La esquizofrenia del entrenador
El PP se acerca a la mayor¨ªa absoluta, y el Real Madrid gana la Liga 1994-1995. Pienso: regresa el orden natural de las cosas, y se acent¨²a mi inter¨¦s por conversar con Jorge Valdano, Ia pelota se hizo verbo seg¨²n opini¨®n de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. Le digo a, Valdano que estoy escribiendo un libro a titular Un polaco en la corte del rey Juan Carlos, t¨ªtulo significativo para una afici¨®n madridista que celebra sus victorias sobre el Barcelona al grito: "?Al bote, al bote, polaco el que no bote!". A?ado que trato de reflejar la etapa de la segunda transici¨®n, en donde las derechas van a ganar otra vez, como siempre ocurre en Espa?a desde que se impuso la primera horda prehist¨®rica. Y no me sorprende conversar de esta guisa con un entrenador de f¨²tbol que fue un excelente delantero, ni que mi interlocutor asuma que su equipo, el Real Madrid, ha tenido una importante vinculaci¨®n simb¨®lica con el Estado. El general Franco, Franco, Franco so?aba posibles alineaciones del Real Madrid y ten¨ªa sus teor¨ªas sobre Kopa, Puskas o los c¨®rners.Pregunta. El Madrid sigue teniendo algo de equipo de Estado. Eso se nota si juega en Barcelona o en Bilbao. Cuando en algunos campos derriban a Redondo, en realidad derriban al Estado espa?ol. Por cierto, me encanta Redondo. Necesita tiempo y espacio.
Respuesta. Es el jugador m¨¢s discutido ahora en el Real Madrid.
P. Es discutido como era discutido en el Barcelona el jugador que jugaba sin parecer un legionario.
R. El Barcelona ha sido generoso con ese tipo de jugadores. Con Marcial y con Reixach.
P. No crea usted. Yo me he partido el pecho por Reixach o por Su¨¢rez. Al p¨²blico del Barca tambi¨¦n le gustaban los jugadores con las sienes mora¨ªtas de martirio, los que sudaban la camiseta, y apreciaba escasamente a los que se divierten jugando.
R. Desconoc¨ªa que hubiera discutido a Su¨¢rez.
P. Una vez regres¨® con el Inter al Camp Nou. Se fue hacia el sector de p¨²blico que siempre le hab¨ªa sido hostil: le hizo un corte de mangas.
R. A m¨ª me contaron eso con relaci¨®n a algunos jugadores vascos. Yo creo que funcionaba lo racial, la furia espa?ola.
P. A los jugadores vascos m¨¢s inteligentes los han machacado las lesiones; Panizo, Clemente.
R. Sobre Clemente hay leyenda como la de Gardel. Jug¨® poco.
P. Despu¨¦s de la guerra civil se impuso el f¨²tbol racial, hasta que un equipo argentino, el San Lorenzo de Almagro, empez¨® a pegar palizas a diestro y siniestro. Luego llegaron extranjeros que ten¨ªan otro sentido del f¨²tbol: Kubala, Di St¨¦fano, Wilkes, o sali¨® un Luis Su¨¢rez.
R. Es curioso, pero esa leyenda del San Lorenzo segu¨ªa viva 30 a?os despu¨¦s, cuando yo llegu¨¦ a Espa?a.
P. En el San Lorenzo jugaba un espa?ol exiliado, Zubieta. Los que ven¨ªamos de una familia roja lo sab¨ªamos, era uno de los nuestros. La carne congelada, el trigo, Evita Per¨®n, el San Lorenzo de Almagro, los cuatro mitos argentinos de la posguerra.
R. La carne y el f¨²tbol es lo ¨²nico nuestro.
P. Y el tango. Estuvo muy introducido en Barcelona, porque Gardel era compa?ero de farras de Samitier.
R. Curioso. El otro d¨ªa recib¨ª una revista cultural argentina muy buena, y reproduc¨ªa una entrevista a Gardel sobre una gira por Espa?a. Era un presuntuoso insoportable. Dec¨ªa que lo de Barcelona hab¨ªa sido apote¨®sico. Que la gente se pon¨ªa de pie aclam¨¢ndole, y es cierto, habla de Samitier.
