No todo vale
Toda situaci¨®n, por mala que sea, es capaz de empeorar. Eso dicen los optimistas. Los pesimistas agregan que todo lo que puede salir mal sale mal; y, puesto que siempre hay algo que, puede salir mal, la situaci¨®n empeorar¨¢ indefinidamente. Tienen raz¨®n los pesimistas, y en ¨¦sa estamos: de mal en peor.Pues si hace dos semanas me. quejaba del olvido de la realidad, fascinados como estamos por el culebr¨®n cat¨¢rtico-medi¨¢tico d¨¦ la corrupci¨®n, enganchados al chute de hero¨ªna de la noticia diaria, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, mejorando su pureza para aumentar el high, este comienzo del tercer acto (primer acto, Rold¨¢n; segundo acto, GAL; tercer acto, conclusi¨®n) no tiene desperdicio y ni Shakespeare hubiera imaginado este alambicado enredo de intrigas y contraintrigas.
Y ah¨ª tenemos de nuevo el revuelo de la chaqueta de Garz¨®n, los silencios de Garc¨ªa-Castell¨®n, la incertidumbre de Moreir¨¢s, las visitas pr¨®ximas de Manglano a la Audiencia mientras Ruiz-Mateos esp¨ªa a ?lvarez del Manzano, De la Rosa chantajea a CiU y Perote le da lecciones al Gobierno sobre c¨®mo manejar los secretos oficiales. Todo presunta mente. Por cierto, ?se ha enterado alguien de que el Gobierno ha aprobado los Presupuestos de 1996 que deben permitir-impedir nuestra entrada en la uni¨®n monetaria y que todo el Congreso rechaza? Ya pas¨® el drama; estamos de lleno en el vodevil.
Pero, por favor, que no se nos obligue a elegir entre lo malo y lo peor. Que la osad¨ªa insensata de Mario Conde, de sus abogados y sus periodistas, sea descubierta y expuesta a la luz del d¨ªa es algo que debemos celebrar pues s¨®lo pueden vivir en la sombra. De modo que, si la conspiraci¨®n era propaganda, el chantaje dista de serlo, aunque el ministro Belloch (siempre obsesionado con las etiquetas) intente salvar su cara y su responsabilidad con la ret¨®rica de que se trata solo de "presiones al Ejecutivo".Pues se trata de unas "presiones" que han durado nada menos que siete meses, desde el 24 de febrero, en que Conde se re¨²ne con el ex ministro del Interior hasta el scoop de la revista Tiempo, siete meses durante los cuales intervienen un ex presidente, dos secretarios de Estado, un ministro (y no cualquiera, el de Justicia e Interior, adem¨¢s de notario mayor del Reino) y un presidente. Y que en repetidas ocasiones (al menos nueve conocidas) se prestan a escuchar y hablar con mensajeros seudojur¨ªdicos (vaya con la deontolog¨ªa profesional) del chantajista en dependencias oficiales. Ello sin olvidar que, al inicio del verano de 1994, el propio presidente hab¨ªa recibido en La Moncloa al ya ex presidente de Banesto, muchos meses despu¨¦s de la intervenci¨®n. ?Es realmente tan f¨¢cil hablar con esas persionalidades? ?Es ¨¦se el procedimiento para recuperar documentaci¨®n sensible?
Pues, si grave es el intento de chantaje (no s¨¦ si al Estado, con seguridad al Ejecutivo), no lo es menos que ¨¦ste ha sido posible porque hab¨ªa mucho que ocultar. Y como sabemos desde el Watergate, el cover-up, el encubrimiento, acaba siendo casi tan malo como lo encubierto. De modo que, durante al menos siete meses, el Gobierno de los espa?oles, el nuestro, el que representa nuestros intereses, ha sido posible objeto de amenazas, chantajes, coacciones, conspiraciones o conjuras (seg¨²n los gustos). Desde luego, no me gustan nada las andanzas del se?or Conde; pero, como espa?ol, me preocupa, y mucho, que el mismo Ejecutivo se transforme en una security risk, raz¨®n m¨¢s que suficiente para que en cualquier pa¨ªs se rechace a un candidato a un puesto de nivel medio. Y no me mueve la santa indignaci¨®n, sino. el sano temor y la prudencia de un ciudadano razonable.
De modo que, si no todo vale contra el Gobierno socialista, a favor del Gobierno tampoco. Y vive Dios que se hace dif¨ªcil conservar ese equilibrio del que unos y otros pretenden descabalgarnos encerrando a los espa?oles en el dilema de elegir entre un (supuesto) chantajista y un Gobierno (supuestamente) chantajeable. Por supuesto, me quedo con el segundo, pero, la verdad, prefiero un Gobierno limpio.
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