La UE prev¨¦ expulsar a los pa¨ªses del Este que violen los derechos humanos
La Uni¨®n Europea (UE) podr¨¢ expulsar a sus miembros que violen los derechos humanos o los principios democr¨¢ticos. Esta facultad quedar¨¢ recogida en el nuevo tratado de la UE y est¨¢ destinada a impedir que los pa¨ªses del Este que se adhieran puedan alg¨²n d¨ªa dar marcha atr¨¢s en sus avances democr¨¢ticos y seguir perteneciendo al club.
El Grupo de reflexi¨®n que prepara la conferencia de 1996 para reformar la UE ha llegado, tras cinco sesiones de trabajo, a esta y otras conclusiones que ha plasmado en un informe que su presidente, el espa?ol Carlos Westendorp, presentar¨¢ esta semana en Bruselas y al que ha tenido acceso EL PA?S. El documento servir¨¢ de base para elaborar en diciembre otro informe que ser¨¢ sometido a la cumbre europea de Madrid con la que concluir¨¢ la presidencia espa?ola.Para sancionar con la expulsi¨®n a un socio es necesario primero definir qu¨¦ derechos y principios ha infringido. El Grupo propone hacerlo mediante la adhesi¨®n de la Uni¨®n a la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos o incluyendo directamente en el nuevo tratado un cat¨¢logo de derechos en el que no figurar¨ªan los de car¨¢cter socioecon¨®mico, la prohibici¨®n de la pena de muerte o la protecci¨®n de las minor¨ªas porque algunos Estados se oponen a ello.
La reelaboraci¨®n de los tratados de la UE estaba hasta ahora pensada esencialmente para poder acoger en buenas condiciones a todos los pa¨ªses del Este, b¨¢lticos y mediterr¨¢neos que han solicitado la adhesi¨®n. Tras dos meses de trabajo, el equipo de Westendorp ha llegado a la conclusi¨®n de que hay una raz¨®n a¨²n m¨¢s importante: la reconciliaci¨®n de la Uni¨®n con los ciudadanos tras el divorcio provocado por Maastricht.
En consecuencia, reza su informe "la pr¨®xima reforma deber¨¢ tener como tarea prioritaria la de reforzar la legitimidad de la UE ante la opini¨®n p¨²blica" y se atender¨¢n "prioritariamente los verdaderos problemas" como la inseguridad interior, la degradaci¨®n del medio ambiente y, sobre todo, el desempleo.
El tratado deber¨¢, por ejemplo, "incorporar disposiciones concretas al servicio del objetivo de mantener un elevado nivel de empleo". Londres ha quebrado, sin embargo, el consenso a la hora de precisar estas medidas entre las que los otros 14 miembros querr¨ªan incluir un Alto Comit¨¦ de Empleo que supervise el impacto de las pol¨ªticas de la UE de creaci¨®n de puestos de trabajo.
El consenso resurge, no obstante, sobre otros aspectos del futuro tratado. Los Quince est¨¢n de acuerdo en que se siga dando trato de igualdad a las once lenguas de trabajo y descartan que se impongan el ingl¨¦s y franc¨¦s; fijan en 700 el n¨²mero de eurodiputados; no amplian las escasas competencias del Parlamento Europeo en materia de iniciativa legislativa, una competencia que continuar¨¢ en manos de la Comisi¨®n; excluyen la creaci¨®n de un Senado europeo, y, sobre todo, anuncian que fortalecer¨¢n el poder del Consejo de Ministros.
Coinciden tambi¨¦n en que la presidencia de la UE debe durar m¨¢s de seis meses, estar compuesta por varios pa¨ªses y en que es conveniente que los ministros tomen casi todas las decisiones por mayor¨ªa cualificada suprimiendo en gran medida el derecho de veto. Pero el n¨²mero de votos de cada pa¨ªs en esta instituci¨®n provoca, como era de esperar, el mayor enfrentamiento.
Los grandes Estados, entre los que figura Espa?a, piden m¨¢s sufragios para corregir el desequilibrio entre su poblaci¨®n y su representaci¨®n. Los peque?os se los niegan porque aseguran que la ponderaci¨®n del voto debe inspirarse m¨¢s en el principio de igualdad soberana de los Estados que en el factor demogr¨¢fico.
El Grupo reconoce, por ¨²ltimo, que la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n, puesta en marcha por el Tratado de Maastricht, no ha funcionado y la antigua Yugoslavia es el mejor ejemplo de ello. Discrepan, sin embargo, sobre las causas de este fracaso, falta de rodaje o de voluntad pol¨ªtica, y sobre como corregirlo mejorando los mecanismos de decisi¨®n.
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