Un l¨ªder que polariza y moviliza
La elecci¨®n del presidente de Gobierno del Sarre, Oskar Lafontaine, como nuevo presidente del Partido Socialdem¨®crata de Alemania (SPD) cambia el panorama pol¨ªtico en el pa¨ªs, donde hasta ahora el Gobierno de centro-derecha del canciller democristiano Helmut Kohl (CDU) gobernaba con comodidad en coalici¨®n con los liberales (FDP), a pesar de su exigua mayor¨ªa en el Parlamento Federal. Con Lafontaine se polariza la pol¨ªtica alemana. El nuevo presidente del SPD provoca el choque con su estilo mezcla de pol¨¦mica y demagogia y sus osados planteamientos en el gris¨¢ceo panorama pol¨ªtico alem¨¢n.A Kohl se le han acabado los d¨ªas en que se pod¨ªa permitir en el Bundestag dirigirse al jefe de la oposici¨®n socialdem¨®crata, el desafortunado Rudolf Scharping, y decirle con condescendencia que se armase de paciencia y esperase sentado la posibilidad de llegar al poder.Lafontaine no ocupa un esca?o en el Bundestag, pero tiene derecho a voz por su condici¨®n de presidente de Gobierno del Sarre. El nuevo l¨ªder del SPD har¨¢ uso de ese derecho y Kohl no se sentir¨¢ tan c¨®modo en el banco del Gobierno.
Con Lafontaine la polarizaci¨®n est¨¢ servida. El nuevo presidente del SPD se inclina de forma abierta Por una coalici¨®n rojiverde comos ecopacifistas, Los Verdes, en contra de la indefinici¨®n de Scharping. Al mismo tiempo, Lafontaine parece dispuesto a iniciar contactos con los poscomunistas del Partido del Socialismo Democr¨¢tico (PDS). Puede que as¨ª llegue a quebrar el tab¨² de ignorar a todos los efectos y someter a una especie de cuarentena pol¨ªtica los votos del partido de los herederos de la dictadura prusiano-estalinista que domin¨® en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). Ayudado por Lafontaine y con vistas a lograr nuevas mayor¨ªas a la izquierda, el PDS podr¨ªa iniciar su "marcha a trav¨¦s de las instituciones". Esto significa que los democristianos (CDU-CSU) sacar¨¢n de nuevo a relucir el fantasma del comunismo . con la inevitable polarizaci¨®n. No obstante, a Kohl y los suyos les costar¨¢ mucho m¨¢s arrinconara a Lafontaine en ese debate que a Scharping.
El relevo supone para el SPD un factor de movilizaci¨®n en la fase de desesperaci¨®n en que se encontraba el partido, que qued¨® plasmada en el primer d¨ªa del congreso de Mannheim, cuando los delegados se entregaron hasta pasada la medianoche a una psicoterapia colectiva, en la que dieron rienda suelta a las frustraciones acumuladas en los ¨²ltimos meses. Lafontaine ha conseguido levantar a los delegados de sus asientos. con un ardiente discurso, que sirvi¨® de indicador del apoyo con que contaba y desencaden¨® su sorprendente elecci¨®n contra Scharping.
Resulta sintom¨¢tico del estado an¨ªmico del SPD que un vibrante discurso baste para desencadenar el derribo de su, presidente, por primera vez en la historia de la Rep¨²blica de Bonn. Lafontaine es un revulsivo para el SPD, y su efecto movilizador se podr¨¢ comprobar dentro de cuatro meses, el 24 de marzo pr¨®ximo, cuando concurran a las urnas los electores de tres Estados federados, Baden-Wurtemberg, Renania-Palatinado y Schleswig-Holstein.
A pesar de la sacudida y el revulsivo de Mannheim, los problemas del SPD contin¨²an. La socialdemocracia alemana, con Lafontaine a la cabeza, perdi¨® en su d¨ªa el tren de la unificaci¨®n, al que se subi¨® en marcha Kohl con una agilidad mental dif¨ªcil de imaginarse dentro de semejante volumen f¨ªsico. Lafontaine y el SPD tendr¨¢n que luchar contra ese pecado original, y la propaganda democristiana le sacar¨¢, a relucir con frecuencia en el futuro al nuevo dirigente ese error hist¨®rico. Tendr¨¢ el SPD que definir su postura ante la futura uni¨®n monetaria y econ¨®mica europea. Al demagogo Lafontaine le resultar¨¢ dif¨ªcil escapar a la tentaci¨®n de aprovechar el fetichismo de la gran mayor¨ªa de los alemanes por el marco y su rechazo al euro o comoquiera que se llame la futura moneda europea, a la que ya se moteja de "dinero esperanto o moneda tutti fruti". La divisi¨®n del SPD entre tradicionalistas y modernizadores no ha quedado superada en Mannheim, y el partido tendr¨¢ que presentar de una vez sus respuestas a las exigencias de competitividad de la econom¨ªa alemana, la soluci¨®n del paro y las reformas del sistema de seguridad social, que son s¨®lo algunas de las asignaturas pendientes.
Con la elecci¨®n de Lafontaine y la lecci¨®n que el congreso dio al presidente de Baja Sajonia, Gerhard Schrider, al elegirle s¨®lo en segunda vuelta para un puesto de vocal en la presidencia, se cierran de momento las disputas por el liderazgo, pero los problemas siguen latentes. A Lafontaine le toca conseguir una divisi¨®n del trabajo eficaz, en la que tendr¨¢ que ganarse al grupo parlamentario del Bundestag, fiel a Scharping, y meter de una vez en vereda a Schr?der, un personaje de ambici¨®n desmedida y capaz de poner en marcha de nuevo en cualquier momento la m¨¢quina de intrigar.
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