Siete terroristas 'altruistas'
Los 'arrepentidos' del 'caso GAL dijeron a Garz¨®n que confesaban para propiciar "una soluci¨®n definitiva"
"Las distintas hip¨®tesis planteables sobre los motivos por los cuales estos imputados, hoy procesados, hayan decidido autoinculparse pertenecen al arcano del sujeto", afirma Baltasar Garz¨®n en la exposici¨®n que remiti¨® al Tribunal Supremo. En todo caso, agrega el magistrado, cualquiera que fuera la raz¨®n por la cual Juli¨¢n Sancrist¨®bal, Ricardo Garc¨ªa Damborenea, Francisco ?lvarez, Miguel Planchuelo, Francisco Saiz Oceja, Jos¨¦ Ram¨®n Corujo y Luis Hens decidieron, en el corto espacio de cinco d¨ªas, entre el 15 y el 20 de julio pasados, comparecer ante el juez para reconocer los hechos que antes negaran e imputar de paso a sus superiores, "no servir¨ªa para cuestionar una declaraci¨®n que objetivamente resulta cre¨ªble y que, en su caso, coincida con otras o pueda acreditarse por otras v¨ªas".Con liger¨ªsimas variaciones, todos los arrepentidos iniciaron su confesi¨®n con las mismas palabras que Miguel Planchuelo, ex jefe de la Brigada de informaci¨®n de Bilbao, el primero que acudi¨® al juez: "Manifiesta que ha solicitado a trav¨¦s de su abogado prestar declaraci¨®n porque desea colaborar con la Administraci¨®n de Justicia en el esclareciemiento de los hechos que se le imputan y aportar cuantos datos conozca en torno a los mismos. Manifiesta que si no ha comparecido anteriormente y ha mantenido una posici¨®n de negaci¨®n de su participaci¨®n en los hechos ha sido porque se sent¨ªa presionado y con miedo por las consecuencias que pudiera acarrearle contar la verdad. No obstante, considera que ha llegado el momento de que se conozca ¨¦sta y se solucione definitivamente el asunto".
S¨®lo el ex secretario general del PSOE de Vizcaya, Ricardo Garc¨ªa Damborenea, el ¨²ltimo en declarar, busc¨® otra justificaci¨®n, el cambio de opini¨®n de sus compa?eros: "Manifiesta que hubiera tenido mucho gusto en hacer esta declaraci¨®n hace seis meses por considerar que era lo adecuado, pero la estrategia defensiva escogida por los polic¨ªas de negar los hechos le impidieron contradecirlos para no perjudicarles y confiaba en que quien pudiera corresponder ofreciera una explicaci¨®n a los espa?oles. Ha transcurrido el tiempo suficiente para descartar esta esperanza y hoy los polic¨ªas han decidido rectificar su declaraci¨®n reconociendo los hechos, lo cual deja al declarante en libertad de exponer su punto de vista, de tal y c¨®mo sucedieron los hechos".
Aunque Garz¨®n evit¨® en su escrito especular sobre los motivos del s¨²bito arrepentimiento, colectivo, la declaraci¨®n de Planchuelo le ofreci¨® una pista sobre qu¨¦ entienden por "soluci¨®n definitiva" los hoy terroristas confesos de los GAL. "Quiere manifestar que lo mismo que en su d¨ªa se di¨® una soluci¨®n a ETA pol¨ªtico militar y se fue benevolente, sin necesidad de que se ultimara la v¨ªa judicial, tambi¨¦n entiende que en este momento deber¨ªa de encontrarse una soluci¨®n similar para dar una salida a la situaci¨®n en la que se encuentran".
En el momento de declarar, Planchuelo estaba todav¨ªa recluido en la prisi¨®n de Guadalajara, que abandon¨® el pasado 24 de julio. Hasta esa fecha y desde el 12 marzo, Planchuelo comparti¨® c¨¢rcel con su antiguo superior Juli¨¢n Sancrist¨®bal y, durante las largas horas de reclusi¨®n, ambos tuvieron oportunidad de repasar sus comunes andanzas en los GAL. Fue en dicho centro penitenciario, seg¨²n declar¨® Planchuelo, donde Sancrist¨®bal, gobernador civil de Vizcaya en 1983, le habr¨ªa confiado que la persona a la que telefone¨® el d¨ªa que secuestraron a Segundo Marey no fue Rafael Vera, como ¨¦l pensaba, sino el ministro Jos¨¦ Barrionuevo.
