"S¨®lo veo los errores que cometo"
La actriz Michelle Pfeiffer s¨®lo se ve defectos en la sala de proyecci¨®n, y considera un tormento hablar de ella misma y de su ¨²ltima pel¨ªcula, Dangerous minds.
Ya no edita las entrevistas, no da m¨¢s las respuestas el¨ªpticas que hac¨ªan que se la viera como el equivalente period¨ªstico a cubrir un fen¨®meno geol¨®gico. Incluso esa tristeza escandinava, una reserva de melancol¨ªa a la que la actriz recurr¨ªa en pel¨ªculas como La casa Rusia y Frankie & Johnny, parece tan lejana como una noche de invierno en el Polo."Soy m¨¢s alegre, no hay duda", dice Michelle Pfeiffer, de 37 a?os. "Tener hijos te hace eso. Son tan puros, tan esperanzadores. Los miras a los ojos y te das cuenta de lo f¨²til que es sentarse a contemplar lo miserable que es el mundo".
Fuera de la pantalla, Pfeiffer y su familia pueden llenar ahora una camioneta. Tiene un hijo de un a?o, una hija adoptada de dos, una ni?era y un marido, el productor y escritor David E. Kelley.
En la pantalla ha hecho el amor a un hombre que de noche ejerc¨ªa de lobo, se ha enamorado de un chico que cre¨ªa ser un murci¨¦lago y se ha enzarzado a tortas con el diablo. Acaba de terminar una pel¨ªcula rom¨¢ntica al lado de Robert Redford y est¨¢ promocionando Dangerous minds, que espera gustar¨¢ al senador Bob Dole, candidato presidencial anti-Hollywood.
La pel¨ªcula, que se estrenar¨¢ en Espa?a en octubre, est¨¢ basada en la historia real de una antigua infante de Marina, Lou Anne Johnson, quien acepta dar clases en un instituto en el que los alumnos est¨¢n a un paso de la c¨¢rcel, el embarazo o vivir del subsidio social. No hay "violencia injustificada ni sexo sin amor", por usar la frase pronunciada por Dole en un discurso a principios de este a?o. El filme afirma un viejo principio progresista y una tradici¨®n del mismo corte en las pel¨ªculas de Hollywood: que los profesores iconoclastas pueden cambiar las cosas para los peores chicos de la sociedad.
"Algunos dir¨¢n que es una pel¨ªcula con mensaje, y s¨¦ que suena a petardo", afirma Pfeiffer. "No lo es. Es divertida. Triste. Entretenida. Le¨ª el libro y quise hacer el papel de Lou Anne. Pero no quer¨ªa hacer una versi¨®n sentimental de su historia".
Pfeiffer empez¨® a rodar Dangerous minds cuando llevaba tres meses de embarazo; al final del rodaje iba ya por los seis meses, aunque lo disimularon considerablemente con chaquetas y blusas amplias. Los productores y la actriz discutieron principalmente por el hecho de que todas las escenas en las que sal¨ªa Andy Garc¨ªa, objeto del inter¨¦s amoroso e la profesora, fueran cortadas en la sala de montaje. (Pfeiffer ha dicho que los realizadores de la pel¨ªcula consideraron que la ventura de Lou Anne desviaba demasiado la atenci¨®n).
Lou Anne es una mujer herida, como la mayor¨ªa de los personajes memorables de Pfeiffer, y a la que no le dan pereza los versos de Dylan Thomas. Inevitablemente, sin embargo, la mente repasa personajes que ha interpretado anteriormente Michelle Pfeiffer, como la cantante de sala de fiestas que tan bien adorna un piano en Los fabulosos Baker Boys, haciendo con voz arrulladora una interpretaci¨®n de Making whoopes que quita la respiraci¨®n.
La cuesti¨®n es si el potencial de Dangerous minds como candidata a premios por la labor social realizada y la actual felicidad dom¨¦stica de Pfeiffer alejar¨¢n a la actriz de los bares llenos de humo y las amistades poco recomendables. "No hay por qu¨¦ preocuparse", dice. Los labios que lanzaron miles de inyecciones de col¨¢geno est¨¢n muy lejos de retirarse. "Disfruto interpretando ciertos personajes, por lo general los ligeramente malos", explica, tranquilizadora. "Me siento m¨¢s a gusto en ellos".
Sentada en el comedor de la piscina del hotel Argyle de Los ?ngeles, en el restaurante F¨¦nix, lleva una sencilla camiseta de algod¨®n blanca de pico, una veraniega falda plisada y zapatos negros de suela gruesa. El estancado aire de la ciudad tiene m¨¢s color que su piel, que parece un pergamino de seda. No va pintada.
