Codazos entre los republicanos para suceder a Clinton
La aparente debilidad del presidente Bill Clinton ayuda a concebir grandes esperanzas a los republicanos sobre la recuperaci¨®n de la Casa Blanca en las elecciones previstas para 1996, pero la confusi¨®n creada por la rivalidad entre los candidatos hace que los dem¨®cratas se froten las manos. El eterno aspirante Bob Dole se ve hostigado por toda una corte de voluntarios para obtener la designaci¨®n que le hacen arrojar por la borda el conservadurismo moderado en el que se mueve como pez en el agua. Al mismo tiempo, los congresistas republicanos, que predicaban hace un a?o la revoluci¨®n conservadora para barrer la politiquer¨ªa, est¨¢n atrapados por las sutiles redes de Washington y son blanco de la misma ira del electorado que castig¨® a los democratas en las ¨²ltimas elecciones legislativas.Bob Dole es un corredor de fondo que lleva 35 a?os en la capital estadounidense y que ha avanzado, de derrota en derrota, hasta colocarse como favorito para ser candidato del Partido Republicano en 1996. Los tres intentos anteriores, desde el primero, en el lejano 1976, le han ense?ado mucho sobre el funcionamiento de su propio partido, pero ahora se enfrenta con una situaci¨®n inc¨®moda: la base m¨¢s din¨¢mica est¨¢ dirigida por extremistas cristianos, muy poco.dados a negociar.
Concesiones a los ultras
Esa es la raz¨®n que lleva a Bob Dole a hacer concesiones ocasionales a la extrema derecha, la que le ha aconsejado, por ejemplo, devolver una donaci¨®n de 1.000 d¨®lares (algo m¨¢s de 125.000 pesetas) a un grupo de conservadores homosexuales, dinero que en pasadas ocasiones no hab¨ªa tenido inconvemente en aceptar.
Nadie quiere arriesgar un enfrentamiento con la poderosa e intransigente Coalici¨®n Cristiana: est¨¢n muy lejos los tiempos hace exactamente ocho a?os en los que el hijo del ex presidente George Bush se permit¨ªa calificar a los seguidores del teleevangelista Pat Robertson "cucarachas salidas de los s¨®tanos del cintur¨®n b¨ªblico".
. El senador Phil Gramm, bien organizado y con una caja de recursos econ¨®micos consistente, utiliza con habilidad todos los argumentos a su alcance para incordiar a Dole por la derecha, pero tiene algunos puntos flacos. Hace a?os prest¨® una peque?a cantidad de dinero a un familiar para hacer una pel¨ªcula ligeramente porno: ¨¦l dice que no conoc¨ªa el destino ¨²ltimo de la inversi¨®n, pero es una an¨¦cdota utilizable para contrarrestar sus soflamas sobre los valores familiares.
M¨¢s grave puede ser lo que investiga el Comit¨¦ de ?tica del Senado: en el diario del dimitido senador Bob Packwood se dice que ¨¦l y Gramm habr¨ªan discutido la posibilidad de sortear la ley electoral para conseguir 100.000 d¨®lares (casi 13 millones, de pesetas) en la campa?a de reelecci¨®n de Packwood en 1992. "Lo que se dijo en aquella reuni¨®n ser¨ªa suficiente como para condenarnos", escribi¨® el imprudente Packwood en su diario.
El comentarista ultraconservador Pat Buchanan basa su estrategia en comerle el terreno a Dole por su "ausencia de principios ideol¨®gicos". Buchanan conecta bien con la franja m¨¢s combativa del electorado conservador. "Conviene tomar en serio a Buchanan", advierte David Broder en The Washington Post, citando la frase que recogi¨® de boca del candidato: "Si yo tuviera el dinero de Gramm y ¨¦l manejara mis fondos, Gramm estar¨ªa ya fuera de la carrera electoral y yo tendr¨ªa a Dole en jaque". Pat Buchanan cuenta con un importante refuerzo: el respaldo oficial del principal diario de New Hampshire para las primarias de febrero.
. La dispersi¨®n republicana se completa con una lista en la que est¨¢n Pete Wilson, gobernador de California, que hace de la lucha contra la inmigraci¨®n una de sus banderas preferidas; los senadores Arlen Specter y Richard Lugar, el pol¨ªtico antisistema (ahora que no est¨¢ en la pol¨ªtica); Lamar Alexander y el negro republicano Alan Keyes (apodado, indistintamente, el Ronald Reagan de color o el Jesse Jackson de la derecha). Sobre este panorama se proyecta adem¨¢s Newt Gingrich, el art¨ªfice de la revoluci¨®n conservadora. Gingrich, presidente de la C¨¢mara de Representantes, es joven para entrar en la carrera presidencial, pero pone nervioso a Dole cuando juega con la idea de la candidatura.
El gran camale¨®n
La rivalidad en el campo republicano ayuda a Bill Clinton, gran camale¨®n, a situarse en el centro. Adem¨¢s, la imagen presidencial mejora desde que los republicanos dominan el Capitolio. Un 58% del electorado cree que Clinton colabora con el Congreso para resolver problemas, y solamente un 38% considera, que el Partido Republicano coopera honestamente con la Casa Blanca.
"No podemos actuar como hicieron los dem¨®cratas en 1993 e ignorar las se?ales que nos est¨¢ enviando el ciudadano", advierte el experto electoral republicano Glen Bolger. El estratega Tom Edmonds coincide con ¨¦l y teme que el disgusto de los norteamericanos con la clase pol¨ªtica lleve al electorado a pensar que, puesto que todos son Iguales, lo m¨¢s prudente en 1996 ser¨ªa mantener el equilibrio de poder en los dos extremos de la avenida de Pensilvania (sede del Ejecutivo y del Congreso estadounidenses).
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