Mururoa espera la nueva dosis del veneno nuclear
Los habitantes de la Polinesia consideran que se han convertido en 'gente desechable' para la metr¨®poli
Una gallina picotea por entre la hierba junto a los pies de Bruno, siempre descalzos, y un coco se desploma del ¨¢rbol y rueda hasta la orilla del mar. La vida es dulce en Nuku Hiva (islas Marquesas), un mu?¨®n de riscos enclavado en el Pac¨ªfico sur. Dos millares de almas, un helic¨®ptero, dos hotelitos, cuatro gendarmes, una catedral de madera, una c¨¢rcel con cuatro presos que juegan a las cartas en la calle y poco m¨¢s. Pero pudo haber sido de otra manera. Bruno, de 35 a?os de edad y 120 kilos de bamboleo polin¨¦sico, recuerda perfecta m ente aquellos meses de 1972 en que vinieron los legionarios franceses a agujerear la tierra. Finalmente se fueron al archipi¨¦lago de Mururoa ' sin que se sepa bien por qu¨¦, y all¨ª se llevaron la bomba. Los ensayos nucleares son, para Bruno, el s¨ªmbolo perfecto de la lejan¨ªa y el desd¨¦n de la metr¨®poli francesa hacia ellos: "Somos pocos, estamos lejos, somos gente de sechable". La Polinesia, 117 islas esparcidas sobre una superficie oce¨¢nica tan grande como Europa y s¨®lo poblada por 208.000 habitantes, de ellos el 70% en Tahit¨ª i, soporta mal la nueva campa?a de ensayos nucleares a punto de estallar en Mururoa. Viven distantes entre s¨ª, no se conocen, su lengua est¨¢ rota en varios dialectos, pero la tensi¨®n es la misma en los cinco archipi¨¦lagos."No tenemos mucho que hacer y nos gusta hablar, y los mensajes circulan muy deprisa entre una isla y otra", explica el dirigente independentista polinesio Oscar Temaru. "?Se creen que somos tontos, que nos da igual que nos envenen?", se pregunta Temaru, que trabaj¨® en la zona de Mururoa en los a?os negros de las explosiones atmosf¨¦ricas y relata casos de c¨¢ncer, las mismas deformaciones cong¨¦nitas, las mismas historias de peces emponzo?ados que repite Bruno, a casi 1.500 kil¨®metros de distancia uno de otro.
La Polinesia parece estar construy¨¦ndose una nueva identidad colectiva sobre la base de cientos de historias que se relatan como una especie de mitos y, sin embargo, datan de ayer mismo y constan en los historiales m¨¦dicos y en los informes cient¨ªficos.
Retrete nuclear
Cuando, tras la independencia de Argelia, Francia no pudo seguir utilizando el desierto del S¨¢hara como retrete nuclear, varios -estudios geol¨®gicos apuntaron hacia un punto cercano a Clermont-Ferrand (en la Auvernia, en pleno coraz¨®n de Francia) como id¨®neo para probar megatones. ?sa hubiera sido buena: Auvernia, feudo y vivero de presidentes como Georges Pompidou, Val¨¦ry Giscard d'Estaing y ahora mismo Jacques Chirac. Obviamente, Charles de Gaulle traslad¨® los b¨¢rtulos at¨®micos a 16.000 kil¨®metros de Clermont-Ferrand, y eligi¨® una de las constituciones geol¨®gicas m¨¢s fr¨¢giles de la naturaleza: el atol¨®n de Mururoa, tras catar las islas Marquesas y alg¨²n otro paraje del oc¨¦ano Pa c¨ªfico.
