El albergue es su casa
20 indigentes viven desde hace m¨¢s de un lustro en el Centro de Acogida de San Isidro por la falta de alojamientos alternativos
Rufino, un sexagenario minusv¨¢lido vive desde hace medio siglo en el albergue municipal de San Isidro. Entr¨® siendo un ni?o, cuando el centro era un lugar donde reprimir la mendicidad. Carece de domicilio y lo m¨¢s parecido que tiene a un hogar es este recinto asistencial, que comparte con otros 274 indigentes. Su caso no es ¨²nico.Veinte hombres y mujeres residen desde hace m¨¢s de cinco a?os -hay 16 que llevan d¨¦cadas- en este centro, para quienes carecen de otro cobijo. Todos son personas de 50 a 60 a?os. Sus problemas, f¨ªsicos o ps¨ªquicos les vetan el trabajo, y sus ¨ªnfimos ingresos, pensiones no contributivas (34.070 pesetas) no les permiten buscar vivienda. La falta de recursos sociales, como pisos tutelados, viviendas p¨²blicas y residencias que no exijan como requisito tener 65 a?os, les impide abandonar el albergue.
A Rufino le ofrecieron ir a una residencia de los Ancianos Desamparados en Orihuela (Alicante), pero ¨¦l siempre ha vivido en Madrid y no quer¨ªa marcharse tan lejos. "Si me ofrecieran una plaza en una residencia de Madrid ir¨ªa de cabeza, porque aqu¨ª somos demasiados y, adem¨¢s, la gente de ahora no es como la de antes por el problema de la droga; a m¨ª ya me han robado alguna cosa", explica este hombre, con una minusval¨ªa del 74% que le ha dejado contrahecho tras m¨²ltiples operaciones.
Lleg¨® a San Isidro con s¨®lo nueve a?os. Entonces, la Ley sobre Vagos y Maleantes permit¨ªa recluir en este centro a quienes ejerc¨ªan la mendicidad. Como s¨®lo era un ni?o lo trasladaron a varios colegios. ?l dice que su familia no le hac¨ªa mucho caso. Tiene un hermano, pero ni siquiera sabe d¨®nde vive. Permaneci¨® peque?as temporadas en pensiones e intent¨® trabajar en un quiosco de prensa. Sus problemas f¨ªsicos eran un obst¨¢culo para encontrar empleo y tambi¨¦n tuvo problemas de alcohol.
A pesar de ser una memoria viviente del albergue asegura no tener amigos dentro de ¨¦l. "Conocidos, s¨ª, pero el mejor amigo es un duro en el bolsillo". As¨ª que lo de compartir un piso tutelado con otros internos no le parece mal, pero tendr¨ªan que convencerle.
Ana Mar¨ªa no sabe ni leer ni escribir, pero se pasa las horas muertas copiando palabras en una libreta. Tampoco tiene una idea clara de su edad ni de los a?os que lleva en San Isidro. "Tres o cuatro". Pero son 15. La causa de su olvido es la epilepsia que cada cierto tiempo le convulsiona. Algunas cicatrices en la frente y en las comisuras de los labios dan fe de sus ataques. Su ¨²nico hijo, de 15 a?os, vive en un centro de acogida de la Comunidad.
"Yo serv¨ªa en una casa muy buena, pero con lo de los ataques epil¨¦pticos perd¨ª el trabajo y sin dinero no encuentras habitaciones d¨®nde dormir, as¨ª que me tuve que venir a San Isidro", explica. "El padre de mi hijo muri¨®, me junt¨¦ con otro hombre y, como no nos llev¨¢bamos bien, lo dej¨¦, que yo no pod¨ªa arriesgarme a que me hiciera otra barriga; tengo 10 hermanos y mis padres, pero ellos est¨¢n muy apretados y no me pueden ayudar", apostilla.