Aunque la comunicaci¨®n entre Planchuelo y Sancrist¨®bal, compa?eros de c¨¢rcel, resultara m¨¢s f¨¢cil, no por ello dej¨® de existir entre los dem¨¢s procesados. Francisco ?lvarez, ex jefe superior de polic¨ªa de Bilbao, visit¨® cinco veces la c¨¢rcel de Guadalajara entre los meses de mayo y julio, para hablar con Planchuelo y Sancrist¨®bal. La relaci¨®n de Planchuelo con sus antiguos subordinados -los polic¨ªas Julio Hierro, Jos¨¦ Ram¨®n Corujo, Luis Hens y Francisco Saiz Oceja- estaba asegurada, pues comparten abogado: An¨ªbal ?lvarez.
La l¨ªnea defensiva de los Polic¨ªas es la misma: todos actuaron cumpliendo ¨®rdenes. Su superior -?lvarez, Planchuelo o Hierro, seg¨²n los casos- les inform¨® de que "tienen qu¨¦ cumplir una misi¨®n muy importante, que es una cuesti¨®n de Estado, que el Gobierno respalda totalmente la operaci¨®n y que de ¨¦sto no se puede hablar absolutamente nada". Planchuelo va incluso m¨¢s lejos al asegurar que, tanto ¨¦l c¨®mo los otros funcionarios de Polic¨ªa, "actuaron en estos hechos sin cobrar ni percibir dinero alguno y, por tanto, en forma altruista".
Los polic¨ªas se refieren siempre a Marey como el "detenido" y Planchuelo asegura que nunca "tuvo conciencia de que se trataba de un secuestro".
"En todo momento crey¨® que se trataba de una persona que estaba detenida, no cuestionando las ¨®rdenes recibidas", agrega el inspector Luis Hens, quien reconoce, no obstante, que "le pareci¨® un poco rara la situaci¨®n". Se refer¨ªa, quiz¨¢, a lo poco ortodoxo que resulta mantener a un detenido, encapuchado y en pijama, en una caba?a en medio del campo, durante diez d¨ªas, compartiendo incluso cama los vigilantes y el vigilado. "En todo momento estim¨® que se trataba de una persona detenida", concluye el inspector Jos¨¦ Ram¨®n Corujo, "aunque le pareci¨® un poco anormal, si bien no le extra?o, dado el trabajo de informaci¨®n al que se dedicaba".
En este contexto, tampoco ser¨ªa ins¨®lito que el propio gobernador civil pidiera que le llevasen a la caba?a donde estaba secuestrado Marey, a m¨¢s d¨¦ 60 kil¨®metos de Bilbao, para, seg¨²n su declaraci¨®n, "cerciorarse de que el trato que recib¨ªa el detenido era correcto, porque as¨ª se hab¨ªa sugerido, que dentro de las circunstancias en las que se desarrollaba el secuestro, el trato fuese digno". A su juicio, dicho trato deb¨ªa ser suficimiente bueno, pues no se modificaron las condiciones en que estaba retenido Segundo Marey hasta que fue liberado.
Ante Garz¨®n, Sancristr¨®bal reconoci¨® su papel en los hechos, pero insisti¨® en que actu¨® siempre con la "autorizaci¨®n" y el "visto bueno" del ministro Jos¨¦ Barrionuevo y del secretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera. Ni siquiera ocult¨® que, aunque "no tiene ninguna prueba personalmente de que Barrionuevo consultase con el presidente del Gobierno", le gustar¨ªa implicar a Felipe Gonz¨¢lez. "Desear¨ªa", dijo al juez, "que las responsabilidades en las que hayamos podido incurrir sean afrontadas por todos aquellos a los que corresponde y no se centren s¨®lo en el ministro Barriouevo".
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