Hubo un total de 44 pruebas atmosf¨¦ricas en el atol¨®n de Mururoa, de las de hongo nuclear y destrozo ecol¨®gico irreparable. Tras cada explosi¨®n, cientos de empleados locales, sin m¨¢s protecci¨®n que el buen humor, recog¨ªan toneladas de peces muertos, lavaban con simples mangueras los b¨²nkeres de hormig¨®n y lo dejaban todo a punto para el siguiente bombazo. Durante a?os, los trajes de protecci¨®n y los jabones antirradiactivos estuvieron reservados a los legionarios y los t¨¦cnicos llegados de la metr¨®poli. Los polinesios eran desechables. Ni Estados Unidos, ni la Uni¨®n de Rep¨²blicas Socialistas Sovi¨¦ticas, ni el Reino Unido realizaron ensayos atmosf¨¦ri-cos a partir del a?o 1963, por considerarlos demasiado peligrosos para el entorno. Francia y China (los mismos pa¨ªses que siguen apurando ahora con fruici¨®n la falta de un tratado de punto final a todo tipo de ensayos nucleares a pesar del creciente rechazo de la opini¨®n p¨²blica mundial) siguieron adelante con el hongo at¨®mico a cielo abierto. Francia fue condenada por el Tribunal de La Haya, pero esper¨® hasta 1975 para decidirse a hacer las pruebas bajo tierra.
El da?o sobre las personas ya estaba hecho. Desde entonces, el mayor destrozo ha sido de car¨¢cter geol¨®gico. Mururoa y su atol¨®n gemelo, el de Fangataufa, tienen grietas permanentes de varios kil¨®metros de longitud y se hunden en el mar a raz¨®n de varios metros por ano en algunas zonas.
Carretera hundida
La primera carretera de Mururoa est¨¢ hoy bajo las aguas del oc¨¦ano Pac¨ªfico. Existe un riesgo real, aunque no haya absoluta unanimidad cient¨ªfica acerca de su inminente futuro, de que los atolones revienten y liberen al oc¨¦ano una inmensa marea radiactiva. Los tifones marinos ya han provocado algunas fugas, que el Ej¨¦rcito franc¨¦s se ha apresurado a calificar de "perf¨¦ctamente soportables por el medio".
El propio primer ministro franc¨¦s, Alain Jupp¨¦, se permite sugerir una reconversi¨®n tur¨ªstica para el atol¨®n de Mururoa cuando, en mayo del a?o pr¨®ximo, termine la prevista ¨²ltima tanda de ocho ensayos nucleares. "Se podr¨ªa instalar un Club Mediterran¨¦e", dice desde Par¨ªs, mientras sus legionarios siguen vertiendo hormig¨®n y alquitr¨¢n sobre las grietas de hasta tres kil¨®metros de longitud y medio metro de anchura en un atol¨®n carcomido por 148 pozos de casi un kil¨®metro de profundidad, en los que se almacena la ponzo?a de otras tantas explosiones nucleares.
Un para¨ªso enfermo
Tahit¨ª, la isla principal de la Polinesia francesa, gran centro urbano de la mirada de islas, es la zona del mundo donde, en t¨¦rminos relativos, existen m¨¢s problemas de esterilidad, abortos involuntarios, malformaciones cong¨¦nitas y retrasos mentales infantiles. Aunque las estad¨ªsticas m¨¦dicas son incompletas (de China no hay, de Rusia existen esbozos), los casos de c¨¢ncer, envenenamiento por pescado t¨®xico y s¨ªndromes de Down se han multiplicado desde los a?os sesenta."Debe hacerse un estudio exhaustivo sobre las 30.000 personas que han trabajado en Mururoa y sobre sus descendientes" exigen, al alim¨®n, la organizaci¨®n ecologista Greenpeace y el dirigente independentista Oscar Temaru,uno de cuyos hijos qued¨® completamente paralizado a los cinco a?os de edad por tina meningitis.
Uno de los dramas m¨¢s conocidos, casi convertido en ito polin¨¦sico, es el de los hijos. de un antiguo empleado en tareas de descontaminaci¨®n, detallado en varios estudios m¨¦dicos, siempre bajo nombre ficticio. El 1. de octubre de 1,977 tuvo una hija que r¨¢pidamente se cubri¨® de llagas, perdi¨® la piel y muri¨® a los nueve meses de edad. El siguiente hijo, nacido el 6 de febrero de 1981, ennegreci¨® y muri¨® tambi¨¦n a los nueve meses, oficialmente Ipor una septicemia. Los padres no fueron autorizados a ver el cad¨¢ver. Otros dos hijos posteriores son tratados peri¨®dicamente en Francia por problemas en la sangre.
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