P. Barcelona fue la tercera patria del tango bailable: Buenos Aires, Par¨ªs, Barcelona, pero la segunda como cantable. Una argentina catalanizada, Patricia Gabancho, ha publicado un libro en el que lo demuestra. Yo soy un devoto de las canciones que cuentan historias. La tonadilla espa?ola, el tango, el corrido, el bolero. Mi ¨²ltimo descubrimiento tanguista es Adriana Valera. Le escrib¨ª unos tangos para una posible serie, Carvalho en Buenos Aires.
R. Muy amiga de Goyeneche, un patriarca del tango. "Me rompiste los esquemas" le dijo ¨¦l la primera vez que la vio. "Nunca me gustaron las nenas cantando tangos, pero vos me rompiste los esquemas". La he o¨ªdo, pero no la he visto. Dice muy bien el tango.
P. ?Va a ir al concierto de Milan¨¦s?
R. S¨ª.
P. Ser¨¢ usted el ¨²nico entrenador de f¨²tbol que en Espa?a vaya a conciertos de Milan¨¦s, y es que usted, perm¨ªtame que se lo diga, es un poco raro. Los entrenadores en uso suelen. recurrir a un vocabulario precario: hay que echarle huevos al asunto, maric¨®n el ¨²ltimo, corred como cabrones. Con usted llega el lenguaje autocontrolado, la palabra exacta para sensaciones, y emociones futbol¨ªsticas descodificadas. ?C¨®mo lo ha conseguido?
R. Desordenadamente, como buen autodidacto. Yo termin¨¦ bachiller en una escuela nocturna de Rosado. Curs¨¦ el primer a?o de Derecho m¨¢s para vivir la vida universitaria que para ser abogado. Mi hermano estudiaba Derecho. Y luego me vine a Espa?a, a jugar en el Alav¨¦s, en Vitoria, una ciudad sin universidad.
P. ?C¨®mo se le ocurri¨® ir a jugar con el Alav¨¦s?
R. Me quer¨ªa ir y la primera oferta que me llegara. Ten¨ªa s¨®lo a mi hermano como referente. Mi padre falt¨® desde muy chico. Tuve un entrenador, una personalidad fuert¨ªsima, Jorge Griffa, y luego lleg¨® Z¨¢rraga, y entre los dos me envolvieron. Griffa fue derivando hacia una filosof¨ªa futbol¨ªstica mucho m¨¢s abierta, m¨¢s cl¨¢sica, m¨¢s sudamericanizada. En aquel momento era un fajador. Z¨¢rraga valoraba mucho la picard¨ªa. Del la primera sesi¨®n de entrenamiento siempre recuerdo una anecdota adolescente. Yo era mucho m¨¢s delgado que ahora, y muy alto, y llevaba unos pantalones acampanados. Una vez, ¨¦l me dio una patada en el tobillo, y luego cont¨® que lo hab¨ªa hecho para comprobar si yo ten¨ªa tacos o si lo quer¨ªa enga?ar. Entre los dos me dijeron que era la mejor lecci¨®n para entrar en el f¨²tbol europeo. Me di cuenta de que no ser¨ªa tan f¨¢cil como en Argentina, donde hab¨ªa sido campe¨®n, no como titular asiduo,con el Newels Old Boys, y campe¨®n mundial juvenil, con la posibilidad de debutar con la selecci¨®n senlor junto a una gran generaci¨®n de futbolistas. Pesaba sobre m¨ª un elogio demoledor. Era un jugador muy europeo, de larga zancada.
