Pensiones realistas
EN 1990 el coeficiente que med¨ªa la proporci¨®n de jubilados en relaci¨®n a personas en edad de trabajar era en Espa?a del 17%; dentro de 45 a?os la relaci¨®n ser¨¢ del 42%. La situaci¨®n es la misma en casi todos los pa¨ªses europeos, si bien en Espa?a se ve agravada por el alto porcentaje de paro. La inviabilidad del actual sistema de pensiones en todas las sociedades desarrolladas se debe ante todo a factores demogr¨¢ficos. Por una parte, el aumento de la esperanza de vida hace que las percepciones por jubilaci¨®n absorban una porci¨®n creciente de la renta nacional; por otra, el retraso en la edad de entrada en el mercado laboral (la media ha pasado en poco tiempo de los 20 a los 24 a?os) y el paro reducen el n¨²mero de cotizantes. Est¨¢ claro que para evitar el colapso del sistema hay que cambiarlo.El estudio realizado por un grupo de expertos para la Fundaci¨®n BBV, que se plasmar¨¢ en un Libro Blanco del que estos d¨ªas se ha ofrecido un avance, apuesta, por la reforma. La otra posibilidad, un cambio del actual sistema de reparto (las pensiones actuales se pagan con las cotizaciones actuales) a otro de capitalizaci¨®n (cada generaci¨®n de jubilados percibe lo que ha ido cotizando en su vida activa m¨¢s los intereses generados) plantea problemas de dif¨ªcil soluci¨®n: o se sacrifica a varias generaciones o se provoca la ruina fiscal del Estado para cubrir ese vac¨ªo. El estudio en cuesti¨®n estima que el coste de la transformaci¨®n de un sistema a. otro ser¨ªa el equivalente a 2,5 veces el PIB, es decir, una cantidad imposible de financiar. Soluciones intermedias, con un procedimiento mixto, provocar¨ªan en cualquier caso un aumento considerable del d¨¦ficit p¨²blico: algo incompatible con las prioridades actuales de casi todos los pa¨ªses europeos.
La reforma debe ser urgente. Incluso con una perspectiva de crecimiento econ¨®mico al ritmo actual, el desequilibrio financiero de la Seguridad Social a?adir¨ªa en el a?o 2000 dos puntos (en porcentaje del PIB) al d¨¦ficit: eso en tan s¨®lo cuatro a?os. Entre las reformas planteadas por los expertos figuran el retraso voluntario de la edad de jubilaci¨®n hasta los 70 a?os y el reforzamiento del criterio de proporcionalidad entre lo cotizado y lo percibido. Una posibilidad estudiada es la de fijar la cuant¨ªa de la pensi¨®n en funci¨®n de los sueldos de toda la vida laboral, o de los ¨²ltimos 30 a?os anteriores a la jubilaci¨®n, y no, como en la actualidad, de los 15 ¨²ltimos a?os.
El retraso en la edad de jubilaci¨®n busca el doble efecto de reducir el periodo de percepci¨®n y aumentar el de cotizaci¨®n. La experiencia indica que, contra lo que creen algunos empresarios, la edad no siempre es un factor negativo para la eficacia del trabajador. Esto es evidente en profesiones liberales como la ense?anza, medicina de familia, abogac¨ªa y otras. Pero la tendencia de los ¨²ltimos 15 o 20 a?os ha sido la de zanjar las reconversiones de empresas o sectores mediante el expediente de las jubilaciones anticipadas. En Francia, por ejemplo, s¨®lo el 14% de los hombres entre 60 y 64 a?os sigue en activo.
Y, sin embargo, tambi¨¦n est¨¢ claro que esa prolongaci¨®n de la vida laboral se convertir¨ªa en un factor disuasorio de la contrataci¨®n de j¨®venes, lo que a su vez plantea otros graves problemas. Como en toda reforma, se trata de encontrar un equilibrio, y para ello hay que debatir. Algunos interpretaron el famoso Pacto de Toledo como un compromiso en funci¨®n del cual bastaba no hablar de la crisis del sistema de pensiones para garantizar su solvencia. Pero eso es confundir los pactos con los escapularios.
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