Guatemala, el eslab¨®n perdido de la guerra fr¨ªa
El reloj de la tragedia parece haberse detenido para dar paso a una cauta esperanza
ENVIADA ESPECIALEl pasado 19 de octubre, una salva de 21 ca?onazos retumb¨® en la base militar de La Aurora, en la capital guatemalteca. Los oficiales all¨ª reunidos, encabezados por el general Marco Antonio Gonz¨¢lez, ministro de Defensa, formaba en silencio. Frente a ellos, un ata¨²d. Lo restos del presidente Jacobo Arbenz, muerto en el exilio despu¨¦s de haber sido derrocado en 1954 por un golpe militar auspiciado por EE UU, acababan de retomar al pa¨ªs.
Hace 41 a?os, lo mismos uniformes hab¨ªan sacado al coronel Arbenz del palacio presidencial en calzoncillos, poniendo un final ignominioso a una "d¨¦cada revolucionaria" en la que se intent¨® desarrollar un programa modernizador y nacionalista que pasaba por una reforma agraria.
Si en vida Jacobo Arbenz encam¨® el fin de un proyecto, el retorno de sus restos represent¨® para muchos el t¨ªmido comienzo de la reconciliaci¨®n en una naci¨®n de poco m¨¢s de 10 millones de habitantes, sacudida por golpes de Estado desde su independencia, en 1821, y resquebrajada desde hace 35 a?os por una guerra civil larvada que ha dejado alrededor de 100.000 muertos y 40.000 desaparecidos.
Hoy Guatemala celebra las elecciones generales que dar¨¢n paso al tercer Gobierno civil desde 1985, punto del arranque de un parco proceso democr¨¢tico que ha cobrado un pulso algo m¨¢s firme con el presidente saliente, Ramiro de Le¨®n Carpio.
Por primera vez, la izquierda se presenta a los cominicios, y la llamada el voto se produce desde todos los sectores, incluida la guerrilla de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que ha decretado su primera tregua en 35 a?os.
"Los cambios son todav¨ªa nebulosos, pero su gestaci¨®n ha sido muy dolorosa. Creemos que las elecciones son la v¨ªa adecuada. Estamos cansados de la guerra, de la impunidad y de la violencia", afirma Rigoberta Mench¨², l¨ªder ind¨ªgena y premio Nobel de la Paz, cuyo sobrino de dos a?os fue secuestrado hace ocho d¨ªas. Y es que las sombras amenazan desde cada esquina. El pasado 5 de octubre, una patrulla militar abri¨® contra una comunidad de repatriados asentados desde hace un a?o en la finca Xam¨¢n, en el departamento de Alta Verapaz, al norte del pa¨ªs. Once personas, entre ellas dos menores, murieron en el tiroteo. El suceso sacudi¨® uno de los procesos emblem¨¢ticos de la nueva etapa: el retorno de los m¨¢s de 45.000 ind¨ªgenas que huyeron a M¨¦xico de las matanzas perpetradas por el Ej¨¦rcito entre 1978 y 1982 en territorio controlado por la guerrilla.
Si bien la reacci¨®n del Gobierno no tuvo precedentes (los soldados han ido a juicio y el ministro de Defensa, Mario Enr¨ªquez, hombre af¨ªn al orden constitucional, se vi¨® obligado a dimitir), la matanza de Xam¨¢n record¨® que el futuro de Guatemala pende de un hilo muy endeble.
Una vez m¨¢s, todas las miradas se han vuelto a las negociaciones de paz que el Gobierno y la URNG mantienen desde 1989. "La agenda del pa¨ªs pasa por sellar esa bendita paz. Es la puerta del futuro para Guatemala", afirma el argentino Leonardo Franco, jefe de la Misi¨®n de Naciones Unidas en la rep¨²blica centroamericana (Minugua).
Grupos reaccionarios
El Gobierno acusa a la URNG de dilatar el proceso en espera de los resultados electorales. Sin embargo, los grupos m¨¢s reaccionarios de la sociedad guatemalteca, enquistados en el estamento militar y entre los empresarios, tambi¨¦n se han dejado o¨ªr. Recientemente, la C¨¢mara del Agro present¨® una demanda legal contra el di¨¢logo de paz.Humberto Preti, presidente de la C¨¢mara del Agro, ofrece una imagen algo m¨¢s ponderada. "La negociaci¨®n con la guerrilla es el ¨²nico camino para la paz", dice. "Pero los acuerdos deben mandar una se?al de seguridad al inversor. No puede haber amenazas de reforma fiscal y agraria confiscatoria. ?Ni siquiera se ha logrado hacer productivo lo repartido desde 1952!".
Simult¨¢neamente, la URNG sigue violando el derecho humanitario al cobrar impuestos de guerra y al permitir que la poblaci¨®n civil est¨¦ en la l¨ªnea de fuego, dice la ONU.
Todas las voces se alzan pidiendo una reconciliaci¨®n a¨²n distante. "Los extremos afectan a los procesos de lucha y transfonnaci¨®n", asegura Rigoberta Mench¨². "No tenemos que renunciar a nuestros principios, pero hay que ser flexibles".
En tanto no haya paz firmada, no puede esperarse soluci¨®n definitiva a los problemas. Mientras, la inexistencia de poderes del Estado en amplias zonas del pa¨ªs, la grave situaci¨®n socioecon¨®mica (un 80% de los guatemaltecos vive por debajo de los umbrales de pobreza) y la impunidad se combinan en un c¨®ctel explosivo. Los balances mensuales de asesinatos y secuestros son tan rutinarios como el ¨ªndice de precios al consumo. Cr¨ªmenes pol¨ªticos y delincuencia com¨²n se confunden en las estad¨ªsticas.
"Tenemos una aut¨¦ntica industria del secuestro. S¨®lo en 1994 se pagaron rescates por valor de 20 millones de d¨®lares", afirma el socialdem¨®crata Jos¨¦ Luis Chea, candidato a la presidencia por Uni¨®n Democr¨¢tica. "Ya no importa el nivel econ¨®mico, te piden desde mil quetzales hasta un mill¨®n".
"Ahora hay m¨¢s delincuencia que nunca y hay una ley de derechos humanos que protege a los criminales. Ahorita ya la polic¨ªa no les puede disparar a las piernas", afirma contundente un taxista. Figuras como la del general Efra¨ªn R¨ªos Montt, que en su lucha contrainsurgente desencaden¨® una sangrienta persecuci¨®n contra los ind¨ªgenas, tienen gran predicamento entre las clases medias y bajas. S¨®lo su condici¨®n de golpista ha impedido legalmente a R¨ªos Montt el acceso a la candidatura, pero su partido, el Frente Republicano Guatemalteco, figura en el segundo lugar en las encuestas.
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