Vengerov y la Filarm¨®nica checa
Ha actuado por dos veces en la Quincena Musical, una con piano y otra con orquesta, el violinista Maxim Vengerov. Lleg¨®, toc¨® y asombr¨® este artista siberiano de 21 a?os, disc¨ªpulo del gran Zahkar Bron.Hace tiempo que no goz¨¢bamos la m¨²sica de c¨¢mara tan intensamente como ahora gracias a la suma de perfecciones y emociones de Vengerov y su colaboradora la excelente pianista israelita Revital Hachamov. Ambos nos transmitieron la singular hermosura de la Sonata en la mayor, K 305, de Mozart, de la denominada Primavera, de Beethoven y de la Segunda de Prokofiev a trav¨¦s de un arte grande, un pensamiento prematuramente maduro, un virtuosismo arrebatador y una admirable identificaci¨®n de intenciones. El gran arco del siberiano posee una amplitud y una capacidad de ligado asombrosas, mientras la mano izquierda ataca con una precisi¨®n casi irrazonable.
El fluir de las ideas y desarrollos beethovenianos resulta tan sereno y natural como la riqueza l¨ªrica que encierran los pentagramas que Prokofiev con su gran traza y aliento. Vengerov rindi¨® homenaje a Shostakovic con 10 preludios pian¨ªsticos transcritos por Tziganov. Propinas de Bazzini, Ponce y Sarasate prolongaron el magn¨ªfico concierto en medio de interminables ovaciones.
En Mendelssohn y su perfecto Concierto en mi menor -el padre de todos los conciertos de viol¨ªn- la efusi¨®n, elegancia y matiz expresivo de Vengerov se uni¨® a las plenitudes sonoras de los filarm¨®nicos checos, dirigidos por su titular Gerg Albrecht, sin que algunas inexactitudes en la fusi¨®n de solista y conjunto llegaran a turbar el c¨²mulo de hallazgos que se vert¨ªa sobre la audiencia.
Antes la centuria de Praga, desvel¨® aqu¨ª una muy divulgada obra de Victor Ulmann (1898-1944). Su m¨²sica, m¨¢s ilustrativa que interpretativa, para una selecci¨®n de textos del poema La canci¨®n de amor y muerte del cometa Christoph Rilke, escrito por su descendiente Rainer Mar¨ªa en 1899 y dedicado a Lou Andreas Salome. Lo m¨¢s musical de la versi¨®n escuchada fue la palabra de Rilke en la voz y el arte de la recitadora vienesa Erika Pluhar. Su dicci¨®n y fraseo son pura m¨²sica, tras la cual, la orquesta bien tratada por Ulman, se torna adecuada decoraci¨®n.
La Novena sinfon¨ªa que Bruckner dedic¨® "al Dios amado" data de 1.824 y su estilo anticipa notablemente el de su seguidor Mahler. En el Adagio conclusivo, Bruckner se sumerge en lo m¨ªstico para construir una de sus m¨¢s hermosas creaciones. Los filarm¨®nicos y su director Gerd Albrecht expusieron una versi¨®n de categor¨ªa que fue aplaudida largamente.
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