La mas dura batalla de Col¨ªn Powell.
El veterano militar deshoja la margarita de su candidatura a la presidencia de EE UU
La mediocridad de la actual clase pol¨ªtica norteamericana obliga a los partidos a buscar reproducciones de viejos l¨ªderes o modelos que, en su tiempo, supieron cautivar. As¨ª, los dem¨®cratas creyeron haber encontrado hace cuatro a?os en Bill Clinton a un nuevo John Kennedy; y los republicanos, desconfiados de las posibilidades de Bob Dole, perfilan todav¨ªa, con Newt Gingrich, al sucesor de Ronald Reagan. Esa misma mediocridad, que se manifiesta en este arranque de campa?a electoral. en un generalizado desencanto puede abrir hueco al general Colin Poweli, quien a su vez no es m¨¢s que la r¨¦plica de otro general, lke Eisenhower, que gan¨® la presidencia de Estados Unidos en 1952 aprovechando su brillante historial militar.Colin Powell no ha confesado todav¨ªa oficialmente su intenci¨®n de competir por la Casa Blanca, pero sus ambiciones presidenciales quedan cJaramente reflejadas en el libro autobiogr¨¢fico (Mi traves¨ªa americana) que aparece ma?ana y que Powell promocionar¨¢ en una larga gira de formato y contenido claramente, electoralistas.
La operaci¨®n Powell es por el momento, y mientras no se demuestre lo contrario, puramente comercial. El general retirado que gan¨® fama mundial por su victoria en la guerra del Golfo ha cobrado ya seis millones de d¨®lares (m¨¢s de 750 millones de pesetas) por anticipado por la publicaci¨®n del libro, cantidad a la que hay que a?adir los 50.000 d¨®lares (635.000 pesetas) que recibe por cada conferencia. Es obvio que si Powell hubiera confesado ya sus planes futuros, su cotizaci¨®n ser¨ªa muy inferior y la expectaci¨®n entorno a ¨¦l, que actualmente supera a la de cualquier personaje p¨²blico de Estados Unidos, no habr¨ªa alcanzado tales cotas.
Por esa raz¨®n, y por el extremado sentido de la prudencia que ha caracterizado toda su carrera, Colin Powell extender¨¢ todo lo posible -¨¦l ha dicho que hasta noviembre- el plazo para anunciar una decisi¨®n. Hasta entonces, Powell tiene garantizado el centro de la atenci¨®n nacional. Esta misma semana, la revista Newsweek le ha dedicado su portada.. La pr¨®xima lo har¨¢ Time, que incluye un largo resumen del libro. B¨¢rbara Walters sostendr¨¢ con ¨¦l el vierries una entrevista de una hora en la televisi¨®n, y un d¨ªa despu¨¦s el general iniciar¨¢ en Washington un recorrido por 23 ciudades en las que, adem¨¢s de firmar ejemplares, intentar¨¢ exponer su pensamiento y esbozar lo que ser¨ªa su programa de gobierno,
Existe en Estados Unidos una convicci¨®n general de que Powell s¨®lo se presentar¨¢ para ganar. Ni parece probable que acepte un puesto de vicepresidente en algunas de las f¨®rmulas electorales, ya en marcha ni se le ve como candidato si la acogida a su mensaje es s¨®lo mediana. Pero si las encuestas y los comentaristas coincidiesen dentro de dos meses en que Powell es el hombre, la alternativa, este hijo de emigrantes jamaicanos que sali¨® de los bajos fondos del Bronx para llegar a los mas importantes centros de decisi¨®n de Washington luchar¨¢ por convertirse, a los 58 a?os, en el primer presidente negro de la historia de este pa¨ªs.
Las condiciones -?qu¨¦ partido?, ?qu¨¦ apoyos?- y los medios -?qu¨¦ prop¨®sitos?, ?qu¨¦ ideas?con las que Powell intentar¨¢ alcanzar esa meta son todav¨ªa una inc¨®gnita. Muchas cosas en tomo a Colin Powell son, en realidad, todav¨ªa una inc¨®gnita.
En su ¨²ltimo discurso, pronunciado el pasado 4 de agosto en San Diego, Powell defendi¨® una filosof¨ªa tan vaga como ¨¦sta: "Tenemos que ense?ar a nuestros j¨®venes lo que representa una familia, lo que significa contribuir a nuestra sociedad, lo que significa criar buenos hijos. Tenemos que restaurar el sentido de la verg¨¹enza en nuestra sociedad". Esa frase, como dice The New York Times, puede serlanto de Dan Quayle como de Mario Cuomo.
