El aleman suave
Un literato alem¨¢n puede desfilar por los Campos El¨ªseos de Par¨ªs en carro de combate y pedir tormentos de acero, convocar al diablo para hacer eterna su potencia viril y total su conocimiento de lo que une en su seno al universo, entonar los m¨¢s bellos c¨¢nticos al cuello femenino m¨¢s esbelto de los salones en Marienbad o so?ar con monstruos. Malos o buenos. Michael Ende so?aba por vocaci¨®n y describi¨® con maestr¨ªa. e inmenso ¨¦xito editorial sus sue?osen paginas de cuentos fant¨¢sticos de misterios felices, tiernos, en un mundo brumoso y extra?o y sin embargo acogedor y amigo.Se ve¨ªa Ende en la larga tradici¨®n del cuento rom¨¢ntico alem¨¢n, de ETA Hoffmann, Novalis o Jean Paul. Pero dec¨ªa tambi¨¦n que en su mundo fantas¨ªa bondadosa montaban guardia Cervantes y Borges, mezclando humor sue?o y los enigmas que el hombre alcanza a intuir en su peregrinaje hacia las oscuridades de las que procede.
Su ¨¦xito se produjo en a?os de introspecci¨®n e intimismo despu¨¦s ae la intoxicaci¨®n pol¨ªtica de generaciones sesentaiochistas. Muerto Dios, a descartado el mundo feliz del proletariado sobre la tierra, condenada la naci¨®n por los cr¨ªmenes cometidos en su nombre y desechado por ¨¢rido el racionalismo, se a?oraba la ventana a la emoci¨®n, a la ternura y lo ni?o. Es el, triunfo de Momo y La historia interminable, dos libros de ¨¦poca. El ¨¦xito nunca pareci¨® sacarlo de un equilibrio relajado, de hombre de poco pecado, expectante sin mayor ambici¨®n, de alem¨¢n suave, de barba, chimenea pantuflas y muy dibujante con el humo de su, pipa.
Era un alem¨¢n nacido en muy mal momento, en 1929, con tiempo para ser consciente durante el nacionalsocialismo. Poco despu¨¦s, Hitler ya cre¨ªa poder realizar todos sus planes y no ahorr¨® esfuerzos en intentarlo. Fracas¨®, pero Ende entr¨® en la adolescencia con los bombardeos incrustados en la memoria, su pa¨ªs convertido en un p¨¢ramo de escombros y ¨¦l atenazado por el anhelo de humanidad y armon¨ªa. Ni su afici¨®n de juventud alteatro de Bertold Brecht le dot¨® de la m¨ªnima agresividad y de ese patetismo tan com¨²n en es critores alemanes de posguerra. Envidiaba de las culturas medite rr¨¢neas su falta de complejos ante el sentimiento.
No ten¨ªa mensaje, insist¨ªa, y era tambi¨¦n de agradecer. Demasiados de sus contempor¨¢neos nos quisieron hacer felices a la fuerza. ?l lo sab¨ªa y le daban tanto miedo los redentores como caer en el insoportable paternalismo de ciertos hombres de letras alemanes. "No creo ser m¨¢s inteligente o ilustrado que mis lectores". No hay mucho escribidor teut¨®n capaz de pronunciar esta fiase. Y dec¨ªa creer en Dios, en la matem¨¢tica y en la c¨¢bala, en una unidad, f¨ªsica y espiritual que todo lo abarca" .
Su obra es ternurista, cierto, y simple, si eso es algo en literatura. Pero fue un gran describidor de fantas¨ªas y cont¨® historias que evocan en el lector esos. suaves encuentros con los sue?os que, como dec¨ªa, son un viaje continuo entre la vida y la muerte.
Babelia
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