Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez regresa con pasi¨®n al periodismo en su ¨²ltima obra
El escritor lee en Madrid el primer cap¨ªtulo de su libro sobre el narcotr¨¢fico
"Antes de abordar el autom¨®vil mir¨® por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba". Son las primeras l¨ªneas del primer cap¨ªtulo del nuevo libro de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Lo ley¨® ayer ante 12privilegiados j¨®venes periodistas y pocas personas m¨¢s en Miraflores de la Sierra (Madrid). All¨ª, casi en secreto, el escritor colombiano ha impartido un curso -"un taller", precisa ¨¦l- de periodismo, organizado por su Fundaci¨®n para el Nuevo Periodismo ypor la Escuela de Periodismo de El PA?S-Universidad Aut¨®noma de Madrid. Y este libro, que no novela, sobre el narcotr¨¢fico en Colombia es un largo reportaje. Todo lo que en ¨¦l cuenta es informaci¨®n cien por cien, investigada y contrastada durante tres a?os.
"Hace apenas un mes este libro ten¨ªa 700 p¨¢ginas, ahora est¨¢ en 400", dijo. Probablemente, que dar¨¢ en 380 o 450, seg¨²n lo que elimine o a?ada. La copia que ayer mostr¨® es la 11? versi¨®n que elabora y habr¨¢ muchas m¨¢s hasta que se publique. "Me digo que saldr¨¢ en Navidad, sabiendo que ser¨¢ un poco despu¨¦s". No tiene a¨²n t¨ªtulo definitivo. Puede ser Noticia de un secuestro o Los largos d¨ªas del secuestro o incluso Reportaje. En cualquier caso, ser¨¢ uno de los libros m¨¢s esperados de 1996 y, sin duda, sentar¨¢ c¨¢tedra en el periodismo y la literatura.De este libro, de periodismo y de literatura habl¨® ayer Garc¨ªa M¨¢rquez con pasi¨®n desbordante y contagiosa. Noticia de un secuestro relata el caso de nueve secuestros de periodistas en Colombia, ordenados por el narcotraficante Pablo Escobar. "Sab¨ªa que no ten¨ªa salida y que o la polic¨ªa o sus rivales acabar¨ªan mat¨¢ndole". Por eso era mejor entregarse y utilizar a esos periodistas para presionar al Gobierno y negociar, sus condiciones de entrega. "C¨¦sar Gaviria [entonces presidente de Colombia], con todo el dolor de su alma, no pod¨ªa legislar para liberar a los secuestrados". Fue pues una negociaci¨®n muy larga, dur¨® casi un a?o.
Garc¨ªa M¨¢rquez no ha querido de ninguna manera que Escobar apareciera como protagonista del libro, queda como una sombra difuminada. "Setecientas p¨¢ginas me han convencido de que Escobar no pod¨ªa distinguir entre el bien y el mal".
Hac¨ªa ya tiempo que el escritor quer¨ªa volver al periodismo. "Hace unos a?os, se envenen¨® el pan en un pueblo. Pens¨¦ que ¨¦ste ser¨ªa el reportaje perfecto, pero lo cont¨¦ y cuando llegu¨¦ all¨ª estaban todos los periodistas de Colombia para contar c¨®mo Gabo hac¨ªa un reportaje. Lo dej¨¦".
Larga investigaci¨®n Tiempo despu¨¦s se encontr¨® con Maruja Pach¨®n de Villamiz¨¢n, una de las secuestradas. Ahi empez¨® todo. Hizo una largu¨ªsima entrevista a Maruja y a su marido, Alberto Villamiz¨¢n, pensando en escribir una historia. Pronto se dio cuenta de que no pod¨ªa prescindir del contexto. Investig¨®, entrevist¨® a los otros secuestrados supervivientes, a mucha gente y surgi¨® la historia. A estos supervivientes pasar¨¢ el libro para que lo lean antes de su publicaci¨®n. "Incluso para que maticen si quieren"
"Ha sido fascinante volver al periodismo y, adem¨¢s, sin un jefe de redacci¨®n. Cuento la rigurosa verdad, incluso la parte m¨¢s subjetiva es lo que me contaron ellos". Este esfuerzo por la objetividad no oculta el estilo personal¨ªsimo de Garc¨ªa M¨¢rquez. "No se puede disimular. La voz del escritor tiene que ser siempre la misma". Garc¨ªa M¨¢rquez explic¨® ayer que ha articulado el libro en tomo a dos mundos, el de dentro, el de los secuestrados a quienes permiten tener informaci¨®n de lo que sucede en el mundo, y el de fuera, el de los familiares y amigos que lo ignoran todo sobre los retenidos, incluso si est¨¢n vivos o muertos. Dedica los art¨ªculos impares a los secuestrados y los pares a los que est¨¢n fuera. El primero, espl¨¦ndido, relata el secuestro de Maruja y de Beatriz, su cu?ada.
