Francia y el mundo nuclear
Durante las ¨²ltimas semanas, Francia est¨¢ siendo criticada duramente por las pruebas nucleares que est¨¢ realizando. Ante la intensidad de las protestas, el Gobierno franc¨¦s ha intentado justificar sus acciones. La tosquedad de sus razonamientos es tan evidente que a estas alturas ser¨ªa superfluo incidir en ellos. Tal vez s¨ª sea de inter¨¦s recuperar algunos datos y comportamientos de la relaci¨®n que Francia ha mantenido en el pasado con el mundo armament¨ªstico nuclear. Nos daremos cuenta de esta manera que lo que ahora ocurre no es sino un suceso m¨¢s en una larga secuencia de procedimientos mantenida por nuestros vecinos del norte, que juegan con la ventaja de encontrarse ante una situaci¨®n que, para ellos, no es nueva.En el verano de 1954, la negativa del Parlamento franc¨¦s para ratificar el tratado por el que se institu¨ªa la Comunidad Europea de Defensa hizo que esta iniciativa fracasase. El motivo de aquel rechazo fue que la aceptaci¨®n de una de sus cl¨¢usulas -pensada, en principio, para Alemania, pero que ahora tendr¨ªa aplicabilidad general- limitar¨ªa a 500 gramos la productividad anual no controlada de plutonio, lo que impedir¨ªa a los franceses poner en marcha un programa militar nuclear. De hecho, a finales de aquel mismo a?o, la coalici¨®n gubernamental liderada por Mend¨¨s-France autoriz¨® -secretamente- a un grupo de su Comisi¨®n de Energ¨ªa At¨®mica para que comenzase a planificar la fabricaci¨®n de armamento at¨®mico, En enero de 1955, un nuevo Gobierno, socialista, asumi¨® el poder. Mollet, su primer ministro, ten¨ªa una l¨ªnea mucho m¨¢s dura con relaci¨®n a la guerra de Argelia y aquellos l¨ªderes ¨¢rabes que apoyaban a los revolucionarios en las colonias francesas. Israel, que hab¨ªa estado sosteniendo guerrillas contra Egipto, pas¨® a ser considerado como uno de los aliados m¨¢s fiables de Francia, que acept¨® vender, de manera secreta, bombarderos a los israel¨ªes. A cambio, Francia recibir¨ªa datos de sus servicios de inteligencia.
El 26 de julio de 1956, Nasser nacionaliz¨® el canal de Suez. El 30 de octubre, Israel lanzaba un ataque, rel¨¢mpago contra Egipto. La guerra continu¨® con el desembarco franco-brit¨¢nico en Port-Said, el 5 de noviembre. Inmediatamente, la Uni¨®n Sovi¨¦tica amenazaba al Reino Unido y Francia con emplear misiles nucleares si no se restablec¨ªa la paz. El 6 de noviembre, Eisenhower exigi¨® al primer ministro brit¨¢nico que detuviese las operaciones. Presionado por la oposici¨®n laborista y la amenaza de Nehru de retirar a la India de la Commonwealth, el Gobierno brit¨¢nico cedi¨®. Francia tuvo que seguir id¨¦ntico camino; pero entendi¨® aquello como, una humillaci¨®n, propiciada por la situaci¨®n de indefensi¨®n ante el poder nuclear de los grandes. Las dudas que hasta entonces hab¨ªa mantenido el Gobierno de Mollet desaparecieron, a partir de entonces Francia se comprometi¨® firmemente en un programa que le permitiese poseer armamento at¨®mico. En noviembre de 1956 comenzaba un programa secreto para producir un prototipo de bomba. Ahora bien, todo esto se hizo de manera informal, al margen del Parlamento. El 13 de febrero de 1960 se produjo la primera explosi¨®n nuclear francesa, en Reggan, en el S¨¢hara.El 10 de abril del a?o siguiente, el primer ministro chino, Chou En-lai declaraba que la Rep¨²blica Popular China -la misma - que Francia utiliza estos d¨ªas como uno de los motivos para no alterar su postura- no se sentir¨ªa atada por ning¨²n acuerdo que no firmase.
