Hipotecas, mariposas, consoladores
El otro d¨ªa, B. H?ber y A. Jim¨¦nez, dos redactores de El Pa¨ªs Madrid, nos explicaban un hecho portentoso: que la econom¨ªa de los pa¨ªses del sureeste asi¨¢tico influye en la cantidad de basura que hay en las calles de Madrid. La teor¨ªa del caos cabalga de nuevo, esta vez a lomos de los cartoneros, que, como no saben lo que es el ¨ªndice Dow Jones, ni el s¨ªndrome de Down, ni los tipos de inter¨¦s oficial, por no saber no saben ni lo que es el mercado continuo, no entienden los pobres por qu¨¦ se enriquecen y arruinan sucesivamente sin ninguna explicaci¨®n. Es decir, que un d¨ªa les pagan el cart¨®n a 25 pesetas el kilo y el siguiente! a cuatro. ?Se ha vuelto loco el se?or Jones? ?Tiene todo esto algo que ver con la renta variable o quiz¨¢ con el mercado AlAF de renta fija? ?Habr¨¢n influido los fondos de inversi¨®n o los precios del seguro de cambio?Nada de eso. Lo que pasa es que a lo mejor en Corea se levantan innovadores los empresarios y deciden envolver en cart¨®n los consoladores vibratorios que fabrican para el consumidor occidental, as¨ª que empiezan a comprar cart¨®n como locos a todo el mundo, y_aqu¨ª los cartoneros se ven de pronto amontonando billetes sin haber llegado a estudiar qu¨¦ es eso de la acumulaci¨®n de capital. Ellos, como usted y como yo, ignoran para qui¨¦n trabajan, pero se ha corrido la voz de que el cart¨®n se paga a precio de oro, as¨ª que te ven con una carpeta debajo del brazo y te la arrancan.
O sea que, al d¨ªa siguiente de que los coreanos decidan vendernos los consoladores en envases de cart¨®n, los madrile?os salimos a la calle a la hora de siempre y en lugar de abrirnos paso entre monta?as de papel y cajas de embalar, nos encontramos con una ciudad limpia y tampoco sabemos si se debe a la posici¨®n de la peseta en el SME o a las opciones sobre el Ibex 35. Pues ni a una cosa ni a otra: se debe al cumplimiento de la teor¨ªa del caos, perfectamente resumida en aquella frase seg¨²n la cual, si una mariposa mueve las alas en Hong Kong, llueve en la India. Fernando Colomo acaba de terminar una pel¨ªcula titulada El efecto mariposa, donde seguramente nos lo explicar¨¢ todo.
Entretanto, el suceso de los consoladores deber¨ªa servir para que comprendi¨¦ramos de una vez por todas que el universo est¨¢ sutilmente conectado. Del mismo modo que, cuando se constipa Estados Unidos, tose Europa, cuando usted tiene una fantas¨ªa sexual, se excita un australiano. No sabernos nada de nada. Yo dej¨¦ de fumar hace seis meses y contin¨²o con los mismos s¨ªntomas catarrales que ten¨ªa entonces. No se lo he dicho a nadie, pero creo que es por culpa de una mujer de Sud¨¢n que se me aparece en sue?os con un cigarrillo en la boca. Ya ven ustedes, ella fuma y yo tengo bronquitis. Esta idea es muy buena para volverse loco. Lo ¨²nico que tiene usted que hacer es imaginar que cada movimiento suyo provoca una cat¨¢strofe en alg¨²n lugar alejado del planeta.
Piense, por ejemplo, que cuando se corta las u?as de los pies sube el precio de las materias primas en Chicago. De hecho,el aceite de soja estaba el otro d¨ªa a 26,47, y al siguiente, despu¨¦s de que yo me afeitara (ten¨ªa ya una barba de tres d¨ªas), se puso a 26,48. Y el aluminio, que el jueves se pod¨ªa comprar en Nueva York a 1.675, el viernes, despu¨¦s de que me sacara una espinilla que llevaba alimentando desde el mes pasado, se puso a 1.672. A mucha gente le parecer¨¢ incre¨ªble, lo s¨¦, pero ya me dir¨¢n si no es raro que Madrid est¨¦ m¨¢s limpio a causa de que en Corea necesiten cart¨®n.
Si fu¨¦ramos listos, lo que tendr¨ªamos que hacer es empezar a comprar como locos consoladores made in Corea. De ese modo, los coreanos necesitar¨ªan mucho cart¨®n, as¨ª que el precio del papel se pondr¨ªa por RA?L las nubes. Seguramente, podr¨ªamos venderles el embalaje de los consoladores m¨¢s, caro de lo que ellos nos venden los consoladores. Har¨ªamos un negocio redondo y al mismo tiempo conseguir¨ªamos que Madrid dejase de ser por fin una de las ciudades m¨¢s su cias de Europa. Adem¨¢s, qui¨¦n sabe si al utilizar el consoladador en nosotros no estar¨ªamos dando alivio al mismo tiempo a una persona solitaria de los suburbios de Londres, por ejemplo. En el peor de los casos, lo m¨¢s probable es que al utilizar el artefacto vibrador bajen los tipos. de inter¨¦s y podamos pedir una hipoteca para comprar el piso de nuestros sue?os. ?Por qu¨¦ no?
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