Por una pol¨ªtica fiscal contractiva
El autor aboga por el cambio de pol¨ªtica macroecon¨®mica y defiende la implantaci¨®n de una pol¨ªtica fiscal contractiva, que, a su juicio, reducir¨ªa los tipos de inter¨¦s a largo plazo y el d¨¦ficit corriente y apreciar¨ªa la peseta
Ante esta nueva situaci¨®n de tipos de cambio m¨¢s flexibles en el seno del Sistema Monetario Europeo (SME), ?no ser¨ªa mucho m¨¢s conveniente modificar la mezcla actual de pol¨ªtica macroecon¨®mica y establecer una pol¨ªtica fiscal m¨¢s contractiva y una pol¨ªtica monetaria menos restrictiva?Te¨®ricamente, esta modificaci¨®n podr¨ªa tener efectos positivos en el crecimiento de la renta y, por tanto, en la incipiente recuperaci¨®n econ¨®mica. Las razones son las siguientes:
En un r¨¦gimen de tipos de cambio cuasi flexibles como el actual, una pol¨ªtica monetaria expansiva puede ser, te¨®ricamente, mucho m¨¢s eficaz para conseguir un crecimiento estable de la renta, ya que provoca tanto un aumento de la demanda interna v¨ªa mayor base monetaria como una reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s. El aumento de la demanda interna produce un empeoramiento de la balanza de pagos por cuenta corriente y los menores tipos de inter¨¦s producen un empeoramiento de la cuenta de capital, ambos provocan un d¨¦ficit de balanza de pagos que lleva a una depreciaci¨®n del tipo de cambio que, a su vez, mejora la competitividad de la econom¨ªa y que, al final, anula dicho d¨¦ficit, con lo que el aumento de renta se consolida. Por el contrario, una pol¨ªtica fiscal expansiva, como la actual, da lugar te¨®ricamente a una mayor demanda interna y a unos tipos de inter¨¦s m¨¢s elevados, con lo que, por un lado, se produce un d¨¦ficit en la balanza corriente y un superavit en la balanza de capital, dada la alta movilidad de los flujos de capital, y, por tanto, una apreciaci¨®n del tipo de cambio que reduce, la competitividad y hace que las importaciones crezcan m¨¢s r¨¢pido que las exportaciones y que se pierda buena parte del aumento de renta conseguido con la expansi¨®n fiscal.
Por otro lado, los elevados tipos de inter¨¦s que provoca la pol¨ªtica fiscal expansiva producen cada vez un mayor d¨¦ficit p¨²blico al aumentar la carga de intereses de la deuda, lo que a su vez aumenta tambi¨¦n la deuda en circulaci¨®n produciendo un ciclo fiscal expansivo que ejerce un efecto de expulsi¨®n de la inversi¨®n privada, y del que s¨®lo se puede salir con una pol¨ªtica, monetaria muy restrictiva (como ocurre ahora en nuestra econom¨ªa), que afecta negativamente a la recuperaci¨®n del consumo y de la inversi¨®n, cuando ¨¦stos son m¨¢s necesarios. Al final, no se consigue el aumento de la renta deseado. Es decir, si en la situaci¨®n actual, de mayor flexibilidad de los tipos de cambio, se cambiase el signo de ambas pol¨ªticas macroecon¨®micasy se hiciera mucho m¨¢s contractiva la pol¨ªtica fiscal y menos restrictiva la pol¨ªtica monetaria, ser¨ªa posible, te¨®ricamente, crecer con mayor rapidez y con menores desequilibrios. La pol¨ªtica fiscal contractiva reducir¨ªa los tipos de inter¨¦s a largo plazo y la pol¨ªtica monetaria m¨¢s acomodante reducir¨ªa los tipos de inter¨¦s a corto plazo, se producir¨ªa un d¨¦ficit de la balanza de capitales que podr¨ªa m¨¢s que compensar el menor d¨¦ficit corriente derivado de la contracci¨®n fiscal y, por tanto, una ligera depreciaci¨®n del tipo de cambio. Los menores, tipos de inter¨¦s permitir¨ªan una recuperaci¨®n de la inversi¨®n y del consum¨® que contrarrestar¨ªa el impacto negativo de la restricci¨®n fiscal, y la depreciaci¨®n del tipo de cambi¨® (dentro de las bandas actuales del 15%) resultar¨ªa en una recuperaci¨®n de la exportaci¨®n, mejorando tanto el crecimiento de la demanda interna como el de la demanda exterior, y, por tanto, el de la renta y el del empleo. Sin embargo, hay que tener en cuenta dos factores muy importantes que no se han considerado hasta ahora.