Cobra una pensi¨®n no contributiva. "Un piso compartido podr¨ªa estar bien, seg¨²n con quien te toque y, claro, tambi¨¦n seg¨²n lo que tengas que pagar", concluye esta mujer, que a¨²n conserva un fuerte acento extreme?o de su Badajoz natal.
De los 20 residentes continuados de San Isidro, 14 son hombres y seis, mujeres. Cuatro llevan viviendo en el albergue de cinco a 10 a?os; nueve llevan de 11 a 20 a?os y siete m¨¢s de 21 a?os. Casi todos han salido en peque?as temporadas, pero han regresado. Todos est¨¢n impedidos para trabajar por transtornos f¨ªsicos y ps¨ªquicos.
La falta de v¨ªnculos familiares, el desarraigo social, la pobreza extrema y el alcohol, en una ciudad donde el trabajo escasea y la vivienda es cara, les ha llevado a hacer de un refugio su hogar.
El director de San Isidro, Dar¨ªo P¨¦rez, asegura que un 30% de los usuarios del centro estar¨ªan mejor en pisos tutelados, en residencias o en viviendas sociales. Hace referencia a los cr¨®nicos y a los ancianos con problemas para ser aceptados en geri¨¢tricos. Otro 10% son situaciones de emergecia (mujeres maltratadas, desahuciados...), que tambi¨¦n debieran contar con alojamientos temporales adecuados.
"Pero mientras esos recursos no existan aqu¨ª tendr¨¢n su hueco, porque ¨¦ste es un centro de acogida donde cada persona debe permanecer el tiempo preciso, seg¨²n sus necesidades y no con una limitaci¨®n r¨ªgida", asegura. "No s¨®lo es un problema de falta de recursos, este centro es como la red del trapecista: debajo s¨®lo est¨¢ el suelo; si han llegado aqu¨ª es porque su situaci¨®n era muy dura y les da mucho miedo cambiar a pisos compartidos o a residencias; para lograrlo hace falta un fuerte trabajo social", a?ade P¨¦rez.
"Hay personas que cuando las llevamos a pensiones sufren una reca¨ªda; en medicina se habla del hospitalismo y aqu¨ª se dan otras formas de dependecia absoluta de la instituci¨®n", matiza.
Juan, a sus 41 a?os, parece mucho mayor. En su prematuro envejecimiento han influido los problemas que tuvo con su mujer, el alcohol y las noches al raso. Lleva en San Isidro desde los 33 a?os. "Mis problemas comenzaron cuando un d¨ªa llegu¨¦ a mi casa antes de lo previsto y vi que mi mujer ten¨ªa relaciones con sus hu¨¦spedes, me dio por beber y me qued¨¦ sin casa, sin trabajo y sin nada", asegura.
Tiene un problema de movilidad en ambos codos. "Antes, a pesar de tener los brazos como los tengo, encontraba trabajo en la construcci¨®n en la cuba y la naquinilla, luego el empleo fall¨® para todos y con mi salud no me cog¨ªan", a?ade. Lleva a?os sin ver a su hija adolescente. "Podr¨ªa verla, pero por no ver a mi mujer prefiero no acercarme a su casa", apostilla. Compartir un piso con otras personas le gustar¨ªa, pero s¨®lo lo ve posible si fuera muy barato.
Dar¨ªo P¨¦rez insiste: "Estas personas siguen con nostros, porque resulta dif¨ªcil que encuentren casa y trabajo debido a sus problemas f¨ªsicos o ps¨ªquicos; no es que con ellos el trabajo social haya fracasado, muchos, a estas alturas, podr¨ªan vivir de forma aut¨®noma en un piso si la vivienda no fuera tan cara", concluye.
Por ahora las promociones de vivienda social de los gobiernos local y regional no contemplan una parte de su parque para este fin.
De ah¨ª que los ¨²nicos contactos hechos por los responsables de San Isidro para lograr los alojamientos hayan sido con la empresa Prov¨ªvienda. Esta entidad, subvencionada por la Comunidad, capta pisos en el mercado y ofrece alquileres avalados para j¨®venes e inmigrantes.
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