A las puertas del Gobierno
EL SUMARIO de los GAL ha alcanzado la esfera del Consejo de Ministros. Es la primera consecuencia pol¨ªtica que se deduce de la iniciativa adoptada ayer por el juez instructor del Tribunal Supremo Eduardo M¨®ner al pronunciarse a favor de la petici¨®n del suplicatorio para llamar a declarar, en condici¨®n de imputado, a Jos¨¦ Barrionuevo, ministro del Interior cuando sucedieron los hechos investigados. En una entrevista mantenida en TVE con I?aki Gabilondo el pasado mes de enero, Felipe Gonz¨¢lez estableci¨® una diferencia radical a la hora de asumir responsabilidades pol¨ªticas entre los miembros del Gobierno, y los altos cargos de Interior. En aquel momento, la acusaci¨®n judicial hab¨ªa llegado al nivel del ex secretario de Estado Rafael Vera. Hoy llama a las puertas de un ex ministro. Seg¨²n las propias palabras del presidente, acaba de producirse un salto cualitativo en la instrucci¨®n sumarial del caso GAL.La petici¨®n del suplicatorio no implica una acusaci¨®n concreta, pero puede ser la antesala para ello. El juez considera que los indicios contra Barrionuevo son suficientes para que aporte su propia versi¨®n de los hechos antes de decidir si le acusa formalmente o no. La condici¨®n de aforado del ex ministro y hoy diputado determina la precauci¨®n de solicitar del Congreso el preceptivo suplicatorio, a fin de evitar que su comparecencia pueda ser declarada nula por no haberse respetado esa formalidad.
En este punto, el juez M¨®ner ha llegado a la misma conclusi¨®n que Baltasar Garz¨®n: los testimonios aportados en el sumario sobre la presunta implicaci¨®n de Barrionuevo en el secuestro de Segundo Marey tienen entidad para que sea llamado a declarar, y no simplemente en condici¨®n de testigo. Que la petici¨®n se l¨ªmite a Barrionuevo significa tambi¨¦n, indirectamente, qu¨¦, de momento, M¨®ner no coincide con Garz¨®n a la hora de apreciar en el sumario indicios suficientes para adoptar la misma iniciativa respecto a Benegas, Serra y Gonz¨¢lez. Naturalmente, nuevas diligencias -por ejemplo, la propia declaraci¨®n de Barrionuevo- pueden modificar esa apreciaci¨®n. Pero, hoy por hoy, el instructor del Supremo no ve en las imputaciones de otros implicados, reducidas en lo sustancial a las realizadas por Garc¨ªa Damborenea, base suficiente para tomar iniciativas tendentes al procesamiento formal de los otros tres aforados.
En este sentido, la instrucci¨®n de M¨®ner parece seguir la l¨ªnea marcada en el informe que emiti¨® la Junta de Fiscales del Tribunal Supremo a principios de septiembre: las imputaciones contra Jos¨¦ Barrionuevo son lo bastante "precisas, reiteradas y concordante" para proponer su suplicatorio; no lo son, en cambio, "las meras suposiciones e hipot¨¦ticos juicios de inferencia" vertidos en relaci¨®n con los otros aforados.
A partir de ahora, el centro de atenci¨®n del sumario se sit¨²a en el Congreso de los Diputados, y no en el Supremo. Al menos durante el tiempo que esa instan Cia parlamentaria se tome para tramitar el suplicatorio que se le solicita. Pero no parece que, una vez recibida la solicitud razonada del Supremo, deba demorarse su concesi¨®n. Y no hay motivo alguno para que ning¨²n grupo, tampoco el socialista, se oponga a la concesi¨®n del suplicatorio.
De entrada, porque nunca esa especial tutela del parlamentario podr¨ªa esgrimirse como privilegio personal en relaci¨®n con supuestos delitos que nada tienen que ver con la funci¨®n parlamentaria. La doctrina del Constitucional, ha dejado claro que esa tutela defiende al parlamentario contra la eventual utilizaci¨®n torticera de la v¨ªa penal "con la intenci¨®n de perturbar el funcionamiento de las C¨¢maras o de alterar la composici¨®n de las mismas". El objeto del voto del Congreso ni siquiera es el de pronunciarse sobre los indicios que pueda esgrimir el juez instructor para interrogar al diputado, sino ¨²nicamente sobre la existencia o no de una intencionalidad pol¨ªtica en el origen de la acci¨®n penal.
En este caso, adem¨¢s, la concesi¨®n del suplicatorio es requisito para dar a Barrionuevo ocasi¨®n de ser o¨ªdo, como ¨¦l mismo ven¨ªa solicitando. Su resistencia a pedir que sus compa?eros voten a favor del suplicatorio, aduciendo que no es qui¨¦n para hacerlo, resulta comprensible humanamente, pero pol¨ªticamente incoherente. Por lo dem¨¢s, Felipe Gonz¨¢lez ha sido categ¨®rico al afirmar que es partidario de conceder los suplicatorios que pidan los jueces. El Grupo Parlamentario Socialista tendr¨¢ oportunidad muy pronto de ponerlo en pr¨¢ctica.
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