Desde febrero de 1960 hasta agosto de 1961 se efectuaron en Reggan un total de cuatro explosiones en la atm¨®sfera. Al abordar este cap¨ªtulo de la historia nuclear francesa en su libro Las rivalidades at¨®micas, 1939-1969, Bertrand Goldschmidt, uno de los l¨ªderes del programa nuclear galo de aquella ¨¦poca, escribi¨®: "Las condiciones de seguridad en que se llev¨® a cabo esta campa?a permitieron limitar a dosis ¨ªnfimas la irradiaci¨®n recibida por las escasas poblaciones vecinas. Las protestas de los pa¨ªses cercanos, algunos de los cuales llegaron a bloquear moment¨¢neamente los bienes franceses o, como Nigeria, a romper las relaciones diplom¨¢ticas con Francia, se basaban en consideraciones puramente pol¨ªticas". Y m¨¢s adelante prosegu¨ªa: "Despu¨¦s de los acuerdos de Evian de 1962, las pruebas de armas at¨®micas se continuaron... con experiencias subterr¨¢neas en el Hoggar hasta 1966, a?o en que se reanudaron las pruebas en la atm¨®sfera en un centro experimental acondicionado en las islas Gambier, en el Pac¨ªfico. Estas pruebas, indispensables para poner a punto y experimentar la bomba H, fueron objeto de una propaganda adversa en Australia, Nueva Zelanda, Jap¨®n y Am¨¦rica del Sur". Poco hay, por consiguiente, nuevo bajo el sol, al menos bajo el sol de la pol¨ªtica nuclear francesa. La obstinaci¨®n actual de sus dirigentes pol¨ªticos se ve favorecida por las lecciones que han extra¨ªdo del pasado. Desde esta perspectiva, el que hoy puedan continuar actuando seg¨²n sus intereses significa concederles nuevos, argumentos para ¨¦l futuro.
En cuanto a los acuerdos de no proliferaci¨®n nuclear, el caso galo dista de ser ejemplar. Ya a finales de 1958, cuando las tres potencias nucleares acordaron una tregua de experiencias, mientras negociaban un tratado, Francia se neg¨® a participar en las discusiones y no, ocult¨® que no se sentir¨ªa ligada a los acuerdos que se tomasen. Entre otros argumentos, se?alaba, no sin raz¨®n, Que las tres potencias continuaban fabricando y acumulando armamento nuclear. Las negociaciones en cuesti¨®n tuvieron, lugar en Ginebra. All¨ª los sovi¨¦ticos dijeron m¨¢s de una vez que si Francia continuaba con sus pruebas, ellos se ver¨ªan obligados a reanudar las suyas. Despu¨¦s de 353 sesiones de negociaciones, la Conferencia d¨¦ Ginebra pas¨® a mejor vida en enero de 19622.
Sin embargo, el esp¨ªritu que hab¨ªa llevado a Ginebra no muri¨® completamente. En marzo de 1962 se convoc¨® el denominado Comit¨¦ de Desarme de los Dieciocho, en el que figuraban pa¨ªses de la OTAN, el Pacto de Varsovia y no alineados. En la pr¨¢ctica, s¨®lo estuvieron representadas 16 naciones. Francia no particip¨®. De Gaulle exig¨ªa la exclusi¨®n de las naciones neutrales no nuclearizadas, a lo que se opon¨ªa Jruschov.
El 5 de agosto de, 1963, EE-UU, la URSS, y el Reino Unido firmaron en Mosc¨² un tratado sobre suspensi¨®n de explosiones nucleares no subterr¨¢neas. M¨¢s de un centenar de pa¨ªses se adhirieron al acuerdo, que entr¨® en vigor el 10 de octubre de 1963. Francia y China se negaron a adherirse a ¨¦l.
