El apag¨®n
Pocas veces me he sentido tan de acuerdo con una opini¨®n ajena o propia como ante el art¨ªculo de Rubert de Vent¨®s El apag¨®n socialista del Estado publicado en EL PA?S del pasado s¨¢bado. Rubert ha sido en ocasiones peque?o fil¨®sofo, en el sentido azoriniano, del t¨¦rmino peque?o, de la cotidianeidad socialista, diputado as¨ª en Espa?a como en Europa, y ahora reclama "principios de higiene" como punto de partida del relanzamiento de la consciencia socialista.La izquierda espa?ola en su conjunto debiera estar interesada en ello, ante la evidencia de que hay un tejido electoral y por tanto social que no pasara sus votos ni sus expectativas a otra izquierda que no sea inequ¨ªvocamente socialdem¨®crata.
Pero no s¨®lo se trata de aritm¨¦tica electoral o social, sino de reconstruir un objetivo cultural plenamente democr¨¢tico y de izquierdas que asuma cr¨ªticamente la grave intoxicaci¨®n antidemocr¨¢tica que ha podido padecer incluso un estamento biopol¨ªtico que empez¨® a gobernar desde la m¨¢s absoluta pureza. Convergentemente con el an¨¢lisis de Rubert, el secretario general de los socialistas catalanes, Obiols, ha pedido autocr¨ªtica, exactamente "severidad critica" interna, a ejercer en el seno de esa conferencia para la democracia del mes de octubre. Si el encuentro deviene en una defensa de Numancia frente a la conjura exterior, la suerte moral de la izquierda espa?ola estar¨¢ echada y para mal durante muchos a?os. Pero si es un paso serio para la desintoxicaci¨®n y la clarificaci¨®n de lo que nunca m¨¢s debieran ser pautas culturales de la izquierda, entonces puede llegar a ser el origen del anunciado "cambio dentro del cambio".'
Aunque octubre compita con abril en el t¨ªtulo de "el mes m¨¢s cruel", engendrando lirios destinados al florero.
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