Donde fue Vicente
Un paseo por la ladera sur la Najarra hasta la Pedriza, a trav¨¦s de paisajes que cant¨® AIeixandre
Es fama que cuando Isabel de Borb¨®n se dirig¨ªa a Madrid para matrimoniar con Felipe IV, se le ech¨® la noche encima cabe la Morcuera y, no hallando pueblo m¨¢s a mano, tuvo por huebos que pasarla en Porquerizas. Temerosa (con raz¨®n) de que los siglos venideros la evocaran pernoctando entre pocilgas en v¨ªsperas de su casamiento, nada m¨¢s llegar a la corte rog¨® al rey que le cambiase a la villa el nombre por otro mejor sonante, como Miraflores de la Sierra. "?Y eso?", debi¨® de preguntarle don Felipe. "Pues porque al asomarme a la ventana esta ma?ana he exclamado: "?Mirad, flores en la sierra!". Pero hay quien ha hecho notar (con raz¨®n) que, siendo la real moza francesa, no pudo decir tal cosa.Lo que no es invenci¨®n, sino historia reciente, es el repaso que le est¨¢n dando los lugare?os a sus antiguas Porquerizas. "?Mirad, una calle peatonal en la sierra!", exclaman los ciclistas que acaban de desembarcar sus pertrechos en el lugar, y pedalean at¨®nitos por Jer¨®nimo Sastre, y se frotan los ojos y se pellizcan las carnes por si aquello fuera un sue?o, pero no lo es, porque al doblar la esquina, en la plaza del ?lamo, se topan con el t¨®tem de Miraflores, "abuelo siempre vivo del pueblo, / augusto por edad y presencia".
Siempre vivo pese a que est¨¢ muerto. Pues el ¨¢lamo que cant¨® Vicente Aleixandre ("Diez hombres no rodear¨ªan su tronco. / ?Con cu¨¢nto amor lo abrazar¨ªan midi¨¦ndolo!"), la olma que era "el ¨²nico cielo de estos hombres" y que el sida de la grafiosis dej¨® en los puros huesos, sigue siendo el mejor emblema de Miraflores y la prueba inequ¨ªvoca de que no nos hallamos en Amsterdam, sino en pleno Guadarrama. ?Qu¨¦ novedad: una calle cerrada al tr¨¢fico en la sierra!
Para celebrarlo como se merece, los ciclistas se desayunan con bienmesabes de los que se cuecen en la pasteler¨ªa Florisierra y, encomend¨¢ndose al abuelo, parten de Miraflores por la carretera de Rascafr¨ªa en busca de los paisajes que encareci¨® el poeta: "Arriba la Najarra. / Abajo la llanura, con una sed enorme de perderse".
A medio kil¨®metro escaso de la poblaci¨®n, los excursionistas abandonar¨¢n por la izquierda la carretera para descender por firme asfaltado hacia la fuente del Cura. Nada m¨¢s cruzar el puente sobre el r¨ªo M¨ªraflores optar¨¢n por la pista que gana altura hacia el sur, intern¨¢ndose en el espeso robledal que orla las sayas de la Najarra. En el kil¨®metro 2, a contar desde la olma (si es que llevan ciclocomputador, y s¨ª no, a oj¨ªmetro), dejar¨¢n el asfalto y seguir¨¢n de frente y a la derecha. En el 3,40 y en el 3,94, de nuevo a mano derecha. En el 4,17 sortear¨¢n una barrera. Y en el 4,33 desde?ar¨¢n el camino que, hacia el norte remonta la Morcuera para proseguir a media ladera en demanda de la hoya de San Blas.
La hoya de San Blas -o el hueco, seg¨²n qu¨¦ cart¨®grafos- es un valle delimitado por un fabuloso circo de monta?as: al norte y al noreste, la loma de Bailanderos y la Najarra; a poniente, los canchos desnudos de la Pedriza posterior, presididos por sus torres de m¨¢s de dos mil metros de altura. La pista que seguir¨¢n los ciclistas bordea esta depresi¨®n en ligero ascenso hasta ?lamo de Miraflores extinguirse al pie del collado de la Ventana, en un balc¨®n pedricero desde el que se domina el. embalse de Santillana y las tierras todas del Real. Paraje solitario como pocos, los buitres que anidan en sus grietas lo sobrevuelan de continuo.
De regreso por el mismo camino, los ciclistas hallar¨¢n una bifurcaci¨®n a la altura de una puerta finlandesa que franquearon a la ida, y podr¨¢n elegir entre volver a Miraflores, al amparo de la olma y a los gozos del bienmesabe, o bajar a Soto del Real, "a la llanura, con una sed enorme de perderse". Y a fe que si no pedalean ojo avizor, y preguntando el rumbo a los paisanos, se perder¨¢n.
Gasolina y az¨²car
D¨®nde. Miraflores de la Sierra dista 49 kil¨®metros de la capital, con la que est¨¢ comunicada a trav¨¦s de la autov¨ªa de Colmenar (M-607), tomando el desv¨ªo hacia Soto del Real (M-609) y luego la carretera M-611. Tiene estaci¨®n de tren, pero no para ninguno.Cu¨¢ndo. La ruta, de 13 kil¨®metros de ida y otros tantos de vuelta (si se regresa a Miraflores), se puede realizar en dos horas y med¨ªa, sin contar paradas. Al ser breve y discurrir entre las cotas de 1.150 y 1.500 metros, resulta apta para cualquier ¨¦poca.
Qui¨¦n. Miguel ?ngel Delgado y Jes¨²s Garc¨ªa ?vila describen este recorrido, con posibilidad de regreso por Soto del Real, en la gu¨ªa Bicicleta de monta?a: 25 itinerarios en la Comunidad de Madrid (Libros Penthalon), itinerario n¨²mero 17. M¨¢s informaci¨®n sobre Miraflores de la Sierra en el Ayuntamiento (tel¨¦fono 844 30 17).
Cu¨¢nto. Salvo la gasolina para hacer los 49 kil¨®metros necesarios, no se efect¨²an gastos dignos de menci¨®n.
Y qu¨¦ m¨¢s. imprescindibles, para acumular energ¨ªa, los dulces que preparan en la pasteler¨ªa Florisierra, situada en el n¨²mero 2 de la calle de Calvo Sotelo. Entre sus especialidades: los bienmesabes, las rosquillas de la Pastora de la Morcuera y las delicias de Miraflores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.