P. Tambi¨¦n acusaban a Borges de ser muy europeo.
R. A ¨¦l por fino, a m¨ª por bruto. Yo soy un producto de Rosario. All¨ª est¨¢ prohibido tirarse al suelo y todas esas tonter¨ªas. No ten¨ªa m¨¢s remedio que utilizar el f¨ªsico para jugar. Al final me vine a Europa.
P. Llega a un pa¨ªs en el que en el mundo del f¨²tbol se pensaba poco y se hablaba peor. Los fil¨®logos dicen que en las periferias ling¨¹¨ªsticas se habla mejor que en los centros. Llega y se encuentra con un mundillo con media docena de tacos por todo vocabulario.
R. En general, s¨ª. En Vitoria, el f¨²tbol era de corte brit¨¢nico. Empantanaban (al campo. Aguant¨¦ f¨ªsicamente. Me daban en el peron¨¦. Me cascaban la musculatura. Yo ven¨ªa de? un pa¨ªs en que la amenaza de lluvia ya era motivo para cancelar el partido.
P. Ante las reacciones contra Redondo, ?piensa en usted mismo? ?Como el objetivo a destruir?
R. Hay una persecuci¨®n ideol¨®gica con ¨¦l. Hay algo de argentinidad en su aspecto un tanto soberbio, en su abuso de la t¨¦cnica. Por todo eso que, uno idealiza como el f¨²tbol arte, se le tiene man¨ªa. Redondo es como una postal.
P. ?Cree que podr¨¢ ser un emblema en el Real Madrid, como lo fueron Pirri o Vel¨¢zquez?
R. Pirri s¨ª lo fue; Vel¨¢zquez, no. Lo admiran ahora. Cuando llegu¨¦ a Vitoria, la primera frase me espant¨®. En v¨ªsperas de una final de la Copa del Rey, dijo Lizeranzu: "Ojal¨¢ Hueva". Aberrante. Yo pensaba que el f¨²tbol era una fiesta.
P. ?Hay un f¨²tbol de derechas y un f¨²tbol de izquierdas?
R. Eso lo dijo Menotti en uno de sus libros. Hay un f¨²tbol mezquino, represivo, oportunista, que apunta a la eficacia y que prescinde de los sue?os y de la memoria, y hay otro f¨²tbol acusado de rom¨¢ntico. Que el romanticismo gane a la fuerza siempre ser¨¢ dif¨ªcil.
P. Pasolini dijo que ¨¦l no hab¨ªa descubierto la mentira del fascisnio leyendo a Togliatti o a Gramsci, sino a Rimbaud, ya que un poeta de verdad le hab¨ªa transmitido la evidencia de que la ret¨®rica po¨¦tica del fascismo era falsa. ?Se puede trasladar eso al f¨²tbol?
S¨ª, es verdad. La condici¨®n de sudamericano me ayuda a verbalizar algo que forma parte de un sentimiento, de una cultura. el f¨²tbol. Pasolini dijo que el f¨²tbol en Sudam¨¦rica, era poes¨ªa.
P. Cuando convive con entrenadores, ?se siente contemplado como un bicho raro?
R. Yo convivo b¨¢sicamente con futbolistas. Los entrenadores viven bajo presi¨®n, con gran ansiedad, lo que les hace decir cosas con las que no se identificar¨ªan en normalidad. Cuando un entrenador grita como un energ¨²meno, es un energ¨²meno, est¨¢ bajo presi¨®n, o pertenece a una cultura futbol¨ªstica de derechas que aqu¨ª se identific¨® con lo testicular, con la furia espa?ola.
P. La furia m¨¢s espa?ola la he visto en los equipos turcos.
R. El talento es sospechoso en el f¨²tbol. El m¨²sculo es inocente.
P. En el pasado mundial prim¨® el m¨²sculo.
R. Hubo excepciones decisivas: Baggio, Maradona, Romario, que no coge un bal¨®n que est¨¦ a m¨¢s de 30 cent¨ªmetros, Stoichkov, o el mismo Hagi. Eso es el talento.
