Con sonrisa de diablillo
A este hombre le dan una guitarra y la arma. Si otros necesitan pedirle al p¨²blico que coree tal o cual estrofa o acompa?e con palmas, a Gilberto Gil le basta estar ah¨ª para que la excitaci¨®n se produzca espont¨¢neamente. Resulta tan obvio con el paso de los a?os que hay incluso quien ha escrito que no tiene m¨¦rito. Respuesta de la tribu: igual en Tokio, La Habana, Lisboa o Bah¨ªa. Hasta en Bruselas. Ni siquiera una infecci¨®n bucal consigui¨® estropear su cita con Madrid. As¨ª sucede que al final la gente se pasa un cuarto de hora reclam¨¢ndole m¨¢s.Son 30 a?os de m¨²sica y 32 discos. Ac¨²stico o Unplugged grabado el a?o pasado para la MTV, es el ¨²ltimo, y en eso consisti¨® la actuaci¨®n, en desenchufarse. Gilberto Gil lo defini¨® como un trabajo sencillo y tranquilo. De simple nada: algunos temas que tocaron exigen una t¨¦cnica depurada; apacible, todo lo que pueda serlo un espect¨¢culo que acaba con la sala bailando desenfrenadamente al ritmo de Palco o Toda menina baiana.
Gilberto Gil
Gilberto Gil, voz y guitarra ac¨²stica; Celso Fonseca, guitarra ac¨²stica y guitarra de 12 cuerdas; Arthur Maia, contrabajo; Lucas Santana, flauta; Jorge Gomes, bater¨ªa, y Bandolim y Eduardo Szajunbrum, percusiones. La Riviera. Madrid, 28 de julio.
En alguna secuencia (Refazenda, Realce, Exot¨¦rico) sigui¨® el gui¨®n del ¨¢lbum. En otras, se lo salt¨® a la torera para sorprender con una versi¨®n nt¨¢stica del Chiclete com banana, que David Byrne tuvo el tino de incluir en uno de sus recopilatorios de m¨²sica brasile?a, o una obra antigua de Jacob do Bandolim.
Lucha musical
Cont¨® en espa?ol que el choro surgi¨® en R¨ªo de Janeiro a principios de siglo cuando m¨²sicos de gran virtuosismo se juntaron para cultivar un g¨¦nero b¨¢sicamente instrumental y con lazos de consanguinidad con el jazz. Para introducir el inconfundible sonido del berimbau (alhambre tensado entre los dos extremos de una vara de maera flexible) explic¨® que ¨¦ste acompa?aba movimientos de una danza que los esclavos utilizaban para entrenarse a la lucha sin levantar sospechas: la capoeira. Algunos espectadores llevaban ya varios cuerpos de ventaja cuando arranc¨® el Expresso 2222. Ese mismo que Gilberto Gil tom¨® un d¨ªa de 1966, tras dejar un buen empleo en una multinacional suiza, y con el que, encabez¨® la tropicalia, explor¨® la m¨²sica rural, fue el primero en retomar la herencia africana, se aventur¨® por los esquemas musicales negros norteamericanos, comparti¨® el reggae con Jimmy Cliff y los Waylers acercando Jamaica a Bah¨ªa, y se adelant¨® al auge de los conciertos ac¨²sticos.
Catalizador de direcciones, ha sacado billete con destino al siglo XXI dispuesto a no perderse ni un momento. Con su sonrisa de ni?o travieso y 53 a?os reci¨¦n cumplidos.
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