Para¨ªso radioactivo
La base militar de Mururoa es un santuario nuclear aislado del mundo
El agua de la laguna es transparente y reluce al sol en verdes y azules extremadamente puros. Un par de hombres nadan junto a la playa. Un poco m¨¢s all¨¢ se deslizan varias velas de surfistas. A¨²n m¨¢s all¨¢, a unos ocho kil¨®metros de la zona residencial, est¨¢ listo y cargado ya el pozo en el que, en fecha indeterminada, estallar¨¢ un nuevo artefacto at¨®mico franc¨¦s. La base militar de Mururoa es un santuario nuclear aislado del mundo por 14 barcos de guerra y miles de millas de oc¨¦ano. Es un extra?o para¨ªso con las entra?as emponzonadas de radiactividad, un volc¨¢n muerto que de romperse, provocar¨¢ una cat¨¢strofe oce¨¢nica de consecuencias imprevisibles."Las pruebas son absolutamente seguras. Estoy de acuerdo en que no lo eran las pruebas atmosf¨¦ricas, [las realizadas hasta 1974, colgando una bomba at¨®mica de un globo elevado por encima del atol¨®n] y en que tampoco era buena idea la de realizar explosiones en las paredes del volc¨¢n, porque ten¨ªan consecuencias geol¨®gicas. Cada explosi¨®n hund¨ªa el atol¨®n varios cent¨ªmetros hacia el fondo del mar. Pero ahora, con pozos de entre 600 y 1.200 metros excavados desde el centro, de la laguna hasta el coraz¨®n bas¨¢ltico del volc¨¢n, no hay ning¨²n problema". La explicaci¨®n es del coronel Luigi Marano, responsable del Estado Mayor para el mantenimiento de las instalaciones de Mururoa. La audiencia es un grupo de siete periodistas detenidos por penetrar, el s¨¢bado, en aguas del islote prohibido.
Marano tiene a su espalda el gigantesco bloque de hormig¨®n en el que hab¨ªa que ocultarse durante las pruebas atmosf¨¦ricas. "Ahora ya no es necesario parapetarse, pero seguimos utiliz¨¢ndolo porque todos los instrumentos est¨¢n ah¨ª", afirma. Los pozos miden entre 1,5 y 2,5 metros de di¨¢metro. Son los mas grandes excavados nunca por el ser humano. Para hacerlos se utilizan gigantescas cabezas horadadoras que se deslizan por tubos d¨¦ acero."Los pozos son perfectos. Quiero decir", se?ala el coronel legionario Jean Marie Gallandt, jefe de seguridad, "que el di¨¢metro entre la boca y, el extremo inferior no var¨ªa en m¨¢s de dos cent¨ªmetros". La perfecci¨®n es esencial para que no se repitan desastres como el de 1979, cuando un artefacto qued¨® encallado a 400 metros de la superficie y, al estallar, arroj¨® radiactividad y una brutal onda expansiva al exterior. Cientos de toneladas de pescado muerto, un maremoto, fisuras en la superficie del atol¨®n y, sobre todo, un n¨²mero nunca determinado de afectados por la radiactividad fueron las consecuencias de aquel accidente.
Esperar 2.500 siglos
Una vez hecho el pozo, se deposita en el fondo la bomba, en vuelta en sensores conectados por cables a los remolques blancos. Se rellena el pozo de nuevo con la grava bas¨¢ltica extra¨ªda durante la perforaci¨®n, y se coloca un tap¨®n de al menos 100 metros de hormig¨®n. Cuando se produce el estallido, las se?ales el¨¦ctricas corren hacia la superficie por los cables, perseguidas a mil¨¦simas de segundo por una devastadora fuerza de calor. La radiactividad queda almacenada en el fondo, "en una cavidad de menos de un centenar de metros c¨²bicos", seg¨²n el coronel Marano, "y all¨ª permanece para siempre". Para siempre significa que los elementos radiactivos mantienen la misma peligrosidad del primer d¨ªa durante, al menos 250.000 a?os, 2.500 siglos."Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa se haga realidad la sugerencia del primer ministro, Alain Jupp¨¦, y se instale aqu¨ª un club de vacaciones. ?Por qu¨¦ no? El agua est¨¢ limpia, el clima es bueno y hay cientos de especies de peces en la laguna. Pero est¨¢ claro que deber¨¢ permanecer aqu¨ª una guarnici¨®n militar para vigilar que no se filtre al exterior eso", admite Marano, se?alando con el dedo hacia el suelo.
Un millar de soldados y medio millar de trabajadores tahitianos aprovechan las quiet¨ªsimas aguas de la laguna central del atol¨®n, En la playa hay varias cafeter¨ªas y un club n¨¢utico gratuito. Es una estampa polin¨¦sica en la que algo no encaja: est¨¢n el mar, la playa y el cocotero, pero s¨®lo hay hombres malencarados y silenciosos deambulando por el paisaje id¨ªlico. "No es mal sitio para pasar una temporada", opina Andrew, un sargento irland¨¦s que eligi¨® ese nombre cuando hace ocho a?os se enrol¨® en la Legi¨®n Extranjera. "Veo por la tele que hay alboroto en el mundo por las explosiones. ?Pero si no pasa nada! El d¨ªa del primer ensayo [5 de septiembre] yo estaba ba?¨¢ndome con otros en la laguna", relata el dublin¨¦s, "y ordenaron por los altavoces que sali¨¦ramos del agua porque iban a hacer la cosa. Apretaron el bot¨®n, la tierra tembl¨® durante un minuto o minuto y medio, el agua se cubri¨® de espuma blanca y ya est¨¢. Al cuarto de hora nos ba?¨¢bamos otra vez y los peces estaban vivos".
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