P. Corno fil¨®sofo del f¨²tbol su modelo es Menotti.
R. S¨ª. Me tom¨® con 17 a?os. Todos me hablaban un poco como los ultras, hay que meter cojones, y de repente viene un tipo que me autoriza a jugar al f¨²tbol que yo hab¨ªa so?ado de ni?o. An¨ªmate a so?ar, haz lo que sientes. El factor motivante que yo encontraba en ese discurso me pareci¨® extraordinariamente atractivo porque me involucraba como persona. Entend¨ª que esa autorizaci¨®n era fundamental.
P. Usted ya sab¨ªa que Menotti era de izquierdas.
R. Lo supe despu¨¦s de estar en Espa?a. De todas maneras, era evidente su progresismo. Futbol¨ªsticamente. ?l comenz¨® a manifestar su personalidad de izquierdas cuando la dictadura argentina empezaba a estar acorralada, necesitada de puntos de apoyo, de personajes populares. Una revista sac¨® dos n¨²meros. Una dec¨ªa Menotti debe hablar y la otra Menotti no debe hablar. Se consider¨® un plebiscito. Menotti, habl¨® y reclam¨® la vuelta de artistas exiliados y dijo que era un hurto cultural por parte de la dictadura.
P. La mayor¨ªa cree que los deportistas no deben tener opiniones pol¨ªticas.
R. En general no tienen ideolog¨ªa. Casi todos los futbol¨ªstas son de origen popular y lo pierden de vista cuando se convierten en figuras. Otros no. Digamos que hay gente con intuici¨®n de izquierdas. El mismo Maradona mete los dedos dentro de un enchufe dando su apoyo a Fidel.
P. Pero el sistema y el propio Menem lo putean.
R. Porque es uno de esos personajes que tiene el verdadero poder, el poder sobre la gente.
P. La izquierda europea ha sostenido que el f¨²tbol es un instrumento del poder para instrumentalizar a la gente, pero Togliatti era un forofo de la Juve.
R. Lo primero que me hizo pensar sobre esto fue un art¨ªculo de usted en la revista Triunfo.
P. Entonces se pensaba que pan y toros, y f¨²tbol y pan, era lo mismo, salvo los que ven¨ªamos de sectores muy populares, que hab¨ªamos mamado la derrota pol¨ªtico-social de la guerra. civil y s¨®lo nos faltaba que nos quitaran las victorias del Bar?a. Pero es cierto que el f¨²tbol le ha hecho un gran favor al Estado represivo. Usted est¨¢ en un equipo que fue un emblema de Estado en una ¨¦poca dura. Yo conozco al p¨²blico del Real Madrid y es un p¨²blico plural, hay p¨²blicos de Espa?a m¨¢s de derechas que el p¨²blico del Real Madrid. En la tribuna del Bar?a puede haber tantos reaccionarios como en la del Madrid. Pero cuando usted vuelve al club como entrenador le llenan las paredes de sudaca, y de Rinc¨®n ya no hablemos, tiene un vicepresidente ligado en el pasado a Fuerza Nueva y conectado con Ultrasur. El otro d¨ªa alguien me meti¨® por debajo de la puerta de un hotel prestigioso de Madrid una revista roj¨ªsima con un art¨ªculo de Cappa, muy bueno, sobre las relaciones Norte-Sur.
R. El art¨ªculo de un militante exiliado. Un superviviente.
P. Usted y Cappa en el banquillo. Junto al p¨¢nico esc¨¦nico habr¨ªa que empezar a hablar de la esquizofrenia del banquillo.