Las cuartillas que ayer ley¨® el escritor inclu¨ªan ya nuevas correcciones. "Faltan detalles de inter¨¦s, aunque no indispensables. Por ejemplo, falta un poco de humor, aunque ya s¨¦ que en los casos de secuestro nunca hay humor. Entre risas explic¨® otra de sus man¨ªas: "Me gusta que en mis libros todos los cap¨ªtulos tengan el mismo n¨²mero de p¨¢ginas. Es un reto y una imbecilidad, pero me gusta". Y con ¨¦ste, anda algo preocupado porque uno es m¨¢s largo que los otros, tiene 43 p¨¢ginas. Cree que podr¨¢ solucionarlo. Otro de los problemas que le ha planteado es el de los nombres. Primero inventa el nombre y luego el personaje cobra vida, crece, explic¨®. Y ahora no ha podido hacerlo. Es un reportaje.
"Quiero convencer a una generaci¨®n entera de que la manera m¨¢s limpia de competir es con el reportaje", explic¨® a su entusiasmado p¨²blico. En este libro, dijo, ha cuidado al m¨¢ximo los detalles y no ha inventado nada. "Los novelistas y los periodistas ganamos en credibilidad si cuidamos al m¨¢ximo los detalles". Otro truco para atrapar al lector es captar su atenci¨®n y no dejar que decaiga en ning¨²n momento. Tanto en una novela como en un reportaje "el final de cada l¨ªnea tiene que mantener el suspense para obligarte a leer la siguiente".
En la piel del terror
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez se ha pasado tres a?os sumergido en un mundo terrible, el del narcotr¨¢fico. No ha sentido miedo, dijo, porque ha escrito sobre una historia ya pasada, pero s¨ª ha omitido datos que podr¨ªan. ser peligrosos para algunas personas. Se ha metido en la piel del terror y ayer transmiti¨® con tanta fuerza ese sentimiento que los oyentes quedaron sobrecogidos.Marisa Montoya, hermana del secretario de Presidencia de Colombia, fue secuestrada y asesinada. Entre ella y sus j¨®venes secuestradores se estableci¨® una especial relaci¨®n. Ellos la llamaban abuela, ella les hac¨ªa rezar el rosario. "Abuela, al¨ªstese que la vamos a cambiar de finca", le dijeron un d¨ªa.
"Ella se debi¨® pensar que la iban a liberar. Se pein¨®, hizo que la maquillaran, se arregl¨®, incluso consigui¨® un poco de perfume. Luego le pusieron una capucha, de ¨¦sas con agujeros para los ojos y la boca. Le hicieron subir al carro. Seiscientos metros m¨¢s all¨¢, pararon y le dispararon seis tiros". Y a?adi¨® Garc¨ªa M¨¢rquez, con voz emocionada: "Su hermano nunca hizo riada, no movi¨® un dedo". Ni siquiera quiso saber nada cuando el escritor le ofreci¨® mostrarle todo el material que hab¨ªa reunido.
No fue el caso de la madre de Diana, otra periodista secuestrada y que muri¨® por accidente tras un cruce de disparos cuando la trasladaban de lugar. "La madre se encarniz¨® con el presidente Gaviria, le acosaba, lleg¨® a verlo cuatro veces. Le dijo que si su hija mor¨ªa le har¨ªa responsable a ¨¦l".
Tras el tiroteo, Diana, gravemente herida, fue trasladada a un hospital en Cali.
Su madre le dijo a Gaviria: "Mi hija ha muerto y usted es el responsable". "No ha muerto", contest¨® el presidente. "S¨ª", insisti¨® ella. "No. Estoy en contacto con la polic¨ªa de Cali permanentemente y me lo habr¨ªan dicho", rebati¨®. "Ha muerto", repiti¨®. "?C¨®mo lo sabe usted?". "Porque es mi hija y me lo dice el coraz¨®n". "En ese momento Diana hab¨ªa muerto", concluy¨® Garc¨ªa M¨¢rquez.
Todo el mundo hubiera seguido horas y horas escuch¨¢ndole.
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