"Estoy en contra de la 'tienda global"
Jos¨¦ Luis G¨®mez, de 55 a?os, actual responsable del teatro de la Abad¨ªa, de Madrid, y ex director del Espa?ol y el Mar¨ªa Guerrero, piensa que los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de Europa han superado problemas culturales a¨²n pendientes en Espa?a. "Veo la construcci¨®n de Europa como un drama moral con ingredientes de comedia", afirma.Pregunta. A los ciudadanos les falla la ilusi¨®n en la construcci¨®n europea. ?Hay crisis de p¨²blico en este gran teatro?
Respuesta. Al principio, no. La integraci¨®n produjo una natural adhesi¨®n en Espa?a porque este pa¨ªs estuvo autoconfinado durante mucho tiempo. Tambi¨¦n era l¨®gico que franceses y alemanes aceptaran la idea porque ellos son quienes m¨¢s han sufrido con sus pugnas. De la misma forma, el Reino Unido, el pa¨ªs m¨¢s beneficiado por ellas, es, l¨®gicamente, el m¨¢s esc¨¦ptico. Pero no debemos perder la perspectiva. Todos estos pa¨ªses han sido imperios. En Europa han florecido los nacionalismos, m¨¢s furiosos, m¨¢s excluyentes. No podemos comparar el proceso actual con la federaci¨®n norteamericana, por ejemplo.
P. ?Piensa que los nacionalismos tendr¨¢n un mayor protagonismo en el gui¨®n en los pr¨®ximos a?os?
R. Existen paralelismos entre la psicolog¨ªa personal y la social. Cualquier ser humano necesita construirse el yo. Pero, si a continuaci¨®n no supera su propio yo, abri¨¦ndose a una comprensi¨®n de lo exterior, tendr¨¢ serios problemas. Creo que el culto al yo se ha convertido en un serio obst¨¢culo social y pol¨ªtico.
P. ?Las dos velocidades econ¨®micas responden tambi¨¦n a dos culturales? ?Cu¨¢les son nuestros problemas de ritmo?
R. Efectivamente. Los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa han solucionado un par de problemas culturales todav¨ªa pendientes en Espa?a. El primero es el de la vertebraci¨®n. Recuerdo que, en plena guerra fr¨ªa, en los c¨ªrculos socialdem¨®cratas alemanes se acu?¨® una frase, a mi entender fant¨¢stica, que presagiaba la futura reunificaci¨®n. Se habl¨® de las dos Alemanias como "dos Estados de naci¨®n y cultura alemana". En Espa?a no ha habido una acci¨®n cultural potente subrayando todo lo que nos vincula. Habr¨ªa que explicar que una de las influencias m¨¢s importantes del castellano proviene del vasco. O que, pese a todo, la personalidad catalana o vasca subsisten exclusivamente en la parte espa?ola, ya que el centralismo franc¨¦s las ha borrado casi por completo al norte de los Pirineos.
P. Cit¨® un segundo elemento...
R. S¨ª. Creo en la necesidad de una acci¨®n cultural que despierte la sensibilidad y la creatividad de los espa?oles hacia los aspectos positivos de la convivencia.
P. ?Entran en contradicci¨®n las actuales orientaciones econ¨®micas con la integraci¨®n econ¨®mica europea?
R. Se habla de la tienda global como objetivo econ¨®mico prioritario y Europa no se sustrae a esa inclinaci¨®n. Personalmente, estoy en contra de ese concepto, en el que se incluye no s¨®lo la primac¨ªa del intercambio econ¨®mico, sino la cultura de que todo est¨¢ a la venta. Mi vida, como ser humano, no tendr¨ªa sentido si esas directrices se impusieran. Nos encontramos ante una enfermedad de la civilizaci¨®n. Se soslaya el ocio que pueda enriquecer al individuo y se afianza el pasivo e inerte. En nuestro pa¨ªs, la situaci¨®n es muy mala porque la acci¨®n educativa es d¨¦bil y el individuo no es capaz de resistir la avalancha de los medios.
P. ?Qu¨¦ piensa de los pol¨ªticos? ?Cree que est¨¢n a la altura del protagonismo que desempe?an en la escena?
R. Advierto en ellos una tendencia irrefrenable a la gesti¨®n, a lo t¨¦cnico, y una ausencia de verterse hacia otras cosas. Cualquiera sabe que, cuando hace una apelaci¨®n a la solidaridad, opera en direcci¨®n opuesta. Todo el aparato de la comunicaci¨®n est¨¢ montado para lo contrario. Para acaparar, para que cada uno sea lo m¨¢s posible, por encima de los dem¨¢s. Estamos viviendo en un tremendo desequilibrio.
P. ?Se imagina a Espa?a fuera de la Uni¨®n Europea?
R. No. Estar¨ªamos m¨¢s cerca de ?frica que de Europa. Econ¨®micamente, ser¨ªa un desastre. Incluso nuestra seguridad ser¨ªa m¨¢s precaria. Nuestra integraci¨®n es muy positiva, aunque pagamos un precio muy alto.
P. ?Cu¨¢l?
R. Quiz¨¢ una desmedida desnacionalizaci¨®n de la econom¨ªa y la p¨¦rdida de alguna de nuestras se?as de identidad. Se van perdiendo aspectos de una cierta cordialidad espa?ola. En general, la entrada de muchas multinacionales ha producido espejismos de bonanza que estamos pagando. Ser¨ªa bueno recuperar una cierta austeridad, compatible, por cierto, con formas barrocas de vivir.
P. ?Cu¨¢l es su opini¨®n sobre la moneda ¨²nica? ?Estamos en condiciones de sentarnos en el patio de butacas de Europa?
R. Lo veo dif¨ªcil. Pero, en cualquier caso, en esa decisi¨®n no deber¨¢n primar los elementos de prestigio. En demasiadas ocasiones est¨¢ privando lo suntuario sobre lo esencial. Por eso, con la cabeza fr¨ªa, deber¨ªamos decidir si el precio es asumible o conviene hacer un proceso m¨¢s sosegado. A veces, el hombre pol¨ªtico necesita hacer una contribuci¨®n palpable a la vida colectiva. Y no siempre se toman las medidas correctas.
P. ?Cu¨¢les el rasgo com¨²n del teatro europeo?
R. La apelaci¨®n moral. Desde la tragedia griega a los autores actuales, pasando por Cervantes, Shakespeare o los misterios medievales, en todos ellos existe esa apelaci¨®n. Valle-Incl¨¢n escribe desde el compromiso moral con su pa¨ªs y su tiempo. ?sa es la in calculable aportaci¨®n civilizador del teatro europeo.
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