨®n consideran, sin embargo, impostergable un cambio en la orientaci¨®n paternalista del Estado y en los r¨ªgidos esquemas de funcionamiento del pa¨ªs, resultados del man¨¢ petrolero y los generalizados subsidios y d¨¢divas disfrutados tiempos atr¨¢s. Por ello, piden al actual jefe del Ejecutivo, cuya primera presidencia se cumpli¨® en el quinquenio 1969-1914, que se atreva con una subida de la, gasolina y asuma el inevitable coste pol¨ªtico de ¨¦sta y otras medidas duras o de choque.
Los empresarios tambi¨¦n recomiendan acelerar las privatizaciones, reformas estructurales en las empresas del Estado ruinosas y la supresi¨®n del control de cambio dispuesto el pasado a?o para evitar la fuga de divisas a ra¨ªz de una crisis bancaria que hizo tambalearse el sistema. Con ¨®rdenes de busca y captura, y miles de millones de fondos p¨²blicos en el bolsillo, un n¨²mero de importante banqueros huy¨® a Miami.
"Estamos llevando adelante un proceso d¨¦ apertura gradual de nuestra econom¨ªa y saneando el sistema bancario, sentando las bases del futuro", precisa el ministro de Hacienda, Luis Ra¨²l Matos Az¨®car, quien subraya la prometedora apertura petrolera a concesiones extranjeras aprobada y alude al d¨¦ficit fiscal y estrechos m¨¢rgenes de actuaci¨®n heredados cuando lleg¨® al cargo: 941.000 millones de bol¨ªvares (m¨¢s de 660.000 millones de pesetas).
Matos sostiene que no hay suficientes bol¨ªvares para atender todas las reclamaciones salariales, exigidas con huelgas y manifestaciones. ."El dinero ya no. tiene vida", protesta un manifestante, ajeno a las razones macroecon¨®micas del ministro. Lidiar con el actual desbarajuste no parece f¨¢cil y menos en un pa¨ªs cuyos habitantes se creyeron los m¨¢s ricos del mundo cuando el barril de crudo se cotizaba caro y encajan mal su empobrecimiento. En la d¨¦cada que sigui¨® a 1973, el pa¨ªs ingres¨® por la venta de su petr¨®leo 240.000 millones de d¨®lares: cinco veces el Plan Marshall dispuesto por Estados Unidos para reconstruir Europa despu¨¦s de la II Guerra Mundial. En las sentadas de la plaza Bol¨ªvar se dec¨ªa: "Hab¨ªa dinero para robar, dejad que los dem¨¢s. tambi¨¦n robaran".
Posibilidades y recursos hay, aunque el pasado a?o se haya registrado un crecimiento negativo y las expectativas no sean halag¨¹e?as. Venezuela, con 21 millones de habitantes, ingresa anualmente m¨¢s de 12.000 millones de d¨®lares (cerca de bill¨®n y medio de pesetas). Mucho dinero. Un alto funcionario del Gobierno, pidiendo pacienc¨ªa v confianza admit¨ªa en privado que muchas veces se trabaja y decide "casu¨ªsticanlente", sobre la marcha, a la vista de que "ya no hay un modelo claro despu¨¦s de lo que ocurri¨® con M¨¦xico y los problemas observados en Argentina. Hay que tener cuidado". En la oposici¨®n, Gustavo Tarre Brice?o, presidente de la Comisi¨®n de Finanzas de la C¨¢mara de Diputados, ataca: ?Hay ministros que morir¨ªan de hambre si cobraran por su rendimiento".
Jos¨¦ Antonio Misle, de 26 a?os, camarero siri cualificar, tambi¨¦n apremia los logros: fundamentalmente, una mejor calidad de vida y ¨¦xitos contra una delincuencia rampante. Jos¨¦ Antonio forma parte del perraje, como en ¨¢mbitos pudientes se denomina a la clase media-baja o indigente. ?l exige mano dura o la disoluci¨®n del Congreso, y asegura que no le inportar¨ªa un golpe militar; tampoco una maniobra autoritaria semejante a la del peruano Alberto Fujimori en su primer mandato. "Caldera es bueno, pero a veces le falta car¨¢cter y se deja dominar por los que le rodean". Pesimista, advierte que aqu¨ª va a pasar algo. A m¨ª no me importa que suban la gasolina o hagan otras cosas, pero quiero que sirva para algo, que no se lleven el dinero los corruptos. En Venezuela hay mucha gente que pasa hambre".
Caldera niega cualquier veleidad autoritaria, recordando que si a los 79 a?os regres¨¦ a la pol¨ªtica fue para "proteger¨¢ la democracia, que peligraba bajo el peso de la. corrupci¨®n". El Ejecutivo defiende que los niveles de corrupci¨®n son menores, y uno de sus portavoces dice que faltan a la verdad quienes denuncian "clientellismo partidista" en la instituci¨®n creada para combatirla.
El conocido comentarista Jos¨¦ Vicente Rangel se muestra severo: "La corrupci¨®n ha continuado en nombre de la honestidad, y es m¨¢s peligrosa porque tiene un poder disolvente tremendo". Los elevados ¨ªndices de violencia urbana, las carest¨ªas y los magros salarios reales son fardos antiguos que lastran el futuro de este pa¨ªs y aumentan el descontento.
La mayor¨ªa de las fuentes consultadas en Caracas coinciden en que se acorta el plazo del Gobierno, y el cr¨¦dito otorgado por los venezolanos, para encontrar soluciones al deterioro social y econ¨®mico. "A corto plazo, apenas hay razones para ser optimistas", advierten.
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