El Cesid sospecha que Perote pas¨® informaci¨®n secreta a la Embajada de Libia en Madrid
A finales de 1992, el Cesid recibi¨® una inesperada y desmoralizadora noticia: seg¨²n fuentes absolutamente fiables, los responsables de la Embajada de Libia en Madrid dispon¨ªan de informaci¨®n precisa sobre el sistema empleado para espiarla. La red de micr¨®fonos instalada a?os antes en la sede diplom¨¢tica por un servicio secreto occidental estaba al descubierto. De inmediato hubo que organizar una compleja operaci¨®n para desmontarla sigilosamente. Decenas de agentes trabajaron durante meses, con grave riesgo de ser sorprendidos, para desmantelar, antes de que lo hicieran los propios libios, una de las fuentes de informaci¨®n m¨¢s preciosas sobre los movimientos del r¨¦gimen del coronel Gaddafi en Europa.
El inter¨¦s por seguir de cerca los pasos al personal de la Oficina Popular de Libia en Madrid estaba m¨¢s que justificado si se recuerda, por ejemplo, que en 1986 fueron expulsados de Espa?a cuatro funcionarios de Tr¨ªpoli, incluido el propio ''embajador, por preparar un atentado contra un opositor a Gaddafi y por apadrinar a un fantasmal grupo terrorista, denominado La Llamada de Jesucristo, gracias en gran parte a la informaci¨®n facilitada, por los servicios de espionaje.La vigilancia resultar¨ªa, sin embargo, enormemente m¨¢s dificultosa a partir de 1992 por culpa de una delaci¨®n. De esto ¨²ltimo hubo pocas dudas: las caracter¨ªsticas del sistema hac¨ªan imposible su detecci¨®n mediante un barrido electr¨®nico y, aunque cab¨ªa la posibilidad de que una obra en la sede diplom¨¢tica hubiera dado casualmente con alguno de aquellos sofisticados ingenios de escucha, ello no explicaba por qu¨¦ los libios estaban al corriente del conjunto de la red.
Los informes de que dispuso el Cesid eran precisos al respecto: el r¨¦gimen de Tr¨ªpoli hab¨ªa recibido un chivatazo por parte de alguien que conoc¨ªa al detalle la instalaci¨®n. Todas las sospechas apuntaron hacia el coronel Juan Alberto Perote, ex jefe de la Agrupaci¨®n Operativa del Cesid, forzado a abandonar el centro en noviembre de 1991.
El coronel Perote no era el ¨²nico que conoc¨ªa la red de micr¨®fonos instalada en la embajada y tampoco el ¨²nico que, conoci¨¦ndola, se hab¨ªa marchado del Cesid con cajas destempladas. Ninguno de los otros agraviados ten¨ªa, sin embargo, contactos y relaciones suficientes para sacar partido a esa informaci¨®n.
Si bien sus relaciones con las embajadas ¨¢rabes se remontan a su etapa en el Cesid, Perote tuvo plena cobertura para cultivarlas a partir de septiembre de 1992 tras su incorporaci¨®n a la empresa p¨²blica Repsol como asesor en materia de seguridad.
El coronel mantuvo frecuentes contactos con las autoridades de pa¨ªses como Argelia y Libia con las que la compa?¨ªa p¨²blica tiene contratos de compra de hidrocarburos, e incluso viaj¨® en varias ocasiones al norte de ?frica, por cuenta de Repsol, para inspeccionar la seguridad de las instalaciones ante el auge del terrorismo integrista.
Negocios con Ab¨¢solo
Las entrevistas de Perote no se limitaron, sin embargo a la defensa de los intereses de Repsol. Seg¨²n el libro Esp¨ªas, de Fernando Rueda y Elena Pradas, el ex agente secreto fue el organizador de un almuerzo al que asistieron, adem¨¢s del propio Perote, un diplom¨¢tico libio y el empresario espa?ol Francisco Javier Ab¨¢s¨®lo y en el que se discuti¨® la puesta en marcha de negocios petrol¨ªferos con el r¨¦gimen de Gaddafi.Francisco Javier Ab¨¢solo, amigo de Perote, con quien intent¨® montar una empresa auditora de seguridad, seg¨²n el citado libro, fue condenado por el Tribunal Correccional de Par¨ªs, el 7 de junio de 1994, a una pena de cuatro a?os de c¨¢rcel por un intento de estafa a la financiera Rothschild de 5.000 millones de pesetas mediante pagar¨¦s falsos.
Ab¨¢solo es tambi¨¦n el ex director de Euro Appraisal, la empresa encargada de custodiar los ex¨¢menes en las oposiciones fraudulentas al Servicio Vasco de Salud en 1990, el caso Osakidetza, que provoc¨® la dimisi¨®n del n¨²mero dos del PSOE vasco, Marcos Merino.
Los recelos de sus antiguos compa?eros del Cesid sobre Perote se fundaban en estos y otros datos. Ten¨ªan, como sol¨ªa decir Emilio Alonso Manglano, "convicci¨®n informativa", aunque no pruebas concluyentes. Tampoco pudo demostrarse que procediera de Perote la confidencia que, por las mismas fechas, frustr¨® otra delicada operaci¨®n del servicio secreto.
Los problemas de Perote con el Cesid empezaron en el verano de 1990, cuando la revista Tiempo le fotografi¨®, durante una fiesta, mientras se encontraba de misi¨®n oficial en Ruman¨ªa.
En los meses siguientes, la situaci¨®n de Perote se hizo a¨²n m¨¢s tensa al descubrirse un agujero de varias decenas de millones de pesetas en una empresa de electr¨®nica utilizada como pantalla por el Cesid y gestionada por ¨¦l. Para sus m¨¢s ac¨¦rrimos enemigos, Perote se llev¨® el dinero. Para los m¨¢s comprensivos, se trat¨® de un problema de mala administraci¨®n.
Fue en este periodo en el que Perote recolect¨® presuntamente los comprometedores documentos que, ahora administrados por el ex banquero Mario Conde, provocaron las dimisiones de Manglano y del vicepresidente Narc¨ªs Serra, a quienes el coronel responsabiliza de su ca¨ªda en desgracia.
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