Una eterna desconfianza
Los jordanos ven defraudadas las esperanzas puestas en la reci¨¦n estrenada paz con Israel
Jaled al Hindi es ciertamente reacio a hablar de su negocio. "Estoy cansado de que la gente venga y me diga que me han tomado el pelo", dice, en una de las mesas de su mustio restaurante, donde los seis camareros fuman y bostezan sin prestar atenci¨®n al ¨²nico cliente, un cuarent¨®n silencioso que no lleva gorra pero que todos saben que es polic¨ªa. El Restaurant Istanbul tiene apenas una pizca m¨¢s de vivacidad que cualquier empresa de pompas f¨²nebres. "No es justo", murmura Al Hindi apurando un caf¨¦ amargo.EL Istanbul deb¨ªa haber sido un muestra de los beneficios de la paz que Israel y Jordania firmaron hace 11 meses y el pionero del acercamiento entre ¨¢rabes e israel¨ªes en uno de los niveles m¨¢s mundanos y rentables. ?se al menos era el objetivo que Al Hindi ten¨ªa en mente cuando a principios de a?o firm¨® un contrato con un empresario israel¨ª llamado Pinhas Sela para abrir el primer restaurante kosher en el mundo ¨¢rabe.
Con una inversi¨®n de cerca de 40.000 d¨®lares (unos cinco millones de pesetas), Ia idea no era nada quijotesca: en casi un a?o han llegado a Jordania cerca de 60.000 turistas jud¨ªos.
El Istanbul es como un l¨²gubre monumento a la desconfianza que prevalece en la sociedad mientras los Gobiernos de Israel y Jordania hablan de colosales proyectos de desarrollo, como la conexi¨®n del mar Rojo con el mar Muerto y la construcci¨®n de un aeropuerto internacional conjunto en el golfo de Aqaba.
El restaurante, con sus mesas vac¨ªas y su tacitumo propietario de origen palestino, est¨¢ en quiebra seis meses despu¨¦s de que un elusivo rabino de Haifa sacrificara en el jard¨ªn tres corderos siguiendo el ritual jud¨ªo de purificaci¨®n de locales p¨²blicos. "Vinieron equipos de telivisi¨®n de todo el mundo. ?ramos un ejemplo de la normalizaci¨®n de las relaciones entre Israel y Jordania y un ejemplo para la iniciativa privada", recuerda Al Hindi, a quien su socio israel¨ª prometi¨® promover el negocio entre los operadores tur¨ªsticos jud¨ªos.
Al Hindi dice que comenz¨® a sospechar que algo iba mal cuando su socio le inform¨® de que el rabino de marras triplic¨® el coste de sus servicios, se alz¨® con los cuchillos comprados para el sacrificio (por el extra no equivalente de 800 d¨®lares 100.000 pesetas) y jam¨¢s envio el certificado kosher.
Los m¨¢s oscuros temores de Al Hindi se confirmaron cuando en lugar de los 300 clientes diarios "garantizados" por Pinhas Sela, el restaurante jam¨¢s sirvi¨® a m¨¢s de una docena de visitantes jud¨ªos por d¨ªa. Si bien el Istanbul estaba a tono con el gusto y las necesidades de la clientela, con su impreso en hebreo, no lo estaba con el bolsilIo de los comensales. "?Pon¨ªan el grito en el cielo y se marchaban furiosos cuando se les informaba de que por el equivalente de 15 d¨®lares pod¨ªan almorzar como reyes! Y eso que la mayor¨ªa tra¨ªa su propia botella de agua o latas de refrescos", dice Al Hindi. "Para colmo, la clientela ¨¢rabe comenz¨® a boicoteamos por que serv¨ªamos a jud¨ªos".
Contactado por tel¨¦fono en su oficina de Tel Aviv, Pinhas Selaw tiene, por supuesto, otra versi¨®n de la desastrosa suerte del Istanbul. Dice que va a llevar a juicio a su ex socio para recuperar su inversi¨®n. "Jaled se embols¨® el dinero", asegura. Pero, en general, echa buena parte de la culpa del fracaso al rabino, a quien, sin embargo, se abstiene de identificar. "El rabino firm¨® un contrato por cerca de 2.000 d¨®lares, pero al ver la publicidad y el potencial del restaurante exigi¨® 7.000. Me negu¨¦. ?El resultado? Jam¨¢s obtuvimos el certificado kosher".
A pesar de sus esfuerzos por acelerar el proceso de normalizaci¨®n de las relaciones jordano-israel¨ªes, funcionarios de ambos pa¨ªses han comenzado a admitir que no es una tarea f¨¢cil. En la calle jordana existe enorme recelo. "Israel quiere devorarnos econ¨®micamente", afirmaba el otro d¨ªa el propietario de una peque?a empresa textil. "Nos sonr¨ªen para engatusarnos. "No les interesa la amistad; quieren nuestro dinero", comentaba por su parte el due?o de un taller de coches. Nabil Sawalha y Hisham Yanis, los productores y protagonistas de una comedia titulada Bienvenida reconciliaci¨®n, corren estos d¨ªas el riesgo de ser expulsados de la Asociaci¨®n Jordana de Escritores por haber visitado Israel y por haber supuestamente declarado en p¨²blico que "las mujeres ¨ªsrael¨ªes son guapas". A la cabeza de la campa?a contra la normalizaci¨®n con Israel est¨¢n, curiosamente, los dentistas jordanos, cuyo colegio profesional ha prohibido atender a clientes de Israel, donde los servicios odontol¨®gicos son cosiderablemente m¨¢s caros que en Jordania.
Por supuesto, Jaled Al Hindi se ha sumado locuazmente a la campa?a contra la normalizaci¨®n. "Si alg¨²n d¨ªa encuentro a Pinha le cortar¨¦ el pescuezo", dice mitad en broma, mitad en serio. Pero no le hace gracia que se le recuerde que ha perdido hasta los cuchillos para el degollamiento.
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