Mundo, dominio y Carmen
Una vez hab¨ªa una se?orita a punto de perder la mocedad que no lograba atrapar novio decente. Tampoco se encontraba a s¨ª misma. De nombre Carmen, no era ni libertina ni beata, pero tampoco est¨²pida. Y estaba de muy buen ver. Le dijeron sus amigas: "Hija, si no pillas novio en Madrid ser¨¢ porque no quieres. T¨² necesitas mundo, salir de farra. Las calles est¨¢n abarrotadas de maromos disponibles. Si no te pones demasiado exigente, no necesitas ser un pend¨®n para encontrar acomodo. Vente un d¨ªa con nosotras y ver¨¢s". El jueves siguiente, a la hora del crep¨²sculo, se fueron juntas de ronda y tanteo.Recorrieron diversas discotecas de la Gran V¨ªa y aleda?os. El panorama era similar en todas ellas. Apostados en la barra, atildados caballeros entrecanos, cautivos de la soledad, apuraban cubatas y escudri?aban penumbras. En las mesas, grupos de mujeres vestidas de domingo discreteaban y hacian como que se divert¨ªan mucho. Suave m¨²sica mel¨®dica. Y dijo Carmen a sus amigas: "Ay, chicas, me estoy aburriendo como una ostra. Esto apesta de divorciados. ?No hay algo m¨¢s movidito?".
Cambiaron de tercio y se fueron a inspeccionar la zona de San Mateo. En Vaiv¨¦n hab¨ªa bailoingo multitudinario, humanidad abigarrada, risas, miradas sin contemplaciones y oferta variopinta, incluidos unos cuantos separados de ambos sexos a la caza de aventuras. Sonaba ritmos latinos. La salsa y el merengue son el veh¨ªculo todoterreno para ligar en Madrid. Y dijo Carmen: "La cosa est¨¢ m¨¢s desenfadada por aqu¨ª, pero me gustar¨ªa catar carne tierna y soltera. Los divorciados acosan por doquier, est¨¢n infiltrados hasta en las guarder¨ªas; son raza en expansi¨®n y dan mucho juego a la noche, pero tienen la punta del zapato hecha polvo de tanto tropezar en la misma piedra. No soporto el calzado deteriorado. Me dan pereza los reincidentes. Vamos a otro sitio".
Caminaron hacia Alonso Mart¨ªnez. Jaur¨ªas de adolescentes inundaban las acera! y los numerosos bares, de la zona. M¨²sica a tope, tablones, espasm¨®dicos, querubines borrachos, roqueros con ojos como tomates, bombones, a la deriva, modernos de escaparate, ambivalentes sinuosos, esculturas, ambulantes, efebos con propensi¨®n a pasarse de la raya por narices. Y Carmen, dando media vuelta y emulando a la zorra de las uvas, musit¨®: "Estos chicos son el demonio, pero no est¨¢n maduros. A otra cosa, mariposa".
Total, que la chica volvi¨® a su domicilio como hab¨ªa salido. A la ma?ana siguiente, acudi¨® a la consultade un psic¨®logo, que diagnostic¨® al momento: "Mire, se?orita, antes que nada, usted precisa encontrarse a s¨ª misma. Ahora bien, nadie se encuentra si no est¨¢ previamente perdido. Por consiguiente, no le queda otro remedio que tirarse al arroyo una temporada. Vaya usted despistando primero cosas accidentales. La perdici¨®n total llegar¨¢ sin sentir".
Carmen tom¨® al pie de la letra las sugerencias del doctor. Empez¨® perdiendo la verg¨¹enza en un karaoke de la calle Valverde. Luego, extravi¨® la cartera en el metro. M¨¢s tarde, se qued¨® sin sentido del humor viendo la tele. En un descuido, le quitaron la vez en la cola del cine. Pas¨® de rond¨®n por Capit¨¢n Haya y la confundieron con una buscona. Practic¨® el absentismo laboral, y le rescindieron el contrato en su empresa. Y dijo para s¨ª: "Pues, de perdida, al r¨ªo Manzanares". Se hizo colchonera y socia del Atl¨¦tico. A partir de ese momento, su carrera hacia el abismo de las perdiciones ha sido vertiginosa.
La ven de vez en cuando por ah¨ª, perdida en lucubraciones y obstinada en dar consigo misma a cualquier precio. Y nosotros, aqu¨ª, esperando como lelos a que se encuentre de una vez para ver si merece la pena perderese,. De momento, no somos felices, pero comemos perdices siempre que podemos.
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