Menci¨®n aparte merece la relaci¨®n que Francia mantuvo con Israel en asuntos nucleares, relaci¨®n que hay que considerar desde la doble perspectiva de la colaboraci¨®n pol¨ªtica se?alada anteriormente y de que Israel hab¨ªa tratado, infructuosamente, de establecer un acuerdo especial (que incluyese apoyo nuclear) con Estados Unidos. Cuando Francia decidi¨®, a comienzos de los a?os cincuenta, construir en Marcoule una planta qu¨ªmica para tratamiento de uranio y producci¨®n de plutonio, los israel¨ªes fueron los ¨²nicos extranjeros que tuvieron acceso, a este centro secreto. Ayudado, por Francia, Israel construy¨® un centro at¨®mico en Dimona. Inclu¨ªa un reactor e instalaciones subterr¨¢ncas para proceder al complejo proceso de separaci¨®n qu¨ªmica del subproducto m¨¢s importante del reactor: plutonio de pureza suficiente para fabricar bombas at¨®micas. En el ambiguo universo de las relaciones internacionales, la lejan¨ªa de hoy puede convertirse en cercan¨ªa ma?ana. As¨ª, Francia, que en repetidas ocasiones a lo largo de la historia reciente ha se?alado su voluntad de no favorecer que otros pa¨ªses accedan al armamento nuclear, no s¨®lo no ha hecho honor a su palabra en el caso de Israel, sino que indirectamente, ha colaborado en que Sur¨¢frica posea tales armas. Cuando, a ra¨ªz de la Guerra de los Seis D¨ªas (1967), se deterioraron las relaciones entre Francia e Israel, ¨¦sta busc¨® apoyo en otros lugares; en concreto en Sur¨¢frica, de quien obtuvo uranio y otros minerales estrat¨¦gicos a cambio de conocimientos de f¨ªsica y tecnolog¨ªa nucleares. En 1979 Israel y Sur¨¢frica realizaban sus prime ras pruebas at¨®micas.
Los ejemplos precedentes son, pienso, suficientes para demostrar la responsabilidad hist¨®rica de Francia, al igual que lo resbaladizo, cuando no falaz de argumentos a los que recurre frecuentemente. Ciertamente, tales ejemplos no pretenden ofrecer una, historia completa, ni en consecuencia, totalmente justa del mundo nuclear que surgi¨® hace ahora medio siglo. Pretender adjudicar a Francia la responsabilidad principal de semejante mundo constituir¨ªa un desatino. Pero estas semanas solamente estamos hablando de colaborar en el establecimiento de un mundo, nuclear, mejor. No hace falta que los l¨ªderes franceses insistan en recordamos la diferencia que les separa de estadounidenses, rusos o brit¨¢nicos. Ya lo sabemos, y no lo olvidamos. Pero, en cualquier caso, a ¨¦stos les agradecemos sus iniciativas presentes. Y puestos a saber, tambi¨¦n sabemos que si Francia se vio libre del yugo alem¨¢n fue gracias a precisamente los esfuerzos de esas naciones con las que constantemente se ha sentido, nuclearmente, agraviada.
Si no somos nunca completamente due?os de nuestros actos, menos lo somos de sus consecuencias. As¨ª, la campa?a internacional suscitada por el comportamiento de Francia tiene entre sus consecuencias la de aumentar, o provocar, nuestro rechazo por la energ¨ªa nuclear. Medio siglo viviendo bajo la amenaza del armamento at¨®mico es suficiente para no sentir ninguna simpat¨ªa por esta fuente energ¨¦tica. Pero no es improbable que, nuestros descendientes tengan que utilizarla de manera extensiva. Explorar las posibilidades de mejorar sustancialmente la tecnolog¨ªa nuclear para fines pac¨ªficos, ver si es posible utilizarla sin riesgos importantes, constituye una obligaci¨®n hist¨®rica de la humanidad para con el futuro. El recuerdo de Mururoa y Fangataufa no representar¨¢ una ayuda en tal sentido.
Vivimos -realmente ya es as¨ª- en una aldea global, en la que comportamientos que hace poco pod¨ªan aspirar a pasar inadvertidos, cuando no ocultos, trascienden con rapidez a la opini¨®n p¨²blica mundial. Todos tenemos que aprender a actuar en semejante escenario. Los pol¨ªticos y diplom¨¢ticos entre ellos. Al ser m¨¢s p¨²blica, la diplomacia se convierte en un escaparate al que se asoman los ciudadanos. Lo que antes unos pocos etiquetaban de "prudencia", hoy puede ser denominado por muchos "cobard¨ªa", falta de compromiso con un mundo que es m¨¢s grande que el que esos pocos parecen imaginarse. No tengo ninguna duda de que, al escuchar sus silencios y manifestaciones, bastantes espa?oles contemplar¨¢n estos d¨ªas desde semejante perspectiva a nuestro presidente de Gobierno y ministro de Asuntos Exteriores, situados en una coyuntura similar, no importa que sea temporal, al frente de la UE. Comprometidos con un presente dominado por el rancio sabor del pasado, el futuro, por mucho que pretendan lo contrario, no les pertenece.
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