Jupp¨¦, elegido l¨ªder de los gaullistas pese a sus apuros pol¨ªticos
El movimiento gaullista proclam¨® ayer a Alain Jupp¨¦ presidente de la Reagrupaci¨®n pura la Rep¨²blica (RPR) durante un acto multitudinario con el que se intent¨® reforzar la maltrecha figura del primer ministro franc¨¦s. Ya oficialmente consagrado como sucesor de Jacques Chirac, fundador y presidente del RPR hasta las pasadas elecciones presidenciales, Jupp¨¦ lanz¨® un mensaje a toda Francia: "Apelo al esfuerzo a todos mis compatriotas: la tarea es dura, pero no hay que flaquear", dijo el primer ministro, refiri¨¦ndose a las dificultades econ¨®micas.La fuerza del gaullismo se hace evidente en sus grandes encuentros. Ayer, en el recinto de Disneylandia, unas 20.000 personas se dieron cita para saludarse, para comer juntas, para vitorear a sus l¨ªderes y para aclamarse a s¨ª mismas.
La elecci¨®n de Jupp¨¦ era cosa hecha. Como candidato ¨²nico obtuvo 69.000 votos de los 85.000 que representaban en total los delegados. Otra cuesti¨®n era cu¨¢l habr¨ªa de ser su funci¨®n como presidente, ya que el RPR fue fundado en 1976 por Jacques Chirac con un ¨²nico objetivo: llevar a un gaullista, preferiblemente ¨¦l mismo, a la presidencia de la Rep¨²blica. Chirac ya est¨¢ en el El¨ªseo y, aunque forzosamente por encima del juego de partidos, se mantiene como l¨ªder indiscutible del RPR.
En cualquier caso, Jupp¨¦ sali¨® reforzado de la gran ceremonia gaullista. Ya no es s¨®lo primer ministro. Es, adem¨¢s, jefe del principal partido de Francia. En el discurso con que cerr¨® la jornada, Alain Jupp¨¦ pidi¨® a sus compa?eros de movimiento que cerraran las divisiones de la campa?a electoral (?douard Balladur recibi¨® una sonora pitada) y demand¨® sacrificios a los franceses. "No tenemos varita m¨¢gica. La tarea no es f¨¢cil" la vida nunca es f`¨¢cil", dijo, antes de prometer que Francia estar¨ªa "al, lado de Alemania en 1999, en el pelot¨®n de cabeza de la Europa unida".Crisis y ret¨®rica
El primer ministro ech¨® mano de la ret¨®rica del general Charles de Gaulle para proclamar ante su auditorio y ante los franceses: "Os he comprendido. Y comprendo algunas de las cr¨ªticas que me forinul¨¢is". No mencion¨® su crisis de popularidad, ni sus problemas con la justicia a ra¨ªz de la vivienda privilegiada que se autoconcedi¨® en 1990, pero admiti¨® 6star atravesando "unos d¨ªas dif¨ªciles".
Quiso, sin embargo, impulsar su discutido liderazgo: "Este es un nuevo comienzo, ahora hay que retomar la iniciativa" para afrontar "una tarea que es muy dura, pero ante la cual no debe mos flaquear". Jupp¨¦ justific¨® los sacrificios exigidos (aumento de impuestos y tipos de inter¨¦s elevados) por la herencia re cibida de "14 a?os de socialismo".
La ocasi¨®n permit¨ªa cualquier exceso oratorio y Jupp¨¦, aunque mucho menos dotado para el populismo que Jacques Chirac, hizo lo que pudo, por mostrarse como le aconsejaban sus asesores: caluroso, humilde y apasionado. Todo lo contrario del aut¨¦ntico Jupp¨¦.
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