A las barricadas
Quiz¨¢s es una met¨¢fora, pero la declaraci¨®n de la portavoz del Consejo Alem¨¢n de la mujer no ofrece dudas sobre la voluntad de oponerse a la famosa sentencia del Tribunal Europeo de Justicia. "Las mujeres estamos en las barricadas para exigir la transformaci¨®n del derecho europeo".Desde el otro lado de la barricada podr¨ªa ser tentador aplaudir el levantamiento femenino ante la imp¨²dica provocaci¨®n de los jueces masculinos, presididos por un espa?ol, por cierto. O contra la felon¨ªa del fiscal Felez de Navarra. Pero es un feo vicio el meterse a dar consejos a donde no te llaman ni te corresponde y m¨¢s en encargar a otros (otras) que realicen en nuestro lugar las gestas so?adas en nuestra primera juventud. Que cada cual haga lo que quiera y pueda hacer.
Pero como ciudadano-hombre importa la representatividad y la legitimidad de los Gobiernos que nos gobiernan y de los tribunales que nos juzgan. Si la representatividad falla y la legitimidad es en consecuencia dudosa, las cosas no pueden ir bien. Para nadie. Tampoco para los hombres, aunque los tribunales y los Gobiernos sean muy masculinos. Porque no podr¨¢n. ser ni justos ni obedecidos. Un flash back. Diez a?os antes. Conversaci¨®n con uno de los hombres fuertes del Gobierno y del partido. Le comento que. me parec¨ªa una oportunidad perdida no haber dado el ejemplo inicial de algo que no tardar¨¢ en ser usual: en los Gobiernos debe haber tantos hombres como mujeres. Recordemos que en el Gobierno de 1982 no hab¨ªa ninguna ministra. Respuesta: "Bueno, esto de la mitad mujeres es imposible. Pero s¨ª que nos hubiera gustado nombrar una o dos ministras. No encontramos ninguna mujer adecuada". El mismo personaje, por lo dem¨¢s simp¨¢tico y nada. tonto, me reconoc¨ªa otro d¨ªa que si bien algunos ministros,, quiz¨¢s muy hombres, no eran tan competentes, eran en cambio incondicionales. Perm¨ªtanme sacar conclusiones. A las mujeres, es bien sabido, se les exige mucho m¨¢s. En consecuencia, se prefieren hombres mediocres con la excusa de' que es dif¨ªcil encontrar mujeres geniales. Perdemos todos. Y las mujeres, por distintas, no son a priori tan incondicionales. Volvemos a perder. Menos diversidad y menos creatividad.
Volvamos a las barricadas.O, mejor dicho, a la causa de que las mujeres se instalen en ellas. Se reclaman medidas. de acci¨®n positiva. Es elemental., Todas las pol¨ªticas que persiguen fines de justicia procuran favorecer a aquellos que parten con handicaps. Estas pol¨ªticas, se apliquen a mujeres o a grupos ¨¦tnicos o sociales, a regiones o a pa¨ªses, son el resultado combinado de la presi¨®n colectiva de los interesados y, de la intervenci¨®n de las instituciones p¨²blicas. El resultado es siempre un mayor progrese, de las libertades y de los derechos de todos. M¨¢s garant¨ªas, menos arbitrariedad.Todos ganamos. Probablemente en los pr¨®ximos a?os las mujeres reclamar¨¢n ocupar la parte que les corresponde en los ¨®rganos decisivos de la vida econ¨®mica y en general de la sociedad civil. Porque aqu¨ª el camino a recorrer es a¨²n m¨¢s largo que en las instituciones p¨²blicas. ?stas no pueden equipararse a las organizaciones de la sociedad civil. Las instituciones p¨²blicas deben representar, directa o indirectamente, a todos. Y a todas. Surgen directamente del sufragio universal, se deriven de ¨¦l o cumplan en todo caso una funci¨®n normativa, ejecutiva o sancionadora de car¨¢cter general.
Por tanto, los Gobiernos y los tribunales, los parlamentos y los ayuntamientos, las candidaturas electorales tambi¨¦n, s¨®lo ser¨¢n representativas si se bastan en un, riguroso fifty-fifty entre hombres y mujeres. Si se pone en cuesti¨®n su car¨¢cter representativo, la legitimidad deviene dudosa y la autoridad se debilita considerablemente. Hablemos claro. Las decisiones o acuerdos de Gobiernos o tribunales que no representen por igual a hombres y mujeres no tienen por qu¨¦ ser obedecidas. Ni por unos ni por. otras porque la autoridad competente sufre de un grave d¨¦ficit democr¨¢tico. Y no vale aducir que tienen su origen en el sufragio universal. No hasta la igualdad de voto. Luego hay que estar por igual entre los elegidos.
No es una posici¨®n ¨²nicamente feminista. A los hombres nos interesa que las diferencias de valores y de sensibilidad entre hombres y mujeres est¨¦n presentes por igual en aparatos con tanto poder, es decir, tan peligrosos, como lo son los Gobiernos y los tribunales.
Las mujeres en las barricadas. Los hombres modestamente podemos proponer la desobediencia civil. Por ejemplo, no aceptar la verg¨¹enza que para nuestro g¨¦nero representa que autoridades masculinas, desde el se?or del Vaticano hasta los se?ores diputados, decidan sobre las mujeres y el aborto. No tenemos por qu¨¦ hacerles caso. La mitad no es el todo. No nos representan.
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