En primer lugar, la econom¨ªa espa?ola se encuentra inmersa en un proceso de convergencia para poder entrar en la tercera fase de la uni¨®n monetaria, en el que se tienen que cumplir a corto plazo una serie de requisitos de reducci¨®n de los niveles de d¨¦ficit p¨²blico; de los tipos de inter¨¦s a largo plazo, de la inflaci¨®n y, adem¨¢s, se tiene que evitar que la peseta se salga de la actual banda del 15% durante los dos a?os anteriores a dicha fase, que comenzar¨¢ en 1999.
Con la alternativa de una mezcla de pol¨ªtica monetaria ligeramente m¨¢s expansiva y de pol¨ªtica fiscal mucho m¨¢s restrictiva se logra reducir el d¨¦ficit fiscal, el porcentaje de deuda p¨²blica sobre PIB y los tipos de inter¨¦s a largo plazo y, por tanto, cumplir con tres de los criterios de convergencia, pero a costa de una depreciaci¨®n del tipo de cambio que puede llevar a que la peseta se salga de la banda e introduzca un riesgo de mayor inflaci¨®n, en un momento en que la tasa de inflaci¨®n actual tiene que reducirse dos puntos en los pr¨®ximos dos a?os.
En segundo lugar, no se ha tenido en cuenta hasta ahora el lado de la oferta de la econom¨ªa, es decir, el comportamiento de los factores que afectan a la producci¨®n, ya que el an¨¢lisis se ha centrado solamente en el lado de la demanda. Sin embargo, hay que tener tambi¨¦n en cuenta, por un lado, el impacto de los mayores costes de los bienes y servicios importados, producto de la depreciaci¨®n del tipo de cambio sobre el nivel general de precios, ya que los empresarios tratar¨¢n, de trasladar dichos mayores los precios, y por otro costes a lado, la reacci¨®n de los salarios a dichos aumentos de precios, ya que los sindicatos intentar¨¢n compensar dichos aumentos deprecios en sus reivindicaciones salariales para no perder poder adquisitivo. Es decir, hay, que tener en cuenta el impacto de las pol¨ªticas de demanda sobre la producci¨®n y, adem¨¢s, no s¨®lo su efecto inmediato a corto plazo, sino su efecto definitivo a medio plazo.
Teniendo en cuenta ambos factores podr¨ªa ocurrir que una pol¨ªtica monetaria ligeramente m¨¢s expansiva fuera mucho menos eficaz a largo plazo a la hora de conseguir un aumento de la renta real (es decir, descontada la inflaci¨®n), ya que la respuesta, de los agentes econ¨®micos empresariales y sindicales podr¨ªa ocasionar un aumento de los precios, y salarios en la misma proporci¨®n que el incremento inicial derivado del aumento de la oferta monetaria de la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s y de la depreciaci¨®n del tipo de cambio, con lo que la renta real a medio plazo no aumentar¨ªa. Por el contrario, podr¨ªa ocurrir que una pol¨ªtica fiscal expansiva fuera incluso m¨¢s eficaz a la hora de aumentar la renta real ya que, a trav¨¦s de la apreciaci¨®n del tipo de cambio que lleva consigo se reducir¨ªan los precios nacionales, lo que reducir¨ªa los costes empresariales al tiempo que aumentar¨ªa el salario real de los trabajadores mejorando el nivel de renta agregada. Ahora bien, esto se conseguir¨ªa a cambio de un mayor d¨¦ficit p¨²blico, una mayor deuda y no mayores tipos de inter¨¦s, a largo plazo, lo que invalidar¨ªa tambi¨¦n esta opci¨®n al no poder converger de acuerdo con los criterios de Maastricht.
Sin embargo, tambi¨¦n hay que tener en cuenta un tercer factor externo hasta ahora, no, contemplado en este an¨¢lisis que resulta de las dos restricciones importantes que vienen impuestas desde fuera. En primer lugar, la restricci¨®n temporal que existe para poder cambiar de mezcla de pol¨ªtica macroecon¨®mica, dado el consenso existente para volver a un sistema de tipo de cambio fijo y avanzar en la uni¨®n monetaria. En segundo lugar, la restricci¨®n a la discrecionalidad de la pol¨ªtica econ¨®mica que imponen los mercados financieros, la libertad de movimientos de capital y la necesaria convergencia para cumplir los criterios de Maastricht..
