"?Adonde vas t¨², si nadie te conoce?"
No hab¨ªa huella de falsa modestia en las primeras declaraciones que hizo ayer en Londres el f¨ªsico Joseph Rotblat, de 86 a?os, galardonado con el Nobel de la Paz en su edici¨®n de este a?o. "Es el reconocimiento a la tarea de toda una vida y al esfuerzo de muchos otros cient¨ªficos que han trabajado durante a?os completamente aislados". Un reconocimiento inesperado. "Cuando me enter¨¦ de que grandes personalidades como el primer ministro brit¨¢nico, John Major, y el ex jefe del Gobierno irland¨¦s Albert Reynolds estaban entre los nominados, me dije: '?Ad¨®nde vas t¨², si nadie te conoce?". Pero el anciano f¨ªsico se equivocaba. Su larga trayectoria de oposici¨®n activa a las armas nucleares hab¨ªa merecido el Nobel.Rotblat, nacido en Polonia, se tralad¨® a completar sus estudios de F¨ªsica al Reino Unido en 1939 en v¨ªsperas de la invasi¨®n de Polonia por las tropas de Hitler y del estallido de la II Guerra Mundial. Profesor de F¨ªsica en la Universidad de Liverpool primero y m¨¢s tarde en Londres, el joven cient¨ªfico tuvo la oportunidad de demostrar sus credenciales pacifistas cuando en 1944 dej¨® tirada a la Administraci¨®n norteamericana abandonando el Proyecto Manhattan, es decir, la fabricaci¨®n de la primera bomba at¨®mica que des truir¨ªa Hiroshima hace ahora 50 a?os.Sin dejar de reconocer que el riesgo de un conflicto nuclear es hoy menor, el viejo profesor declar¨® ayer sin ambages: "Mientras existan arsenales de armas nucleares existe la posibilidad de que se usen, y no s¨®lo que se vuelvan a fabricar. Nuestro objetivo es la completa, eliminaci¨®n de estas armas". Tampoco quiso entrar en debates sobre la intencionalidad del premio en plena pol¨¦mica por la reanudaci¨®n de las pruebas nucleares francesas. Pero el profesor Rotblat no se priv¨® de enviar un educado mensaje al presidente Jacques Chirac. "Las pruebas nucleares no son correctas y le pido que reconsidere de nuevo su decisi¨®n".
Rotblat conoci¨® la noticia de su galard¨®n antes que nadie. Casi una hora antes de que el premio se anunciara oficialmente, a las 10.15 horas de ayer, un miembro del comit¨¦ del Nobel le comunic¨® en llamada telef¨®nica desde Oslo la buena nueva. El veterano f¨ªsico la recibi¨® en su despacho de la sede, en el centro de Londres, de la Conferencia Pugwash de Ciencia y Asuntos Mundiales que, fund¨® hace casi 40 a?os y que preside desde 1988.
Rotblat reiter¨® ayer la importancia de que los cient¨ªficos se comprometan con las consecuencias sociales de sus descubrimientos. "Son responsables del impacto que su trabajo tiene en la sociedad. En nuestros d¨ªas, la ciencia juega un papel primordial en el mundo y est¨¢ en condiciones casi de decidir el destino de la humanidad".
El anciano profesor reconoci¨® que necesit¨® tres cuartos de hora para reponerse de la impresi¨®n que le caus¨® saberse nuevo Nobel de la Paz. Un nervioso Rotblat sali¨®, a la calle y recorri¨® los alrededores del edificio de la fundaci¨®n, en las proximidades del Museo Brit¨¢nico, en un intento de aclarar sus ideas y sus emociones. "Hay cosas demasiado personales para explicarlas", declar¨® m¨¢s tarde el profesor a los periodistas. "Pero lo m¨¢s importante es c¨®mo va a afectar este premio a Pugwash a partir de ma?ana y en el futuro".
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