Creer o no creer

AL GOBIERNO se le puede creer o no creer; lo que no es l¨®gico es decir que su versi¨®n es falsa y a la vez reprocharle la responsabilidad que se deriva de ella. No se puede poner en duda que el Gobierno hubiera ignorado hasta comienzos de 1995 el robo de documentos ocurrido cuatro a?os antes en el Cesid y al mismo tiempo reprocharle su desidia. Esa hip¨®tesis, la de que realmente el Gobierno no supo nada, es la que Ie deja en peor lugar. De ah¨ª su verosimilitud: no parece l¨®gico pensar que vaya a inventarse la versi¨®n que m¨¢s le pueda perjudicar. As¨ª, al reproche por la incapacidad, para evitar la sustracci¨®n de la documentaci¨®n del Cesid habr¨ªa que a?adir el de la tardanza en percatarse de la misma, cuando sostiene que se trata de informes que comprometen la seguridad del Estado. Es ya tama?a esta responsabilidad, que no requiere por a?adidura la de faltar a la verdad. A ra¨ªz de las dudas sobre la utilidad real del Cesid suscitadas por la filtraci¨®n de algunas de sus escuchas, se argument¨® que ning¨²n pa¨ªs moderno podr¨ªa subsistir sin un servicio secreto eficaz. Iba en ello, se dijo, la seguridad del Estado, cuya debilidad buscaban los terroristas y otros sectores hostiles a la misma que act¨²an con m¨¦todos cada vez m¨¢s avanzados. Pero admitir su importancia es reconocer la necesidad de un control eficaz del servicio secreto por parte del Gobierno. Lo contrario ser¨ªa dejar la seguridad del Estado en manos de personas capaces de condicionarlo desde su propia opacidad. Ese control fall¨® estrepitosamente en el caso del Cesid, y ah¨ª hay una evidente responsabilidad del Gobierno, asumida con las dimisiones de Serra y Garc¨ªa Vargas.

Que existan esas responsabilidades no resta un ¨¢pice de culpa a quienes sustrajeron el material secreto y a quienes comercian con ¨¦l. Aunque con matices diferentes, los asistentes a la reuni¨®n de la Comisi¨®n de Secretos Oficiales han opinado que Ia difusi¨®n del material supuestamente sustra¨ªdo por el coronel Perote afectar¨ªa a la seguridad del Estado y no s¨®lo a la del Gobierno. Ello deja m¨¢s en evidencia a quienes tratan de exculpar a Perote o de restar importancia a la relaci¨®n entre ¨¦ste y Mario Conde, y de ambos con las filtraciones.

Otra cosa es que los materiales sustra¨ªdos justifiquen o no el intento recuperarlos mediante contactos del Gobierno con la parte supuestamente extorsionadora. La portavoz de Izquierda Unida piensa que no. El testimonio de Rosa Aguilar tiene a favor el hecho de provenir de una de las seis personas que conocieron de primera mano las explicaciones del ministro de Defensa. Pero tiene en contra el que su partido ya adelant¨®, antes de conocer tales explicaciones, que las mismas no aclarar¨ªan nada. Otros portavoces se mostraron m¨¢s cautos, aunque ninguno defendi¨® que el asunto justificase la aceptaci¨®n por parte del presidente del Gobierno de una entrevista con el abogado de Mario Conde. Sobre esto tendr¨¢ ocasi¨®n de explicarse hoy Felipe Gonz¨¢lez en la sesi¨®n de control parlamentario, y ma?ana, en el Pleno si, como ser¨ªa deseable, interviene en el mismo. Exculpar a Manglano, como hizo ayer, con el argumento de que ha prestado grandes servicios a la democracia es otorgarle una bula injustificable. Los aciertos en el desmantelamiento de las tramas golpistas no amparan cualquier actuaci¨®n irresponsable. Como es el haber ocultado durante cuatro a?os que su jefe operativo hab¨ªa sustra¨ªdo miles de documentos.