El sabio de Itzea

SERIO, SENCILLO y silencioso. Las tres eses que, seg¨²n P¨ªo Baroja, definen al vasco, cuadraban a la perfecci¨®n con la figura de su sobrino, Julio Caro Baroja, un humanista en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino, que -como en todo- sin aspavientos muri¨® ayer en la casa familiar de Itzea, en Vera de Bidasoa, a los 80 a?os. Este escritor, historiador y antrop¨®logo, modesto inconformista, este hombre bueno, libre en su vivir y pensar, movido por la necesidad de saber, de entender y explicar, se ha extinguido lentamente, atacado por una grave diabetes, all¨¢ donde m¨¢s presente est¨¢ el legado,, de la familia, ante todo de su venerado t¨ªo, un escritor al que siempre consider¨® injustamente menospreciado en las letras espa?olas.Naci¨® en Madrid, pero era uno de esos muchos vascos universales que tanto merecen ser recordados como a?orados, ahora que algunos ignorantes y re duccionistas se empe?an en arrogarse el derecho al monopolio de lo vasco. Con Julio Caro Baroja muere uno de los m¨¢ximos representantes de la cultura gene rosa, rica, ir¨®nica pero benevolente y nunca descalificadora. Eran m¨¢s antes, se piensa siempre que muere un Emilio Garc¨ªa G¨®mez, un Severo Ochoa o un Caro Baroja. En el marasmo de cacofon¨ªas de la actualidad inmediata, no podemos evitar que nos invada cierta melancol¨ªa ego¨ªsta cuando desaparece alguien que supo combinar con tanto talento amor y lucidez. Cuando desaparece un sabio.