Palabrotas
De ni?o me, ense?aron a conjugar en verso las palabrotas m¨¢s c¨¦lebres, aquellas que buscamos primero en los diccionarios. De modo que, de acuerdo con aquellas conjugaciones infantiles, co?o y carajo se identificaban con maceta y con gajo, mientras que pu?eta serv¨ªa s¨®lo para rimar con el tiesto. Garcia M¨¢rquez recuerda en alguno de sus art¨ªculos memorables que los espa?oles recurrimos a esos amuletos verbales como quien bebe agua, y nuestra vida est¨¢ tan se?alada por ellos que, salvado el largo alzacuellos del franquismo, no hay ninguna conversaci¨®n decente que no precise del contrapunto, ya tan puritano, del taco. Si ahora alg¨²n compa?ero de redacci¨®n me descubre un desliz me gritar¨¢ desde su pupitre "ilacagaste!", yo le mirar¨¦ comprensivo y, antes de compartir con ¨¦l un caf¨¦, soportar¨¦ incluso que, por aquella equivocaci¨®n, me grite a¨²n m¨¢s: "?Hijo de puta!". Por insinuar lo primero y paladear lo segundo, a Valdano lo sac¨® el otro d¨ªa un ¨¢rbitro del banquillo, lo suspendi¨® por un partido y dej¨® que el Comit¨¦ de Competici¨®n esa s¨ª que son malas palabras- lo multara con m¨¢s de 150.000 pesetas. La vida est¨¢ llena de palabras que no aceptan los ¨¢rbitros ni en medio del fragor del combate, porque acaso los ¨¢rbitros no son humanos en el combate, y la vida tambi¨¦n est¨¢ llena de paradojas, porque si algo ha hecho el entrenador argentino del Madrid es traer cordura y voz baja a la lengua del f¨²tbol nacional. Si por decir una palabrota o un insulto, qu¨¦ m¨¢s da, a Valdano le crucifica el ¨¢rbrito, qu¨¦ tendr¨¢ que hacer el comit¨¦ de las malas palabras a todos los que insultan a gritos desde la grada -?y desde m¨¢s sitios!- a tantas madres de tantos trencillas. Por cierto, Burt Lancaster no ech¨® a nadie del cine de nuestros pueblos cuando todos le grit¨¢bamos, cuando sal¨ªa en la pantalla: ?"La cagaste Barlancaster!".
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