Indulto para Villarb¨®n
J¨®venes arquitectos resucitan un pueblo de los Ancares Ieoneses abandonado por sus antiguos vecinos hace 20 a?os
Jos¨¦ L¨®pez Pe?a muri¨® hace 14 a?os a causa de una ca¨ªda desde un cerezo en Villarb¨®n. Su agon¨ªa en un hospital cercano dur¨® seis d¨ªas. Ten¨ªa casi sesenta a?os. Sus ojos hab¨ªan sido los testigos finales de la decadencia del pueblo que le vio nacer. Su esposa, Mar¨ªa, aguard¨® paciente, en soledad, a recoger la cosecha sembrada meses antes para abandonar el lugar. Nunca regres¨®.Ambos fueron durante seis a?os los ¨²nicos guardeses de esta aldea perdida en el valle leon¨¦s de Ancares, territorio de lobos y jabal¨ªes. En la d¨¦cada de los setenta sus convecinos hab¨ªan emprendido un particular ¨¦xodo hacia la ciudad en busca del espejismo del progreso.
Tras permanecer m¨¢s de dos lustros en el olvido m¨¢s absoluto, pasto de zarzas, retama y ortigas, Villarb¨®n ha vuelto a la vida y en menos de cinco a?os puede convertirse en un pueblo-escuela de naturaleza para los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, vivero forestal y "nido de profesionales" urbanitas atacados por el estr¨¦s.
El autor del proyecto es Miguel Gonzalo Garc¨ªa, Yuma, un leon¨¦s de Veguellina de ?rbigo, autodidacto, que a sus 41 a?os pasa por ser uno de los ¨²ltimos bohemios realmente aut¨¦nticos. Tiene a gala vivir del aire, con satisfacci¨®n; hombre de mil oficios que lleva empe?ados sus ¨²ltimos ocho a?os en resucitar Villarb¨®n.
Para vivir solo hay que saber vivir, y a muchos les cuesta toda una vida el aprendizaje". Dice que no hay estrellas como las que iluminan el cielo sobre la comarca del Bierzo en una noche de verano.
Para muchos, su intento en el valle es est¨¦ril. Otros sostienen, sin embargo, que s¨®lo ¨¦l es capaz de sacar adelante una idea as¨ª. Ante los comentarios, Miguel Yuma afirma no sin cierta sorna: "Entre perder 20 a?os de mi vida detr¨¢s del mostrador de un banco o detr¨¢s de un sue?o, prefiero lo segundo".
Hoy, El Yuma, apodo por el que le conocen en Le¨®n hasta los bur¨®cratas, es propietario de varias casas y tierras de labor de Villarb¨®n. Otras fincas le han sido cedidas por almas altruistas que consideran que la idea no es mala si llega a buen puerto. No falta quien prefiere que lo que fue su hogar anta?o, en la actualidad en ruinas, se desmorone antes de verlo habitado.
Una veintena de arquitectos gallegos de la escuela de La Coru?a, pertenecientes al movimiento Arquitectos sin Fronteras, permanece desde hace tres semanas en Villarb¨®n para dibujar palmo a palmo el plano del pueblo tal y como era hace un siglo. Entonces, m¨¢s de un centenar de casas y cuadras de piedra y pizarra se alzaban sobre las Pe?as del Diablo, dando cobijo a 60 vecinos y a una importante caba?a ganadera.
En los a?os cincuenta hab¨ªa 48 mozos. La historia sigue impregnada en las paredes de las casas, como el holl¨ªn que recuerda el calor de anta?o; la t¨ªa Capadora, de la que se cuenta que retorci¨® los test¨ªculos de su marido hasta matarle; Lico, el de Ocero, a quien la ingesti¨®n de una tortilla de escarabajos y 24 huevos le hizo ganar el cielo tempranamente; los modos de Santiago, El Falangista.
Todos marcharon dejando los objetos que les ataban a un pasado que quer¨ªan olvidar; arcones de nogal, esca?os de casta?o, alacenas... La rapi?a no ha conseguido borrar la historia de lo que fue Villarb¨®n.
El grupo de j¨®venes arquitectos habita dos casas rehabilitadas. Otras tres est¨¢n en restauraci¨®n. Empe?o no les falta. Uni¨®n Fenosa devolver¨¢ la luz el¨¦ctrica a la aldea antes del oto?o, Telef¨®nica estudia el coste de la instalaci¨®n de dos tel¨¦fonos y el plan europeo Leader ha concedido 19 millones de pesetas para hacer realidad un vivero. forestal aut¨®ctono.
El Yuma es, tras las ¨²ltimas elecciones, presidente de una junta vecinal recuperada con otros cinco miembros de su familia. El pr¨®ximo paso ser¨¢ arreglar, antes de que lleguen las nieves, el camino de cuatro kil¨®metros infernales que une Villarb¨®n con la carretera principal del valle.
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