R. No s¨¦ connotar en abstracto esa esquizofrenia real. Tres casos puntuales. Lo de Menotti y la dictadura. Con el tiempo uno ha le¨ªdo poemas de torturados que o¨ªan desde las mazmorras los gritos entusiasmados de la gente cuando fuimos campeones del mundo. Es algo demoledor. En defensa de Menotti he de, decir que escuch¨¦ la charla que dio a los jugadores antes de la final, y me pareci¨® un discurso muy inteligente. Vino a decir: nosotros somos el pueblo, pertenecemos a las clases m¨¢s desfavorecidas, somos las v¨ªctimas, y representamos lo ¨²nico aut¨¦ntico de este pa¨ªs que es el f¨²tbol. No jugamos para el palco lleno de milicos, jugamos para la gente. No defendemos la dictadura, defendemos la libertad. Menotti se ha tenido que comer acusaciones en forma de libro. Un libro terrible que se llama Menotti y la dictadura. Otro tipo de esquizofrenia fue la que tuve que vivir yo a?os despu¨¦s. Un menotista en la corte de B¨ªlardo. Yo jugando en la selecci¨®n argentina en favor de una idea del f¨²tbol reaccionaria fortalecida porque Argentina fue campeona del mundo.
P. ?Recuerda aquel partido en el que hubo el l¨ªo entre Bilardo y el jugador del Sev¨ªlla que le dio agua a un contrario?
R. El discurso quedaba reducido a una palabra: pisarlo. Al contrario, pisarlo. Los colorados son los nuestros, los otros son enemigos. En realidad, eso lo hace con frecuencia la derecha. Fabricar un enemigo. Bilardo lo hace como nadie. Es capaz de quemar la bandera de Argentina en v¨ªsperas de un partido para lograr un sentimiento de ofensa patria entre los jugadores y arrancar motivaciones extras. Pero en mi caso se trataba de jugar o no en la selecci¨®n argentina. Jugu¨¦ ofreciendo a Menotti el triunfo despu¨¦s de la final y manteniendo m¨ª discurso durante. En el Real Madrid es m¨¢s complicado. Hay una est¨¦tica que yo aborrezco y, que a veces llega al banquillo en forma de los cantos fascistoides de una minor¨ªa.
P. Lo del entrenador holand¨¦s. del Valencia pidiendo que retiraran los s¨ªmbolos nazis fue cojonudo.
R. Cojonudo.
P. Cuanto m¨¢s pedagogo social es un entrenador m¨¢s peligro corre de que le destituyan.
R. No s¨¦ si tengo derecho a serlo. Soy un profesional y mi lugar de defender una ideolog¨ªa es el f¨²tbol.
P. Si usted no obtiene buenos resultados le van a machacar m¨¢s que a cualquier otro entrenador.
R. De eso estoy convencido. En el Real Madrid s¨®lo me hace inocente la victoria. Yo tengo muchos amigos del Real Madrid, de la misma posici¨®n ideol¨®gica que yo. En el Bernab¨¦u, en peque?a escala ocurre lo que en Espa?a entera. Los ultrasur son un grupo homog¨¦neo. Gente de derecha, cabeza rapada y monos que imitan a los que m¨¢s gritan. El perfil de todos los grupos ultras del mundo: machos peleones, con dificultad para trabajar, una formaci¨®n m¨ªnima y que no tienen ninguna duda. No les gustan los negros, ni los catalanes, ni los vascos. No les gustan los sudamericanos, s¨®lo les gusta ganar. Si ganas, se suben al tren, y si pierdes, se bajan y te apedrean. Al Bernab¨¦u van en el mejor de los casos 100.000 personas y esos impresentables son 3.000, pero son los que dictan la pauta ideol¨®gica. Los dem¨¢s est¨¢n perplejos, no saben si es malo o es bueno que haya un grupo que anime, y mientras piensan, los otros est¨¢n emitiendo un mensaje que representa falsamente al Real Madrid. En la calle pasa lo mismo. Los que no dudan ganan los medios de comunicaci¨®n. Los que dudamos estamos perdiendo terreno.
P. La derecha nunca duda.
R. Exactamente. Estamos haciendo esfuerzos para rearmarnos. Lo que pasa es que hay pocas referencias. Salimos a la caza de algunas certezas que nos representen, que nos hagan sentir c¨®modos y que nos ayuden a defendernos cuando nos tratan de ingenuos. Tambi¨¦n en lo futbol¨ªstico hay dos escuelas. Nosotros nos pasamos el d¨ªa fabricando argumentos, ideas, explicando un proyecto, y los otros se limitan a destruir ese discurso.