Sus admiradores, preocupados por el azul de sus ojos inyectados en sangre, le han enviado gotas. Y ahora tiene una buena excusa para sus ojos enrojecidos: la falta de sue?o, que es la marca caracter¨ªsitca de una buena madre. "Necesito dormir diez horas al d¨ªa", explica, pero ahora no duerme m¨¢s que una peque?a parte de esas horas. "Es asombroso lo que aguantas cuando tienes hijos".
Martin Scorsese, que la dirigi¨® en La edad de la inocencia (era la condesa Ellen Olenska), dice que Pfeiffer puede crear tensi¨®n con sus ojos y hacer frente a la c¨¢mara mejor que casi todas las estrellas. El proyecto de Pfeiffer con Ropbert Reford, que acaba de terminar de rodar, surgi¨® a partir de una historia de Jessica Savitch, presentadora y reportera de la NBC, cuya vida (contada por ella misma) fue un aut¨¦ntico mare m¨¢gnum. Muri¨® en accidente de coche en 1993. Sin embargo, la pel¨ªcula, llamada Up close and personal, termina como un drama rom¨¢ntico, con Pfeiffer, ambiciosa reportera, enamorada de un productor de telediarios interpretado por Redford.
Despu¨¦s de que Redford hiciera Habana, con Lena Olin, algunos cr¨ªticos dijeron que estaba cargando demasiado las tintas como actor rom¨¢ntico. "No es cierto", dice Pfeiffer, que ha interpretado a oponentes femeninas de los grandes actores, desde Mel Gibson hasta Sean Connery o Daniel Day-Lewis. Redford, que es 20 a?os mayor que ella, "no pon¨ªa m¨¢s que la chispa necesaria", dice. "No ha perdido un ¨¢pice de su talento, puedo garantizarlo", a?ade. "Estaba fabuloso. Creo que realmente conectamos". Se r¨ªe, pone por un momento cara de admiraci¨®n.
"Sigue siendo Robert Redford". Por su parte, Redford dice que le result¨® f¨¢cil trabajar con Pfeiffer: "Puede que haya ganado un concurso de belleza, pero no se duerme en los laureles de esa belleza", afirma. "Tiene verdadera disciplina. Puede poner moci¨®n, imprimir ritmo". Y a?ade que es f¨¢cil tenerla como coprotagonista. "Gran parte de la interpretaci¨®n consiste en aprovechar lo que te da la otra persona. Con ella hubo un gran intercambio".
Cuando repasa su carrera, Pfeiffer no se arrepiente de nada, aunque dice que probablemente habr¨ªa podido pasarse sin hacer Conexi¨®n Tequila, en la que terminaba en un jacuzzi con Mel Gibson. Rechaz¨® el papel que dio a Jodie Foster el Oscar a la mejor actriz en El silencio de los corderos y se pens¨® en ella para el papel de Instinto b¨¢sico, que convirti¨® a Sharon Stone en una estrella. "Realmente, no pienso en qu¨¦ es comercial y qu¨¦ no, porque se me da muy mal juzgar eso", dice la actriz, que por lo general cobra seis millones de d¨®lares por pel¨ªcula (m¨¢s de 700 millones de pesetas). "Busco cosas que no me resulten ofensivas".
Al preguntarle qu¨¦ papel considera m¨¢s cercano a ella, se r¨ªe y dice: "Si supiera c¨®mo soy sabr¨ªa responderle". Contemplarse en la pantalla la abruma: "He visto pel¨ªculas enteras conteniendo la respiraci¨®n. Creo que es humanamente posible, porque lo he hecho. Siempre me temo lo peor. S¨®lo veo los errores que cometo".
Le gustar¨ªa repetir su papel de Catwoman, aunque en su propia pel¨ªcula sobre este felino personaje, no en una de la factor¨ªa Batman. Entre sus proyectos para el futuro est¨¢n una historia sobre la artista Georgia O'Keeffe. "Mire, tengo sus mismas manos", dice. Piensa protagonizar, al lado de Jessica Lange, una adaptaci¨®n de la novela de Jane Smiley A thousand acres, pero ha rechazado Evita, el musical para el que estudi¨® canto. Los ni?os han cambiado sus prioridades y limitado sus viajes a lugares de rodaje.
Aunque Pfeiffer tiene miedo de lo que la edad puede hacerle a su carrera, se siente tranquiliza a por el ¨¦xito que han tenido este verano actrices de cuarentaiantos a?os, como Jessica Lange, en Rob Roy, y Meryl Streep, en Bridges of Madison County. "Por un momento pareci¨® que la ¨²nica que estaba saliendo adelante era Susan Sarandon. Pero ahora, gracias a Dios, ah¨ª est¨¢n Jessica Lange, Meryl Streep y Catherine Deneuve. Quiz¨¢ las cosas est¨¦n cambiando. Puede que me queden m¨¢s a?os de los que pensaba", dice.
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