La voz de los h¨²ngaros y los vascos
En paralelo a otras actividades, la Quincena Musical desarrolla en el Museo de San Telmo un interesante ciclo sobre m¨²sica del siglo XX, en el que se dedica especial atenci¨®n a los autores vascos, presentes en n¨²mero de 24 en las diversas series del certamen donostiarra. Aparecen tambi¨¦n las grandes figuras de las que se celebran efem¨¦rides tan varias como Bela Bartok, Paul Hindemith, Eduardo Toldr¨¢ y Ernesto Lecuona. Obtuvo un triunfo singular la nueva expresi¨®n sonora de Lloren Barber y F¨¢tima Miranda, que con Bartolom¨¦ Ferrando forman el Flatus Vocis Tr¨ªo o la monograf¨ªa sobre la m¨²sica de hoy en Euskadi asumida por el grupo LIM que impulsa y dirige Jes¨²s Villa Rojo. Forman el conjunto cinco prestigiosos solistas: Gerardo L¨®pez Laguna, pianista; Antonio Arias, flauta; Villa Rojo, clarinete; Salvador Puig, viol¨ªn, y Jos¨¦ Mar¨ªa Ma?ero, violonchelo.,En su actuaci¨®n del domingo interpretaron dos obras escritas para la totalidad del LIM, ambas de inter¨¦s y, belleza: el Homenaje dedicado por Carmelo Bernaola (1929) al maestro italiano nonagenario Goffredo Petrassi, clara e inteligentemente estructurado, y Egokitzapena, de Jes¨²s Eguiguren (1945), ejemplo muy brillante de las posibilidades del lenguaje musical contempor¨¢neo.
Luis de Pablo (1930) en sus Dibujos para flauta, clarinete, viol¨ªn y violonchelo, precisa una sucesi¨®n a¨¦rea y un esp¨ªritu ¨¢gil que juega con la renovaci¨®n contrapujat¨ªstica. En cambio, F¨¦lix Ibarrondo (1943) opone, contrasta y unifica la voz del piano,y la del clarinete en una p¨¢gina muy extensa y objetiva. En Alsina Ant¨®n Lauzurika (1964) retoma la tradici¨®n del d¨²o para viol¨ªn y chelo desde un considerable dominio instrumental que determina la misma sustancia de la composici¨®n. Carlos Villasol (1961) se inspira en los versos de San Juan de la Cruz para actualizar el mundo tonal seg¨²n lo entendieron los griegos, o sea, lejos de la funcionalidad posterior.
Bela Bartok, su m¨²sica coral, la de sus coet¨¢neos e inmediatos antecesores, encontr¨® el s¨¢bado versiones primorosas en el coro Madrigal de Budapest, que dirige Ferenc Szekeres. Autores como Kersch, Gyorgy llajos Bardos y Zoltan Kodaly acompa?aron la genialidad bartokiana y su fidelidad al tratar lo popular libremente pero respetando sus constantes r¨ªtmicas, arm¨®nicas y cadenciales. Casi a su nivel se situ¨® alg¨²n ejemplo de Kodaly, como Esti Dal
Tras este repertorio se incorpor¨® a los cantores de Budapest como solista la voz grande, hermos¨ªsima, densamente coloreada e intensamente conmovedora de la mezzo Clara Takacs en un hermoso negro spiritual que hubo de ser repetido. Las dos jornadas han supuesto otros tantos ¨¦xitos y un necesario contrapunto a los conciertos multitudinarios.
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