Estas dos restricciones hacenque, por un lado, al hablar de una modificaci¨®n de la mezcla de pol¨ªtica macroecon¨®mica s¨®lo se pueda pensar en el corto plazo, ya que se supone que la situaci¨®n de una cierta flexibilidad del tipo de cambio va a durar un m¨¢ximo de tres a?os, y, por tanto, se trata exclusivamente de aprovechar a corto plazo dicha flexibilidad antes de perderla para siempre al fijar los tipos de cambio, irrevocablemente, a partir de enero de 1999, y a?os m¨¢s tarde, al crear la moneda ¨²nica.
Por otro lado, dados los elevados niveles de d¨¦ficit p¨²blico y deuda p¨²blica existentes, la pol¨ªtica fiscal contractiva no es una opc¨®n discrecional, sino que es obligada, no s¨®lo por el necesario cumplimiento de los criterios de convergencia, sino porque, si no se hace urgentemente un ajuste presupuestario, los mercados financieros van a aumentar a¨²n m¨¢s la prima de riesgo de nuestra econom¨ªa y los tipos de inter¨¦s a largo plazo, y van a provocar una nueva devaluaci¨®n de la peseta, a pesar de la pol¨ªtica monetaria contractiva actual del Banco de Espa?a, con lo que la econom¨ªa espa?ola estar¨ªa en la peor de las mezclas posibles: la pol¨ªtica fiscal expansiva no lograr¨ªa un superavit por cuenta de capital que compensase el d¨¦ficit corriente y la pol¨ªtica monetaria contractiva no lograr¨ªa reducir el crecimiento de los precios.
Por tanto, lo m¨¢s importante en la situaci¨®n actual es que la mezcla de pol¨ªticas fiscal y monetaria sea cre¨ªble por, los agentes econ¨®micos y financieros ya que, de no serlo, no tendr¨¢ los efectos deseados. Por tanto, en estos momentos, el cambio de pol¨ªtica macroecon¨®mica es obligado ya que la mezcla actual no es cre¨ªble por los mercados, como se ha demos trado recientemente con la ¨²ltima devaluaci¨®n forzada de la peseta, a pesar de tener una banda del 15% para fluctuar.
En definitiva, teniendo en cuenta la reacci¨®n de los agentes econ¨®micos y de los mercados financieros, parece muy conveniente dicha alternativa, puesto que adem¨¢s podr¨ªa llegar a tener todas las ventajas se?aladas anteriormente y ninguno de sus inconvenientes. Una pol¨ªtica fiscal contractiva no s¨®lo reducir¨ªa los tipos de inter¨¦s a largo plazo y el d¨¦ficit corriente, sino que, probablemente, apreciar¨ªa la peseta en lugar de depreciarla, ya que aumentar¨ªan las entradas de capitales al tener m¨¢s confianza los inversores internacionales en el proceso de convergencia de la econom¨ªa espa?ola y en la proba bilidad de pasar a la tercera fase de la uni¨®n monetaria. La contracci¨®n fiscal dar¨ªa adem¨¢s un mayor margen al Banco de Espa?a para reducir los tipos de inter¨¦s a corto plazo una vez que la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico produjese una reducci¨®n de los diferenciales de tipos de inter¨¦s a largo plazo con el marco, lo que me jorar¨ªa la demanda de inversi¨®n y de consumo sin producir un d¨¦ficit de balanza de pagos y una depreciaci¨®n de la peseta, ya que de un lado la contracci¨®n fiscal mejorar¨ªa la balanza corriente, y de otro, las entradas de capital, derivadas de la mayor credibilidad en el ajuste fiscal, mejorar¨ªan la balanza de capitales, con lo que no habr¨ªa depreciaci¨®n de la peseta y tampoco un efecto posterior ne gativo sobre los precios.
Es decir, aunque la contracci¨®n fiscal tendr¨ªa un impacto negativo sobre la demanda interna y sobre la renta, la reducci¨®n de los tipos a largo plazo y del d¨¦ficit por cuenta corriente compensar¨ªa el impacto negativo inicial sobre la demanda interna y adem¨¢s, dar¨ªan al Banco de Espa?a un mayor margen para bajar los tipos a corto plazo, una vez que ¨¦ste observase que la contracci¨®n presupuestaria se culminaba, con lo que se operar¨ªa un mayor crecimiento de la renta, ya que los tipos a corto son los que afectan en mayor medida a la demanda de inversi¨®n y de consumo.,
En resumen, un r¨¢pido cambio de la mezcla actual de pol¨ªtica macroecon¨®mica a corto plazo no s¨®lo ser¨ªa necesario, sino, adem¨¢s, conveniente para conseguir un crecimiento estable y cumplir con los criterios de convergencia.
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