P. Le hago una pregunta que quiz¨¢s no le convenga contestar. Viendo la transmisi¨®n de la asamblea del f¨²tbol de los presidentes realmente existentes, ?no sinti¨® verg¨¹enza ajena?
Fue un espect¨¢culo denigrante. A uno s¨®lo le resta ruborizarse y seguir defendiendo sus ideales. Pero no quedaron mejor los pol¨ªticos cuando la gente se ech¨® a la calle.
P. Nadie entiende c¨®mo se tom¨® la decisi¨®n de enviar a Segunda Divisi¨®n a una parte importante del pueblo de Sevilla y Vigo.
No descarto nunca la idiotez como hip¨®tesis de trabajo. A veces analizamos al contrario con una complejidad inmerecida. En general, las cosas son mucho m¨¢s primarias. Salieron cuatro ciudades a la calle, y ning¨²n pol¨ªtico es capaz de decidir en contra de un elector. El f¨²tbol est¨¢ imantado, atrae a personajes tipo Ruiz Mateos, Jes¨²s Gil, porque la popularidad es un poder en s¨ª misma, con independencia de c¨®mo la consigan.
P. A usted le adoran o le detestan.
R. Algunos de los que dicen quererme me odian. Incluso hay periodistas que parecen querer elogiarme y me est¨¢n hundiendo.
P. Es el odio a lo diferente.
R. Se ironiza sobre m¨ª manera de hablar. Parece que el f¨²tbol no puede admitir un lenguaje que supere la cultura selv¨¢tica de la cancha.
P. ?El miedo esc¨¦nico del entrenador es el mismo que el del jugador?
R. Es menos manejable el del jugador, porque se hace m¨²sculo y juega mal. En el entrenador se hace idea, entonces puede caer en toda clase de trampas.
P. Viendo el Compostela-Coru?a, Toshack parec¨ªa paralizado.
R. Hay semanas perdedoras. La gran cuesti¨®n es el miedo de antes del partido. Eso es lo que hace miserable al juego. Cuando uno tiene miedo le da la pelota al contrario. Hay que permanecer fiel, incluso en los momentos peores, a la propia filosof¨ªa del f¨²tbol. Reconozco como grandes talentos del f¨²tbol a Di Stefano, Pel¨¦, Cruyff y Maradona. Seguramente cometo una injusticia, porque alguno m¨¢s tiene el derecho de estar all¨ª, pero el ¨²nico que ten¨ªa una calculadora en la cabeza era Cruyff. Los dem¨¢s eran m¨¢s apasionados.
P. Y ol¨ªa bien. Seg¨²n cuenta en Sue?os de f¨²tbol, un excelente libro, por cierto, escrito con la colaboraci¨®n de Carmelo Mart¨ªn, Santos Ovejero, que era un jugador temible del Atl¨¦tico de Madrid, se maravillaba de lo bien que ol¨ªa Cruyff cuando lo marcaba.
R. Me acuerdo de la frase. Estaba con Ovejero en una pizzer¨ªa y dec¨ªa: "Cruyff, la puta, te cambiaba de ritmo, te dejaba en rid¨ªculo". Luego mordi¨® la pizza y a?adi¨®: "?pero ol¨ªa de bien!".
P. ?Sigue oliendo bien?
R. Huele mejor cuando pasa que cuando est¨¢. La sensibilidad de Ovejero no se corresponde con la imagen que ten¨ªamos de ¨¦l como futbolista.
Sostuvimos la entrevista en el intermedio entre la derrota de Amsterdam frente al Ayax y un concierto de Pablo Milan¨¦s. Desde entonces ha habido motivos para que tanto ¨¦l como yo consigui¨¦ramos ser m¨¢s esquizofr¨¦nicos que ayer pero menos que ma?ana.
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