Presente y futuro de Europa
En los ¨²ltimos meses tuve la oportunidad de visitar dos veces Espa?a. En mayo estuve en Bar celona para participar en un pro grama de televisi¨®n sobre la II Guerra Mundial, juntamente con el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el ex presidente de Alemania Richard von Weizsaecker. Este verano particip¨¦ en un seminario organizado en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, en San Sebasti¨¢n, por la Asociaci¨®n de Periodistas Europeos y su secretario general, Miguel ?ngel Aguilar. En los dos encuentros fueron tratados problemas muy importantes para el presente y el futuro de Europa y es digno de elogio el inter¨¦s que existe en Espa?a por el desarrollo de una discusi¨®n seria y profunda sobre este tipo de cuestiones.En los ¨²ltimos cinco a?os, es decir, en un periodo muy breve en t¨¦rminos hist¨®ricos, el Este y el Oeste han recorrido un largu¨ªsimo camino. Sobre todo en Europa central se han operado cambios revolucionarios. Los pesimistas dicen que los cambios se pudieron hacer mejor y a un ritmo mayor, pero los optimistas consideran que pudieron ser m¨¢s dolorosos y lentos. Lo m¨¢s probable es que las dos partes tengan raz¨®n, que algunas cosas se pudieron hacer mejor, mientras que otras salieron muy bien. Lo que es incuestionable es el car¨¢cter irreversible de los cambios.
Polonia es uno de los pa¨ªses que m¨¢s ha cambiado. Ello se debe en parte a que la Polonia comunista era muy distinta al resto de los pa¨ªses que integraban el bloque del Este. En Polonia hab¨ªa muchas desviaciones del modelo propagado por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Aquellas herej¨ªas pol¨ªticas -toler¨¢bamos m¨¢s que otros la existencia de la op¨®sici¨®n-, econ¨®micas -en Polonia jam¨¢s desapareci¨® la propiedad privada de la tierra- y culturales -la creaci¨®n occidental siempre lleg¨® a los cines y librer¨ªas polacas- prepararon el terreno para el cambio de r¨¦gimen que se produjo en 1989.
El nuevo r¨¦gimen surgido en Polonia se basa en cuatro fundamentos: la democracia, la econom¨ªa de mercado, el Estado de derecho y la transparencia de la vida p¨²blica, y nadie, con la excepci¨®n de grup¨²sculos de trogloditas de derecha e izquierda, cuestiona su valor. El camino abierto hacia el futuro por ese nuevo r¨¦gimen es muy amplio y se puede avanzar por ¨¦l tanto por su margen derecha como por la izquierda. Se puede ir tambi¨¦n por el centro o en zigzag. Esa ¨²ltima forma de avanzar es la que m¨¢s se est¨¢ utilizando.
Se puede avanzar tambi¨¦n con mayor o menor rapidez. De lo que hay que ser conscientes es de que no todos pueden correr como Miguel Indur¨¢in. Los rusos dicen: "Cuanto m¨¢s despacio andes m¨¢s lejos llegar¨¢s". A mi modo de ver, el ritmo polaco es racional y, si no trastornan nuestro avance los populistas y nacionalistas, entraremos en el siglo XXI con mucha salud.
Polonia sigue siendo un interesante laboratorio, ya que se realiza en ella en la pr¨¢ctica un singular modelo de la cohabitaci¨®n. El Gobierno est¨¢ en manos de los ex comunistas, representados por la socialdemocracia de Polonia, apoyados por el Partido Campesino, mientras que el presidente de la Rep¨²blica, Lech Walesa, es el s¨ªmbolo del movimiento Solidaridad. Esa cohabitaci¨®n produce fricciones, a veces graves, pero no bloquea los cambios necesarios. Por el contrario, todo parece indicar que nadie es mejor que los ex comunistas para capitalismo polaco.
Las transformaciones que tienen lugar en Polonia son muy dolorosas y se parecen bastante a una seria operaci¨®n quir¨²rgica en la que el paciente es la sociedad. Los cambios del periodo de transici¨®n son muy duros para gran parte de la poblaci¨®n, que sufre un dr¨¢stico empobrecimiento. Para que el paciente soporte el dolor que provoca la operaci¨®n hay que darle alguna anestesia. Al principio sirvi¨® como anest¨¦sico la euforia que produjo el triunfo de Solidaridad, pero muy pronto dej¨® de surtir efectos, y para poder continuar la operaci¨®n, que segu¨ªa siendo muy dolorosa, hab¨ªa que cambiar de f¨¢rmaco y de cirujano. ?sas fueron las causas de que en las elecciones de septiembre de 1993 el paciente renunciase a los servicios de los m¨¦dicos de Solidaridad y optase por un nuevo equipo de cirujanos vinculados a la izquierda poscomunista. Ese nuevo equipo, probablemente m¨¢s sensible ante el dolor que produce la operaci¨®n, la contin¨²a no obstante con absoluta consecuencia.
Europa ya no est¨¢ dividida como en el pasado, aunque tampoco ha llegado a un nuevo modelo de integraci¨®n. El Viejo Continente atraviesa actualmente por un proceso sumamente complejo, y lo vemos dentro de la propia Uni¨®n Europea, que se enfrenta una y otra vez a grandes problemas que frenan la integraci¨®n. En Europa central y del Este esos problemas son a¨²n mayores y m¨¢s complicados. No obstante, nos encontramos en una situaci¨®n totalmente novedosa que nos permite tener m¨¢s optimismo que en el pasado.
