De la M-30

Muchas son las industrias, invenciones e ingenier¨ªas por las que el hombre ha alcanzado su lugar en el mundo. Y la M-30 es una de ellas.?Qui¨¦n negar¨¢ la comodidad ventajosa -y hasta placentera- de poder bordear la ciudad y llegar a nuestro destino en mucho menos tiempo que el que emplear¨ªa si tuviera que sortear sem¨¢foros, peatones, guardias de tr¨¢fico y dem¨¢s zarandajas con las que la ciudad se hace insensible al progreso automovil¨ªstico?

No ser¨¦ tan necio como para echar en cara a la M-30 el que, pasadas las primeras horas de atasco, nos permita circular a gran velocidad por su espalda, pero s¨ª me permito un comentario: ?ha imaginado quien tan veloz rueda el ruido que han de soportar las casas adyacentes a su camino? ?Se le ha pasado por la cabeza la locura que pueda ser un ruido perpetuo, continuo y de muchos decibelios que tan s¨®lo disminuye entre cuatro y cinco de la madrugada?

Pudiera ser que quien de este modo fuera interpelado adujera que aquel que compr¨® casa en tan estrat¨¦gico emplazamiento ya o¨ªa lo que iba a o¨ªr; pero sobre esto deber¨ªa a mi vez, insistir: ?y las casas que estaban en aquella posici¨®n por la que beneficiosamente decidi¨® pasar la M-30?

El nuevo trazado de la N-VI se viste de pantallas ac¨²sticas; la M-40, tras algunas protestas, va a ser tambi¨¦n vallada, ?y la M-30?-