Duitama ya est¨¢ de fiesta
La ciudad colombiana espera el Mundial como si fuera una romer¨ªa
El domingo no habr¨¢ perros sueltos por Duitama. El bando que lo proh¨ªbe acabar¨¢ por un d¨ªa con una de las se?as m¨¢s caracter¨ªsticas del paisaje de la peque?a ciudad boyacense por la que discurre el circuito mundialista y ser¨¢ un alivio para unos ciclistas que cuando vuelven de entrenarse hacen entre ellos recuento de cu¨¢ntos chuchos muertos han visto en las cunetas y en mitad de la carretera. Tambi¨¦n entre ellos ha corrido la historia de aquel corredor colombiano, no se acuerdan de su nombre, al que disputando una carrera por este mismo circuito, le sali¨® un perro al paso y te mordi¨® en la pantorrilla. Pero, aunque no haya perros, el circuito es una exageranci¨®n se mire por d¨®nde se mire. Aunque para los ojos de un europeo todo es exagerado en este Mundial que deber¨ªa coronar a Miguel Indur¨¢in.Cuentan los colombianos que en la parte de descenso -una estrecha l¨ªnea de asfalto inclinada hasta un 22%- a alguno de. sus corredores, a Libardo Ni?o, por ejemplo, el veloc¨ªmetro de la bicicleta le lleg¨® a marcar 110 kil¨®metros por hora. Si a esa velocidad se les cruzara un perro, la ca¨ªda fatal ser¨ªa inevitable. El tramo de bajada son m¨¢s de cinco kil¨®metros de los 17,7 del circuito al que deber¨¢n dar 15 vueltas. Todas a una altura que va desde los 2.500 metros -punto m¨¢s bajo- hasta los 2.850.
Coronando la subida un tramo casi recto de otros cinco kil¨®metros- el due?o de un bar ha construido casi encima de la carretera un peque?o tablado al que pomposamente ha bautizado Tribuna del Mundial. No es el elemento m¨¢s destartalado de los construidos por la imaginaci¨®n popular. Flanqueando toda la subida -pr¨¢cticamente una ¨²nica rampa sin fin con una media del 12%- los duitameses han levantado lo que podr¨ªa ser el espacio para una romeria.
El Mundial ser¨¢ una fiesta popular. Ya lo fue el domingo pasad¨®. Siete d¨ªas antes de la carrera ya era pr¨¢cticamente imposible transitar por all¨ª. Decenas de tenderetes, chamizos y carpas, adornados con banderas y carteles publicitarios de cervezas estaban abarrotados de duitamenses que, en peregrinaci¨®n y fiesta, subieron a pasar la tarde.
"?D¨®nde se meter¨¢ toda la gente durante la carrera?", preguntaba preocupado Miguel Indur¨¢in. ?Cu¨¢nto espacio podr¨¢n dejar al paso de los corredores? La carretera -hasta hace poco un camino sin asfaltar -es estrecha, no m¨¢s de cinco metros. No hay sitio para las vallas. Tampoco parece haber mucho espacio para el p¨²blico en unas cunetas reducidas. Y gente habr¨¢. Seguro. Todos lo barrios de Duitama -unos 50.000 habitantes- se han organizado. Cada uno apadrina a un pa¨ªs. Y es chocante circular por un paisaje de banderas cuyos colores nunca se saben si son fruto de la imaginaci¨®n o sacados de esas p¨¢ginas de los atlas en los que vienen todas las banderas del mundo. Y cruzando la calle, pancartas: "El barrio de Malib¨² da la bienvenida a la Selecci¨®n de Estonia", por ejemplo. Llevan d¨ªas montando recepciones a los pa¨ªses. Arman un escenario en un cami¨®n, lo cubren con banderas y globos, sueltan a un conjunto amenizador y se sientan a esperar a los ciclistas.
Los de Duitama disfrutar¨¢n del Mundial durante a?os. La regi¨®n de Boyac¨¢, la cuna del ciclismo colombiano se siente marginada. "Podr¨ªan haber elegido un circuito por una zona m¨¢s pintoresca", dice un t¨¦cnico colombiano. "Pero por donde lo han hecho los de Duitama han logrado una circunvalaci¨®n me dio digna".
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