Si analizamos los ¨²ltimos 200 a?os de la historia de Europa constatamos que se produjeron tres grandes guerras calientes y una tremenda guerra fr¨ªa. La paz que sigui¨® a las guerras calientes que terminaron en 1815, 1918 y 1945 siempre fue una paz impuesta por los vencedores a los vencidos, una paz llena de injusticias, una paz que no elimin¨® las diferencias que hab¨ªa entre los reg¨ªmenes de distintos pa¨ªses. En unos Estados imperaba la democracia, pero hab¨ªa otros con reg¨ªmenes absolutistas, totalitarios o autoritarios. Por primera vez en la historia, tras la terminaci¨®n de la guerra fr¨ªa en 1989-1990 termin¨® la divisi¨®n del continente en bloques opuestos y en pa¨ªses vencedores y vencidos. Por primera vez en todos los Estados del continente imperaba el mismo r¨¦gimen basado en los valores de la democracia y de la econom¨ªa de mercado.
Es cierto que la democracia occidental es s¨®lida y que la de los pa¨ªses del Este apenas acaba de nacer, es cierto tambi¨¦n que el proceso va acompa?ado de conmociones, como es el caso del conflicto de la antigua Yugoslavia o de los conflictos que se producen en la desaparecida Uni¨®n Sovi¨¦tica. Es cierto que todos esos problemas pueden frenar las transformaciones democr¨¢ticas, pero debemos ser conscientes de que hoy nos encontramos en Europa ante una oportunidad que el continente nunca antes tuvo, la oportunidad de una paz aut¨¦nticamente duradera, no basada en la fuerza de los vencedores, sino en la comunidad de intereses reales que hacen posible el, desarrollo y la integraci¨®n.
Entre la integraci¨®n y la democracia hay una relaci¨®n muy directa, porque se puede decir que la democracia es la locomotora de la integraci¨®n. En algunas esferas de la integraci¨®n, como son la pol¨ªtica, la cultural o los derechos humanos, Occidente y el Este ya est¨¢n muy cerca de s¨ª. En otras esferas, como la econ¨®mica, el nivel de desarrollo de las infraestructuras o la solidez de las instituciones democr¨¢ticas, la distancia es a¨²n grande. Y hay que ser conscientes de que son distancias que no se pueden superar de la noche a la ma?ana. Es esencial que tanto los pobres del continente como los ricos vean en el proceso de integraci¨®n europea algo beneficioso. Es fundamental que valoren de la misma manera la integraci¨®n aquellos que quieren sentirse seguros y aquellos que ya se sienten seguros. Pero no se puede pensar s¨®lo en los beneficios inmediatos. Es indispensable que todo el proceso se base en la visi¨®n del futuro, en un horizonte lejano, pero, real. ?nicamente esa comprensi¨®n del proceso har¨¢ que todos los que participan en ¨¦l est¨¦n interesados no s¨®lo en el desarrollo propio, sino tambi¨¦n en el de todos los dem¨¢s. S¨®lo ese razonamiento har¨¢ posible que todos contribuyan, cada cual seg¨²n sus posibilidades, a la superaci¨®n de las diferencias existentes en Europa. Y, por ¨²ltimo, algunas ideas sobre el problema de la seguridad. Ninguna, parte de Europa puede sentirse segura si en otra parte del continente arde la llama de la guerra o existe su amenaza. La seguridad europea tiene que basarse en la confianza mutua, lo que significa que la seguridad de un pa¨ªs no puede provocar el aumento de la inseguridad de su vecino. ?se es el dilema que enfrenta Europa actualmente. Los pa¨ªses de Europa central y del Este desean ingresar en la OTAN, pero Rusia se opone. Para resolver ese problema hay que actuar con flexibilidad, con mucha sabidur¨ªa. Podria ser una buena soluci¨®n la aplicaci¨®n del esquema que siguieron en su momento Francia, Espa?a y Portugal, es decir, en una primera etapa concertar solamente la colaboraci¨®n en el marco de las estructuras pol¨ªticas y avanzar hacia la colaboraci¨®n militar con ayuda del programa de Asociaci¨®n para la Paz.
Al velar por nuestros propios intereses debemos de tener en cuenta y respetar los intereses de los dem¨¢s. Polonia tiene intereses singulares en su regi¨®n, como los tiene Espa?a en la suya. Para Polonia ser¨ªa singularmente peligrosa la desestabilizaci¨®n de la situaci¨®n al este de sus fronteras. Para Espa?a lo seria un conflicto al sur de las suyas, motivado por el integrismo isl¨¢mico. Y en ese sentido, Polonia y Espa?a, aunque situadas muy lejos entre s¨ª, deben sentir una gran proximidad, ya que cualquier desequilibrio en una regi¨®n tarde o temprano deja sentir sus efectos negativos en las de m¨¢s; como ocurre tambi¨¦n con los frutos positivos que, recogidos en una parte, surten efectos ben¨¦ficos en todas.
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