Canad¨¢ y el refer¨¦ndum

Se ha pretendido presentar como ejemplar el refer¨¦ndum de Canad¨¢, por los pocos incidentes registrados. Pero, aparte de mil trucos empleados desde el poder (algo tan frecuente como antidemocr¨¢tico), lo peor y fuente de grav¨ªsimos problemas para el futuro es que en el refer¨¦ndum para un cambio de esa envergadura baste s¨®lo la mitad de los votos, mayor¨ªa simple, y no, como ya se hace en otras instancias para modificaciones transcendentales, mayor¨ªas m¨¢s calificadas (dos tercios, por ejemplo). Porque, como dice el adagio latino y el mismo sentido com¨²n, en igualdad o casi igualdad entre las partes, mejor es la condici¨®n del poseedor, por requerir el cambio un coste mayor. Si las ventajas de un gran cambio son grandes, ning¨²n dem¨®crata puede dudar que a la larga convenzan a la gran mayor¨ªa del pueblo, que podr¨¢ as¨ª realizar ese gran esfuerzo, sin temor a convertirse pronto en minor¨ªa, ni por tanto con tentaciones de mantenerse en el poder con malos modos; y la minor¨ªa aceptar¨¢ as¨ª mejor su derrota y colaborar¨¢ o no obstaculizar¨¢ al menos el nuevo rumbo.En Espa?a debemos escarmentar en cabeza ajena, en el triste ejemplo de Canad¨¢, y legislar con la cabeza fr¨ªa, antes de que puedan presentarse un c¨²mulo de circunstancias en las que alg¨²n demagogo pueda colocamos en tan perjudicial situaci¨®n.-