Detr¨¢s de toda esa vaguedad, Powell ha dejado vislumbrar algunas ideas que le sit¨²an, m¨¢s o menos, en el centro del espectro pol¨ªtico, como la mayor¨ªa de los norteamericanos, tan lejos de Clinton en temas de pol¨ªtica exterior y pol¨ªtica econ¨®mica (sobre todo en lo que se, refiere a programas sociales y pol¨ªtica fiscal) como de la derecha republicana en lo que se refiere a asuntos religiosos, morales y raciales.
Colin Powell ha dicho. en algunas ocasiones que, aunque formado en una instituci¨®n tan conservadora como el Ej¨¦rcito, no puede olvidar su infancia entre las minor¨ªas marginadas de Nueva York ni puede borrar el recuerdo de que el retrato de Roosevelt estuviera siempre colgado en su hogar familiar.
?Son suficientes unas cuantas ideas gen¨¦ricas para ser presidente de Estados Unidos? Tal vez s¨ª. El historiador Stephen Ambrose, un experto en el fen¨®meno Eisenhower, as¨ª lo cree. "La mayor¨ªa de la gente no elige a un presidente sobre la base de cu¨¢l es su posici¨®n sobre los l¨ªmites de velocidad, ni siquiera sobre el aborto. Lo que buscan es alguien que les d¨¦ inspiraci¨®n. Y cada d¨ªa m¨¢s Colin Powell es ese hombre", escribe en Newsweek.
La maquinaria de Powell for President se ha puesto ya, discretamente, en marcha. Un comite encabezado por el republicano Charles Kelly ha inscrito esta semana ante el Comit¨¦ Electoral Federal un grupo para la recaudaci¨®n de fondos para la campa?a de Powell. En la otra esquina del abanico pol¨ªtico, un dem¨®crata de prestigio, el senador Bill Bradley, coquetea con Powell sobre la posibilidad de una candidatura conjunta e independiente para 1996.
No es lo mismo, sin embargo, ser candidato in pectore desde el limpio recuerdo de un uniforme sobre el que no hay mancha de refriega pol¨ªtica que descender a la arena de una campa?a,
que todo vale y nada se respeta. Lo primero que puede revelar una campa?a es que Colm Powell no es tan h¨¦roe, ni tan antipol¨ªtico, ni siquiera tan militar como se piensa. Ganar una guerra a Irak con la colaboraci¨®n de medio centenar de pa¨ªses tampoco es, le dir¨¢n muchos contrincantes, ganar la II Guerra Mundial. En cuanto a sus medallas, casi todas han sido obtenidas en los despachos de Washington. Exceptuando Vietnam, donde no particip¨® en misiones de combate, Powell s¨®lo estuvo en unidades de mando directo de tropas durante siete a?os de su carrera militar. El resto lo dedic¨® a labores de asesoramiento a diferentes estructuras pol¨ªticas. Su m¨¢s sonado ascenso fue al puesto de ayudante del secretario de Defensa Caspar Weinberger durante la Administraci¨®n de Ronald Reagan. De all¨ª fue escogido para el cargo de jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, al que renunci¨® en 1993, despu¨¦s de algunas diferencias con Clinton.En esos a?os han surgido en el expediente de Powell algunas sospechas que, sin duda, aparecer¨ªan en una campa?a: ?tuvo alguna responsabilidad en el intento (le ocultar la matanza de My Lai durante la guerra de Vietnam? ?cu¨¢l fue su papel en el esc¨¢ndalo Ir¨¢n-Contra, en el que tan implicado estuvo su jefe, We?nberger?
La mayor aportaci¨®n de Colin Powell como militar es su doctrina sobre la masiva utilizaci¨®n de fuerza. Esa visi¨®n, aplicada en la guerra del Golfo, consiste en una extrema prudencia en el uso del Ej¨¦rcito en un conflicto exterior, pero el empleo de una, fuerza desproporcionadamente superior cuando ¨¦sta sea inevitable. Bosnia fue uno de los puntos de discrepancia con Clinton, y es posible que si Powell estuviera todav¨ªa al frente de las Fuerzas Armadas, la campa?a a¨¦rea contra los serbios jam¨¢s se hubiera producido.
No va ser f¨¢cil para un hombre acostumbrado a actuar desde atr¨¢s pasar a convertirse en el blanco de todos los ataques. Su esposa desde hace 35 a?os, Alma, teme, incluso, que eso no ocurra s¨®lo en sentido metaf¨®rico. La mujer de Powell ha confesado que tiene miedo de que "un mont¨®n de locos que andan por ah¨ª" traten de matar a su marido simplemente porque es un negro con posibilidades de ser presidente. Es, sin duda, la batalla m¨¢s peligrosa que ha librado en su vida Colin Powell.
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