La caridad empieza por uno mismo
Confieso que pas¨¦ el d¨ªa renerviosa, prepar¨¢ndome para la cena de gala de la Asociaci¨®n Espa?ola contra el C¨¢ncer que se celebraba en un hotel de Marbella, con esos nervios que toda mujer experimenta ante acontecimientos excepcionales de su vida: la primera comuni¨®n, la puesta de largo, la boda, la presentaci¨®n en el templo del heredero var¨®n, la ligadura de trompas... Yo, adem¨¢s, me pon¨ªa sandalias altas por primera vez despu¨¦s de la operaci¨®n, y me aterraba la idea de esco?arme delante, un suponer, de Gunila (nuestra Gunila, la llaman aqu¨ª: son muy tiernos). Por otra parte, una turbadora idea aumentaba mi congoja: ?dejar¨ªan fumar, trat¨¢ndose de un acto contra el c¨¢ncer? Claro que s¨ª, reflexionaba cada dos por tres: de lo contrario, se les acabar¨ªa la parroquia con la que hacer bondades.Por fin consegu¨ª sofronizarme e hice mi entrada en los amplios salones, camino del jard¨ªn con piscina en donde estaban las mesas, con relativa seguridad, que aument¨® al advertir que entre los invitados hab¨ªa mayor¨ªa de fumadores y que Rappel, el adivino, ten¨ªa que preguntar d¨®nde se hallaba su sitio. En compensaci¨®n, nadie tuvo que inquirir durante toda la velada en d¨®nde se hab¨ªa sentado Rappel, pues entre los destellos de su melena y los de su t¨²nica creaba en torno a s¨ª como un espejismo, algo parecido a lo de la virgen de El Escorial, pero con unas gafas en cuyas patillas podr¨ªa sentarse un equipo de water-polo.
El s¨ªmil de El Escorial no es gratuito, porque hab¨ªa, pese a los trajes de noche de las se?oras, un misticismo de calibre 3,8 flotando en el ambiente: esa sensaci¨®n de autobondad que emana la jet-set cuando se desprende de algo en favor de los pobres o enfermos que est¨¢n quietos. Lo de M¨¦dicos sin Fronteras es una insignificancia comparado con el furor solidario que empuja a esta gente a comprarse modelitos, qui¨¦n sabe mediante qu¨¦ sacrificios, o a implorarlos, a trav¨¦s de ignotos contubernios, para poder ser buena noche tras noche. ?sta es una adicci¨®n peligros¨ªsima: te vas acostumbrando a la caridad, y acabas metiendo en la Seguridad Social a la asistenta.
Como estoy reci¨¦n llegada a la ciudad y tuve el tiempo justo de adquirir una de las ¨²ltimas invitaciones, me toc¨® una mesa medio pelo -hab¨ªa bastantes: gente que veranea en Marbella y no se pierde un sarao para pillar carnaza famosa con la visual-, cuyos integrantes mostraron el buen gusto de no nombrar a los enfermos de c¨¢ncer ni una sola vez. Sin embargo, fue una conversaci¨®n muy instructiva, espoleada por la novedad de tener sentada a su mesa a una periodista que no trabaja para el Abc ni para Mar¨ªa Teresa Campos. Empezamos por lo m¨¢s light, haciendo un somero repaso a los escarceos playeros de la Pantoja con el Monte de Mar¨ªa, pero pronto entramos en materia: "Si quer¨ªan atentar contra el Rey, eso est¨¢ relacionado con lo mal que est¨¢n las cosas ¨²ltimamente", plante¨® una dama que se hab¨ªa presentado como empresaria-poetisa, y que en los momentos libres tomaba notas, seguramente para escribirle una oda a Al Kassar. "F¨ªjate, con lo mal que se ha hablado de Franco, pero ¨¦l nunca nos rob¨® nada", intervino otra se?ora de distinguido a la par que sencillo porte. Y su marido reafirm¨®: "Y el marqu¨¦s de Villaverde, tampoco". Consider¨¦ que no era prudente disentir, porque entre los desconocidos siempre te puede salir un karateca, de modo que seguimos remont¨¢ndonos al jur¨¢sico un rato m¨¢s, hasta que uno de los comensales nos hizo volver bruscamente al presente, para hablar de las recientes declaraciones de Aranguren justificando el GAL. Y ah¨ª todos se pusieron de acuerdo. Hasta puede que pronto surja una propuesta para dar una fiesta a beneficio del viejo profesor de ¨¦tica.
De modo que, a media fiesta, cuando vi que no me tocaba el cofre de joyas de tres millones en el sorteo, y que ni siquiera ahogaban en la piscina al coro rociero que nos ameniz¨® la noche, sal¨ª del antro, me descalc¨¦, y decid¨ª dejar de fumar. A m¨ª no me benefician ¨¦stos en lo que me queda de vida.
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