Sin parecido con una novela de pr¨ªncipes
Las dificultades ayudaron a Don Juan Carlos, dice Tusell en una biograf¨ªa del Rey
La biograf¨ªa del Rey que ha escrito el historiador Javier Tusell se parece poco a una novela de pr¨ªncipes. Nacido en el exilio, educado en una lengua que no era la suya, manteniendo un desesperan te equilibrio entre la dinast¨ªa y el r¨¦gimen franquista y bregando para lucir la dignidad de un sucesor sin tener dinero ni para un traje, don Juan Carlos, recuerda, ha tenido una vida muy complicada. Tusell est¨¢ convencido de que "es un buen rey porque lo ha pasado muy mal". El historiador, que acaba de dirigir el seminario Restauraci¨®n mon¨¢rquica en la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo, de Santander, publicar¨¢ en octubre su biograf¨ªa del Rey, Juan Carlos I, la restauraci¨®n de la democracia, para la qu¨¦ ha reunido testimonios y documentos del propio monarca y sus colaboradores. Del trabajo se desprende que don Juan Carlos y su padre, don Juan, y no sus asesores ni otras figuras ligadas- al anterior r¨¦gimen, fueron los art¨ªfices de la restauraci¨®n.Tusell opone as¨ª sus tesis a las de Luis Mar¨ªa Anson, que en su libro Don Juan atribuye una enorme influencia a Pedro S¨¢inz Rodr¨ªguez, asesor del conde de Barcelona. El historiador admite que el director de ABC ha tenido la, virtud de atraer la atenci¨®n sobre la importante figura del padre del Rey, pero considera que Don Juan es m¨¢s una "novela hist¨®rica" que un texto de rigor cient¨ªfico.
?En qu¨¦ momento se hizo don Juan Carlos dem¨®crata? La pregunta, seg¨²n Tusell, est¨¢ mal planteada. Tom¨® de su padre la idea de que la monarqu¨ªa deb¨ªa ser para todos los espa?oles y el historiador piensa que en la Espa?a de los a?os sesenta esta idea era lo m¨¢s cercano que cab¨ªa imaginar a un r¨¦gimen de libertades. Dif¨ªcilmente, pod¨ªa definirse como dem¨®crata, sost¨ªene, cuando ni la propia sociedad espa?ola se manifestaba como tal.
Seg¨²n Tusell, carece de fundamento la acusaci¨®n de que don Juan "se entreg¨®" al franquismo. El conde de Barcelona mantuvo una tensi¨®n permanente, con Franco, dice, y pudo entregarse -a la manera en que la dinast¨ªa portuguesa se entreg¨® a Salazar-, pero jam¨¢s quiso hacerlo. Esta tensi¨®n se reflej¨® en una carta dirigida por el entonces pr¨ªncipe Juan Carlos a su padre: "Cada vez que hablas tengo que ir a El Pardo a jurar [adhesi¨®n]".
Tampoco hay que ignorar las tensiones entre padre e hijo. Cuando en 1969 don Juan Carlos le hizo llegar un mensaje para informarle d¨¦ que hab¨ªa aceptado la designaci¨®n como sucesor de Franco, don Juan espet¨® al mensajero, el marqu¨¦s de Mond¨¦jar: "Te iba a mandar a hacer pu?etas, pero, como es, la virgen del Carmen, lo mejor ser¨¢ que nos vayamos a misa".
Sin embarg¨®, padre e hijo antepusieron su proyecto com¨²n de reinstaurar la monarqu¨ªa a sus ambiciones personales.
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