El temblor de la megaloman¨ªa
Llego a Marbella justo a tiempo para hacerme con un pin de la serie sobre personajes de la zona que est¨¢ regalando el diario Sur: nada menos que La Cosa que est¨¢ en el Ayuntamiento. O sea, que te lo pones con esa inconsciencia propia del veraneante e inmediatamente sufres un desprendimiento de solapa de consecuencias imprevisibles. De momento no he visto a nadie con Ello puesto, pero eso no quiere decir nada: yo no me muevo en el Entorno, sino en esa otra Marbella de verdad, de gente estupenda y discreta que en la estaci¨®n alta se difumina mientras crece, digamos, la est¨¦tica venezolano-kuwait¨ª. ?sta es una ciudad preciosa a la que sobran muebles humanos, por adjetivarlos de alguna manera. Sin embargo, no se alarmen, porque me propongo contar todo lo que pueda sobre el marbellerio estacional.Veamos: Jean-Marie Rossi est¨¢ aqu¨ª con su nueva novia, Marie Leroy, y tuvieron uno de esos accidentes de ricos, que se les enganch¨® el yate en una maroma y tuvieron que volver en una zodiac. M¨¢s: hoy act¨²a Rosario para superar la pena, pero como es en un estadio, no voy a ir; y eso que me gustar¨ªa verla superar la pena en un estadio, pero es que estoy en una edad m¨¢s de caf¨¦-concert. En eso les voy a fallar. No pienso perderme el fiest¨®n contra el c¨¢ncer, que si todo va bien les contar¨¦ ma?ana. Es decir, si sobrevivo a la impresi¨®n de ver personalmente a Raymond Nakachian y a su esposa, Kimera -ya saben, los padres de Melodie, la ni?a secuestrada-, pintada siempre de homenaje a Mizogouchi. Una amiga m¨ªa se la encontr¨® haciendo la compra en el supermercado y todav¨ªa no se ha repuesto del coma crom¨¢tico.
Pero una cosa es verdad: si quieres sobrevivir aqu¨ª debes alterar tu sentido de los colores. Por ejemplo, en Puerto Ban¨²s me met¨ª en la galer¨ªa de un ilustre pintor que firma Ruiz con caracteres picassianos -y si cuela, cuela- y casi me desnuqu¨¦ contra el yate de enfrente al ver las telas soy buena, soy buena, las llamo telas pintadas con esp¨¢tula, y sus correspondientes precios. Con decirles que el cuadro -soy buena, etc¨¦tera- m¨¢s barato, el del payas¨ªn que no debe faltar nunca en la habitaci¨®n de cualquier hijo plasta del que nos queramos deshacer, costaba un mill¨®n de pelas. El m¨¢s caro, un retrato de gaucho que a Mart¨ªn Fierro le pondr¨ªa las espuelas de punta, se vende por el m¨®dico precio de cien (lo pongo en letras para que no crean que es un error de transcripci¨®n) millones de pesetas. El espatulador precoz, tambi¨¦n llamado artista, tiene un mont¨®n de fotos en la pared que le muestran con famosos de solera y reconocido gusto art¨ªstico, tales como Chiquito de la Calzada y la se?ora de Ban¨²s. No s¨¦ yo, pero s¨®lo llegar y ya he notado una cierta tendencia a la megaloman¨ªa.
A donde tampoco voy a ir aunque me lo pida de rodillas mi jefe es a uno de los parques acu¨¢ticos de los alrededores. Aparte de que en nataci¨®n, como pr¨¢cticamente en todo, hago lo justo para la supervivencia, estoy reuniendo todas mis fuerzas acu¨¢ticas para cuando se estrene Waterworld, de Kevin Costner, otro gran megal¨®mano que merecer¨ªa estar en Marbella de concejal de cultura. Acabo de leer en el Vanity Fair, revista gringa que me chilla, que todo el equipo rod¨® con unos parches esp¨¦ciales pegados al cuerpo onda menopausia, pero para contrarrestar el mareo cuyos efectos secundarios consisten en somnolencia, visi¨®n nublada y mente confusa. Quiere decir que en vez de una epopeya marina puede haberles salido una versi¨®n et¨ªlica de La sirenita. Por lo que cuentan, se cre¨ªan tan listos que rodaron en Hawai sin dejarse asesorar por los nativos, y fueron a elegir Kawailiae, el lugar m¨¢s azotado por los vientos de todo el archipielago. Por otra parte, no s¨¦ si me erotizar¨¢ un Kevin Costner que se dedica a beber su propia orina reciclada.
Volviendo a la Costa del Sol, que no cunda el p¨¢nico. No todo son malas noticias. Simoneta G¨®mez Acebo, la sobrina del Rey, ha sido vista en Guadalmina, donde veranea, leyendo un libro.
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