Dos hombres esposados dirig¨ªan a los agentes en la b¨²squeda del cad¨¢ver
La excavadora movi¨® esta madrugada dos toneladas de tierra tr¨¢gica. Buscaba el cad¨¢ver de Anabel Segura all¨ª donde los presuntos asesinos confesaron haberla enterrado: el solar de una antigua f¨¢brica de ladrillos situado a 500 metros de Numancia de la Sagra, cerca de Illescas, en Toledo. Y a ese lugar se dirigieron anoche, pasadas las 23.00 horas, decenas de agentes y de funcionarios judiciales. Se mov¨ªan bajo la luz ambarina de cuatro grandes focos, que convirtieron el descampado en un macabro escenario dirigido por uno de los acusados: un sospechoso, de pantal¨®n vaquero y jersey rojo, que escond¨ªa su cara de las miradas acusadoras. A su t¨¦trico designio se sumar¨ªa a las tres de la madrugada otro detenido. Un hombre, alto y fornido, que nada m¨¢s bajar del Mercedes oficial tambi¨¦n se tap¨® la cara.Cuando este ¨²ltimo sospechoso lleg¨®, la m¨¢quina ya llevaba una hora y media parada, sin retirar los restos de la antigua f¨¢brica de ladrillos. Una construcci¨®n que fue derruida hace dos a?os, poco despu¨¦s de que los detenidos enterrasen all¨ª a Anabel Segura. Los escombros dificultaban la b¨²squeda. Antes de ser destruida, la f¨¢brica fue ocupada por toxic¨®manos. Llevaba 10 a?os cerrada.
PASA A LA P?GINA 3
La excavadora hab¨ªa movido anoche dos toneladas de tierra en busca del cad¨¢ver
VIENE DE LA P?GINA 1Los agentes que rodeaban los trabajos daban la espalda a los periodistas adocenados al borde de la carretera. Los agentes, antes de perderse entre los escombros, respond¨ªan a las preguntas con un encogimiento de hombros. "Aqu¨ª hay secreto de sumario", afirm¨® una polic¨ªa rubia y enchaquetada que, sin identificarse, dej¨® bien claro que ah¨ª mandaba ella. Le respondieron los periodistas: "Ya, pero es que es p¨²blico lo que ha pasado. S¨®lo queremos saber si se ha encontrado algo". Y ella: "?Que hay secreto!".
A su alrededor, los agentes sacaban pecho y resoplaban: "Venga, venga, mu¨¦vanse de aqu¨ª, que nos estorban". Su ¨²nica deferencia reca¨ªa en un llamado "se?or Ruiz", hombre de la zona al que, una vez espantados los informadores a cierta distancia, cogieron de la solapa y metieron en el solar. El hombre, con pantalones de pana y mirada perdida, musit¨® un sucinto "bueno".
Un obrero
Una pareja de la Guardia Civil explicar¨ªa m¨¢s tarde que ese supuesto testigo era un trabajador de la antigua f¨¢brica de cer¨¢micas La Milagrosa.
La excavadora, que levant¨® al menos dos toneladas de escombros, llen¨® la noche de polvo impenetrable. En un rinc¨®n, los encargados de la, investigaci¨®n hablaban con Rafael Escuredo, el ex pol¨ªtico socialista que presidi¨® la Junta de Andaluc¨ªa y que ha venido actuando, en su profesi¨®n de abogado, como portavoz de la familia. Escuredo, que en la madrugada de ayer se abstuvo de efectuar declaraciones, es amigo del padre de la v¨ªctima Jos¨¦ Segura.
A Escuredo y a los agentes se les ve¨ªa gracias a cuatro focos alimentados por el grupo electr¨®geno. Junto a ellos, se situ¨® una furgoneta de la Polic¨ªa Cient¨ªfica, dispuesta a analizar los restos.
La Guardia Civil, mientras, dirig¨ªa el trafico en la estrecha carretera comarcal, atestada a ambos lados de coches. "Cuidado, que esta noche puede haber un accidente", advirti¨® un Guardia Civil de la zona, m¨¢s preocupado por el tr¨¢fico que por lo que ocurr¨ªa a su alrededor. Y en un momento de tranquilidad, coment¨®: "Esto es por Anabel Segura, ?verdad? Siempre nos enteramos los ¨²ltimos". Los periodistas y los agentes se preparaban para pasar una larga noche.
Cerca de la una de la madrugada, la excavadora segu¨ªa destapando montones de tierra sin ning¨²n miramiento, lo que dejaba entrever que el cuerpo de Anabel estaba profundamente enterrado.
Media hora despu¨¦s, los dientes de la excavadora se centraron en un punto de la escombrera y comenzaron a ahondar en medio de las expectantes miradas de los investigadores que agachaban sus cuerpos para escudri?ar lo que escond¨ªa la fosa. Tambi¨¦n sobre esa hora circul¨® entre los periodistas que hac¨ªan guardia al lado de la carretera el rumor de que ya hab¨ªan aparecido los restos de Anabel. Un guardia sonri¨® ir¨®nicamente al escuchar el comentario. Sus ojos dejaban entrever que la b¨²squeda hasta ese momento hab¨ªa sido completamente est¨¦ril.
El "se?or Ruiz", el vecino del pueblo, se sumergi¨® en la fosa. La noche era un ir y venir continuo de veh¨ªculos policiales. Sumaban 12, entre coches camuflados de la Polic¨ªa Judicial de Madrid y de la Guardia Civil.
Camino a Illescas
La polic¨ªa supo hace una semana que la pista conduc¨ªa hacia la provincia de Toledo, tras precisarse que las llamadas de los secuestradores proced¨ªan de la zona de Illescas, seg¨²n fuentes policiales.
Parte de la informaci¨®n se facilit¨® desde la Delegaci¨®n del Gobierno en Madrid. La representante gubernamental Pilar Lled¨®, no abandon¨® su despacho hasta pasadas las tres de la madrugada. Durante toda la jornada se hab¨ªa dedicado al asunto, asesorada por sus m¨¢s estrechos colaboradores.
Un alto cargo del Ministerio de Justicia e Interior mantuvo una conversaci¨®n telef¨®nica con el padre de Anabel para informarle de los detalles de la operaci¨®n policial que culmin¨® en el detenci¨®n de tres sospechosos, entre ellos un mujer.
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